Biblioteca líquida
Una biblioteca líquida tiene la facultad
de moverse y transmutar en forma
aleatoria, vibrante y progresiva
La vergüenza del espacio (John Gazulo)
Nosotros éramos microgramas escritos por el papá de un amigo que escribía poemas que no entendíamos, que no hablaban de nosotros y que nos alejaban de otros poetas con buenas intenciones.
Las cosas que nos rodean
también nos explican
y nos constituyen.
Philip Larkin
Burzaco
Década del 80
Adolescencia conurbana en el sur del Gran Buenos Aires
Desordenes de conducta disfrazados de amigos
Un árbol gigante en la esquina de casa.
Democracias disfuncionales con familias que no llegaban a fin de mes
Calles de tierra. Fútbol, birra y punk rock en castellano
Vivo mi vida
en círculos crecientes
que pasan por las cosas
Rainer María Rilke
En la casa de esos amigos habían tres o cuatro bibliotecas llenas de libros y un par de cajones en un rincón con los Diario de poesía.
Entre todos, leímos la mayoría de esos libros y a veces ojeábamos esos Diario de poesía buscando alguna curiosidad que fuera más allá de las fotos o las pinturas en blanco y negro.
Vivimos nuestra vida en lo incompleto, que es a su vez más y más enigmático. Porque, si las cosas se heredan, no comprendemos del todo su sentido. Tampoco aceptamos del todo que nuestro destino "pase por las cosas". O a veces lo aceptamos y entonces, un juego se establece: vivimos (de a ratos) inmersos en ellas. Todo eso que Rilke nos dice describe nuestra existencia cotidiana, antes que cualquier poesía.
Alberto Silva
A veces alguien encontraba en algún Diario de poesía un verso que representaba nuestro espíritu adolescente. Cuando eso pasaba, lo recortaba, se lo tragaba y lo repetía, una y otra vez, hasta que dejaba de representarnos.
Esos Diarios (para nosotros) no eran mucho más que eso.
No podemos decir
qué es la realidad, sino
solamente lo que nos parece
Gaston Bachelard
Nosotros leíamos una revista que robábamos en los kioscos de la Capital. Una especie de faro a nuestra ignorancia y rebeldía. Se llamaba Cerdos & Peces. Algunas de sus páginas todavía reverberan en nosotros como chistes repetidos hasta el cansancio.
Una mano, con un movimiento rítmico e irreflexivo, arrojaba sus cinco dedos hacia el suelo, donde danzaban sombras fantásticas. Una mano separada del brazo, una mano libre, alumbrada por el resplandor del hogar que venía de más abajo y esa cabeza inocente y vacía que sonreía a la araña, activando en la noche su inútil obra maestra.
Pierre Reverdy
Después de muchos años volví a encontrarme con los Diario de poesía.
Otro lugar. Otros amigos. Otras formas de microgramas.
Nubes pequeñas. Piedras parlantes. Pasto seco. Sonrisas en composé.
Cada nueva metáfora es una nueva idea, el fragmento de un nuevo mito de la realidad.
La metáfora es una parte del aspecto de no saber del arte y sin embargo estoy firmemente convencido de que es la suprema manera de buscar la verdad. ¿Cómo puede ser? No lo sé. Jamás he podido explicármelo de modo satisfactorio.
La poesía me atrae porque causa problemas a los pensadores.
Charles Simic
La biblioteca líquida.
Hace poco Fabián (Casas) me prestó el número 72 del Diario de poesía. Me dijo que lo disfrute y que escriba algo en torno a eso.
La biblioteca líquida es una forma invisible de ejercicio en taller que alimenta la curiosidad y la empatía hacia el conocimiento.
El ejemplar, impreso hace veinte años, se encuentra en perfecto estado de conservación. El tango nos ha enseñado que algunas cosas te esperan; la vida, no. En eso estamos.
Mientras lo leo, anoto algunas cosas que comparto de forma solapada, dispersa y primitiva.
El progreso (en el arte) no consiste en expandirse por sobre las propias limitaciones, sino en conocerlas mejor. Pongámoslo más simple: no hago lo que quiero, sino lo que puedo.
Georges Braque
El padre de mis amigos sigue escribiendo poesía. Publicó algunos libros.
El mes pasado tuvo un ACV. De a poco, se está recuperando.
Hace unos días fui a su casa. No le gusta que lo vayan a visitar.
Tomamos vino y charlamos un rato. En realidad, yo hablaba y él escuchaba.
Las bibliotecas líquidas tienen la cualidad de llegar a esos lugares donde no existen las palabras.
Le conté de los tiempos en que molestábamos su casa y ojeábamos los Diario de poesía. Le dije que, ahora, me gustan y que (en cierta forma) me arrepentía por no haberlos leído en la adolescencia. Fue como esas confesiones baratas que se regalan para fin de año. Le pregunté si aún los tenía. Hizo un gesto con la mano y dijo algo que no pude entender.
Me regaló su último libro.