El doblaje automático

Vero Schiliro
UOiEA!
Published in
3 min readNov 24, 2021

Hace unos años trabajaba en una multinacional y tomaba clases de inglés con un profesor que me asignaron después de un examen de nivel. Fabio, en su vida fuera del trabajo, era un barista argentino que viajaba mucho, escribía y catalogaba granos, molinos y bares. Un día me contó su historia con el café para enseñarme un phrasal verb: un verbo compuesto que tiene un significado distinto al verbo desnudo, es una palabra con IVA que, como los impuestos, hay que saber usar para comunicarse bien y no ir preso. El verbo-frase era ‘Put your heart into’ y me dijo que tanto para entender la palabra como para disfrutar del buen café, había que saber confiar y poner el corazón en algo, que es más o menos la traducción del verbo en sí. Fue hace ocho o diez años que lo conocí y a veces me acuerdo del verbo, en general cuando siento un espacio desocupado adentro mío o estoy con ganas de escapar. Para traer la mente de vuelta a casa tengo que poner el corazón en algo.

Cuando la multinacional dio de baja a Fabio sin muchas explicaciones, como pasa con los elefantes que se sientan donde quieren, él estaba molesto. Con el tiempo había aprendido a disfrutar de esas clases y ahora terminaban. Antes de partir, se despidió en español y fue como ver a Mickey sacándose la cabeza gigante para prender un cigarrillo.

Tengo esta sensación ubicada en otro momento de aprendizaje. En el secundario tuve que escribir un cuento en inglés y leerlo para el examen final. Se llamaba ‘My walking stick and me’. Recuerdo que me dio gracia buscar cómo se decía ‘el palo blanco que usan los ciegos para caminar’: el inglés es un idioma muy literal y a la vez creativo. ‘Palo de caminar’, claro. ¿Qué más? Mi abuelo era diabético y sabía que estaba por perder la vista así que salía a practicar su ceguera con los ojos vendados y un palo blanco. Algo así como esa película tan criticada de Sandra Bullock, Bird box, pero mi abuelo y su película habían sido geniales, con todo lo liviano y lo negro que tiene ser genial. Era un hombre que silbaba mucho y arreglaba autos aun después de quedarse ciego, escuchando simplemente el motor.

Sentada frente a la teacher, empecé a leer el cuento pero a la mitad me tocó un brazo y me pidió que frenara ahí. Me preguntó si era real. Si de verdad mi abuelo se había quedado ciego.

Todo en idioma castellano.

Mis compañeros dejaron de hablar entre ellos, su voz por fuera del inglés cortaba la ficción de la clase y ponía todo en un verdadero estado de extrañamiento.

Retomé el inglés y le dije que sí, era verdad pero no tenía que preocuparse porque mi abuelo había muerto y a él le hubiera gustado ser el personaje de un cuento, a character in a story me acuerdo que dije. La profesora se fue del aula y me di vuelta para mirar a mis compañeros, no entendíamos nada y no sabíamos en qué idioma seguir. Después alguien dijo ‘creo que su papá está enfermo’. Cuando volvió tenía la cara húmeda y no dejó de hablar en español. Dijo, sin mirarme, “tenés un ocho porque el cuento está bien, pero”. Después pidió silencio y llamó al próximo que tenía que dar examen. Volví a mi silla con el “pero” y el cuento sin final.

Hace unas semanas venía pensando en estos capítulos con el idioma, cuando me hablaron de La montaña mágica de Thomas Mann. En la novela, Castorp, el personaje principal que es alemán, está enamorado de una mujer pero no puede decírselo y después de siete meses de amarla en silencio se acerca para pedirle un lápiz. En el diálogo toma el camino opuesto al de mis maestros cuando le dice: “Contigo prefiero esta lengua a la mía, para mí, hablar francés es hablar sin responsabilidad, o como hablamos en sueños”.

Ahora me resulta claro: el enojo y el dolor no son compatibles con un idioma ajeno. El doblaje se activa en automático cuando la máquina necesita expulsar su vapor.

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