Mi guitarra quiere asesinar a tu madre
N o voy a negar que el rock, lejos de ser un bastardo es hijo del rhythm and blues y el country, sobrino del blues y el folk y que anduvo coqueteando con el jazz, ese tío que estudió bellas artes, fuma en pipa y habla en difícil. Que flirtea con esa maestra de música que no se depila y huele a ajo llamada música clásica. Tal vez influenciado por la canción de Frank Zappa My guitar wants to kill your Mama (Mi guitarra quiere asesinara tu madre) tengo la hipótesis de que una guitarra eléctrica remite a una madre castradora y que el guitarrista puede llegar a tener una relación edípica con su guitarra (o directamente con su madre desplazada hacia el instrumento). ¡Viva Pappo!
Se sabe cuál es la escenografía del rocanrol: guitarra eléctrica, cantante, bajo, batería y, algunas veces, órganos o pianos. Depende la década varía el largo del pelo y el tipo de corte. Ya habrán leído por ahí que el género se centra en las canciones, habitualmente con compás de 4/4 y usando una estructura de verso-estribillo-verso y que el término rock and roll era en su origen un término náutico, que fue usado durante décadas por los marineros. Que se refiere al rock (movimiento hacia atrás y delante) y roll (movimiento hacia los laterales) de un barco. La expresión puede encontrarse en la literatura inglesa remontándose al siglo XVII, siempre referida a botes y barcos. Pero, como el rock es un buen alumno rebelde que se limpia los mocos con la manga del suéter, el concepto invadió la música espiritual negra en el siglo XIX pero con un significado religioso y fue grabado por primera vez en soporte fonográfico en 1916, en una grabación de góspel del sello Little Wonder llamado The Camp Meeting Jubilee.
En la segunda mitad de los años 1970, llega otro hijo, medio de sopetón, inesperado. Se llamó punk. Un muchacho con déficit de atención y algunos problemitas de conducta.
El himno del rock and roll se llamó Rock around the clock por Bill Haley and his Comets. La canción fue grabada el 12 de abril de 1954 y lleva vendida más de 30 millones de copias. Su mayor impacto fue haberla incluido en el film Blackboard jungle, película que trataba sobre sobre la violencia escolar y juvenil. A finales de la década de 1960, referida como la “era dorada” o el periodo del “rock clásico”, surgieron distintos subgéneros distintivos del rock, híbridos como el blues rock (jauría de maníacos depresivos), folk rock (manada de melancólicos), country rock (puñado de pollerudos de sus mujeres, más conocidos como los boy scout de la música) y el jazz rock fusión, que como su nombre lo indica es un bizcochuelo de vainilla, pero también de chocolate, pero también de limón. Después la familia se va exogamizando saliendo en busca de otras tribus, trayendo estilos medios extraños como el rock progresivo o el glam rock, que resaltaba el espectáculo en vivo y el estilo visual muy Bowie; o el subgénero mayor y longevo que es el heavy metal, un perfecto bipolar que salta de una canción súper potente a una balada híper romántica con una buena distorsión en cuestión de segundos. Sin ánimo de pifiarla creo que los adoradores del heavy son las personas más sensibles del ambiente de rock aunque suelen definirlos como unos chicos que tiene una moto ortopédica debajo de sus bolas, centrado en el volumen, el poder y la velocidad. Cuernitos, mucho cuero y un problemita con dios y otro el diablo.
En la segunda mitad de los años 1970, llega otro hijo, medio de sopetón, inesperado. Se llamó punk. Un muchacho con déficit de atención y algunos problemitas de conducta. Se juntaba en la esquina del barrio con otros muchachitos un poco más jóvenes llamados new wave (un pibe nacido en un cuerpo equivocado), post-punk (típico hermano menor que cree que haciendo las cosas que hicieron sus hermanos mayores es un genio) y uno medio nerd que le decían rock alternativo y que como había usado mucho chupete de chico, tenía el paladar muy cóncavo y los dientes superiores echados hacia adelante. Pero, como todo nerd, que en un principio no das un peso por él, se empezó a pavonear con el grunge (el mecánico de la otra cuadra), el britpop (especie de primo gay que estudia diseño) y el indie (menos conocidos como los “clonazepanes”, anarquistas faloperos que no les bastaba con patear tachos, sino que además gozaban poniéndoselos de sombrero a sí mismos). En otro barrio, no muy lejos de ahí, se juntaban unos chicos a los cuales la ropa le quedaba un poco grande, que se hacían llamar pop punk (un rubio bisexual), rap rock (un petiso medio peladito y un poco border que usaba la ropa dos talles más grande) y ñu metal (calzas, cabellos con reflejos, mentón erguido y mirada hacia el horizonte).
El Reino Unido, con complejo de superioridad, trazó una línea imaginaria poniendo a los mods de un lado y a los rockers del otro como para reducir las tribus y enaltecer el marketing. Mientras, en San Francisco, unos jóvenes contraculturales se hacían llamar hippies, los punks dijeron: “Ah, momentito queremos participar de la feria con un puestito de Emos y Góticos”.