Un salto en el tiempo
N o pensaba escribirte, di muchas vueltas antes de tomar la decisión, sé que no es el mejor momento, pero ya llegué a un límite. Tal vez por mi manera de pensar o, mejor dicho, mis modos de sentir, creí que esto iba a ser algo pasajero. Que una recaída la tiene cualquiera y que todos tienen en algún momento estados de confusión donde entran en una zona de silencio e incertidumbre. Cuando nos conocimos yo estaba bien, tenía mi vida bastante ordenada y con mi anterior relación, nos habíamos despedido en buenos términos. Duró hasta que el tiempo lo dispuso y ambos entendimos que así estaba bien. Pero, en este caso es diferente. El tiempo desapareció, lo llamo y no me contesta, le pregunto a mis amigues y nadie lo vio. Hasta fines de marzo más o menos estaba ubicable, pero ahora no contesta. Mi amiga Paula llamó al 911 pero nadie le dio respuesta, le dijeron que ellos más que nadie lo andan buscando. Tampoco te echo la culpa a vos, yo sé que te haría muy bien que aparezca. De todos modos, no vamos a echarle la culpa de tu crueldad al tiempo, y mucho menos al espacio.
Cuando estuvimos en la playa te miraba andar entre la gente y veía un brillo especial en tu forma de moverte. No te voy a mentir me había hecho ilusiones que íbamos a hacer muchas cosas juntos. Te imaginé tomando un chocolate caliente mirando el faro del fin del mundo, jugando con el aliento frío a la hora de besarnos para darnos calor. Estuve fantaseando con recorrer el Delta del Paraná, yéndonos a pasar un fin de semana a una cabaña pegada al río, escribir poemas, beber whisky, quedarnos en silencio. Vi los ojos que pusiste cuando te dije de ir en Semana Santa a conocer el Norte del país, te propuse ir en auto así podíamos parar dónde quisiéramos.
Pero, sin embargo, todo cambió a partir de ese 19 de marzo. Esa fecha quedará grabada en mi memoria por el resto de mis días. Te fuiste alejando cada vez más, me pediste un tiempo cuando en realidad querías un espacio, en eso me sentí traicionado. Quise correr hacia vos, pero, como el horizonte, te fuiste alejando cada vez más. No me decías que estaba pasando, solo me decías que me cuide y tenga paciencia. Como te dije al principio ya llegué a un límite. No me hace bien pensar en vos. La desilusión vence al amor, eso lo aprendí hace rato. Como también aprendí que cuando fluye todo encastra, pero cuando no fluye todo enchastra; y yo me siento sucio conmigo mismo por quedarme pasivo frente a tu ausencia. La ausencia y la distancia no son saludables en estos territorios. Espero que el tiempo vuelva a poner las cosas en su lugar, eso me va a calmar un poco, para así poder realizar algunos de mis sueños subido a esa hermosa maquinaria llamada deseo.