Vamos a un corte

Fabio Lacolla
7 min readDec 12, 2018

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1.

Muy buenas tardes, damos comienzo a una nueva emisión de “La Demanda”. Hoy tenemos un programa imperdible. Esta vez, de verdad, les sugiero que no se muevan del televisor. Nos acompaña como siempre este jurado maravilloso, para el cual pido un fuerte aplauso, y ustedes, que como es habitual, a través de las redes sociales nos ayudan a pensar cada caso.

Como todas las semanas agradecemos a “Silver Palta”, “La Favorita” y “Vía Culebra” que nos acompañan y apoyan programa tras programa.

Dicho esto, quiero contarles que hoy tenemos tres casos espeluznantes. Al primero lo llamaremos “El no donante de semen”: es la historia de Helena y su marido que no se ponen de acuerdo a la hora de quedar embarazados. Ella le demanda a él que quiere gastarse la plata para la inseminación en un microemprendimiento. El segundo caso es “El vecino reggaetonero”: Carlos viene a demandar a su vecino porque consume cocaína, canta reggaetón hasta altas horas de la madrugada y desafina mucho. Y por último, un caso desgarrador, “Mi marido no me deja estudiar”: María Esther denuncia que, bajo la excusa de que en la universidad pública hay muchas colas y siempre se cae el sistema, el marido no la deja estudiar para bibliotecaria.

En dos minutos volvemos y ya arrancamos con la desesperada historia de Helena.

El primer aviso publicitario tiene casi tres mil años de antigüedad. Fue un papiro egipcio encontrado en Tebas y que puede apreciarse en el Museo Británico de Londres. Es la historia de un esclavo que había huido de su patrón. Decía así: “Habiendo huido el esclavo Shem de su patrono Hapu, el tejedor; este invita a todos los buenos ciudadanos de Tebas a encontrarle. Es un hitita, de cinco pies de alto, de robusta complexión y ojos castaños. Se ofrece media pieza de oro a quien dé información acerca de su paradero; o a quien lo devuelva a la tienda de Hapu, el tejedor; donde se tejen las más bellas telas al gusto de cada cliente”.

2.

Muchas gracias, estamos de regreso para meternos de lleno en la historia de Helena y su marido enano. Querida Helena ¿qué es lo que usted viene a demandar hoy a “La Demanda”?

-Bueno le cuento — dice la esposa-, yo estoy casada con Nito hace cuatro años, lo amo profundamente y por eso quiero tener un hijo con él, pero no de él. Yo sé muy bien, porque él me lo ha contado, todo lo que se sufre siendo enano, por eso lo que yo pido es hacerme una inseminación artificial de una persona normal así nuestro hijo no crece con semejante problema. El tema está en que el tratamiento nos cuesta veinte mil dólares y él quiere usar el dinero para otra cosa.

-Hola Nito, buenas noches, ¿qué piensa de lo que dice Helena?

-Que yo no veo ningún inconveniente en que mi hijo sea enano, podríamos hacer muchas cosas juntos –dice Nito con una disimulada emoción.

-Sí, ponerse un circo -suspira la esposa mirando para arriba-.

-Por favor, no interrumpa a su marido.

-Lo que pasa es que yo tengo ese dinero destinado a otro proyecto –dice Nito mirando para abajo-.

-¿Sabe lo que quiere hacer con esa plata? –Dice Helena golpeando el estrado de utilería-. Quiere hacer pornografía con enanos. Quiere gastarse veinte mil dólares en filmar películas porno con enanos.

-A ver, vamos a ordenarnos para que la gente entienda. ¿Ustedes están casados, verdad?

-Sí –dice él-.

-¿Se aman?

-Sí –dice ella-.

-¿Les gustaría ser padres?

-Obviamente –suena el unísono-.

-Ahí está el problema –explica ella-. Él va a ser el padre de mi hijo desde el minuto cero, pero yo no quiero que sea con su semen. No quiero tener un hijo enano. ¿Me entiende? Y no porque sea una persona discriminatoria, de hecho me case con uno, el tema es que yo, como madre, no quiero que mi hijo sufra. Se va a sentir discriminado en todos los actos del colegio, ¿o usted cree que lo van a hacer actuar de prócer de la patria? ¿Y en la calle, eh? De hecho es más fácil perder un hijo enano que uno de tamaño estándar. Ir al súper sería un suplicio, aunque lo que más me duele no es eso… lo que más me duele es que él sea un egoísta con su plata.

-Yo con mi plata hago lo que quiero -dice Nito mirando al jurado-. Y quiero invertirla porque de esa manera nos va a ir bien a los dos. A la gente le gusta mucho ver pornografía con enanos, es algo original y muy estético.

-Pregúntele como se ganó esa plata, esa sí que es una historia turbia.

Mmm que curiosidad, no se muevan de la pantalla, vamos a un pequeñísimo corte y ya volvemos con la historia de Nito y Helena.

La publicidad, en la mayoría de los casos termina generando el efecto inverso de lo que se quiere transmitir, eso para algunos hasta puede llegar a ser una buena estrategia. Hay un ABC que los publicistas tienen clavado en sus corchos: a) una promesa de fácil recuerdo, cuyo beneficio justifique la adquisición del producto; b) un concepto único, elegido entre múltiples posibilidades, que permitan una construcción de diferencias respecto a los anuncios de la competencia y c) un motivo convincente al punto tal que resulte efectivo el objetivo de propiciar el consumo. Pero, como todos los corchos, solo sirven para oprimir. Un mundo sin corchos, lindo nombre para una novela.

Los publicistas lo único que quieren es que sus clientes introduzcan al público al mundo de la pertenencia. Todo tiene su mercadeo: el bodydel recién nacido, para dar un ejemplo incubador, se regala con los colores adecuados al club de futbol del padre, si es un padre pro activo; del abuelo, si es un padre pollerudo. Pobre corcho. Todos hablan del envase y el contenido pero nadie, excepto algún fanático, habla del corcho.

Vamos a un corte — Fabio Lacolla

3.

Muchas gracias, volvemos a esta apasionante historia. Nito, ¿usted estaría en condiciones de decirnos como ganó ese dinero?

-Lo haré breve (risas). Yo trabajaba en un crucero. Hacía un poco de todo: cantaba, bailaba y hasta tenía preparado dos o tres monólogos sobre la gente de baja estatura. Reconozco a Warwick Davis como un gran inspirador, con la diferencia de que él no tiene cara de enano, lo cual me da cierta ventaja. Por reglamento, los que trabajamos en esos cruceros, no podemos entablar relaciones sexuales ni comerciales con los pasajeros, sin embargo en uno de los viajes, hace algunos años, conozco al matrimonio Soratti. Dos canosos amables, simpáticos y muy gentiles. Le digo lo de los canosos porque tengo comprobado que las personas que pierden el pelo prematuramente terminan resentidas con algo o con alguien, en cambio un canoso no tiene ese problema psicocapilar.

-No te vayas por las ramas como hacés siempre, deciles de una vez que los veinte mil dólares te los dieron ellos.

-No me los dieron, les hice un favor y en agradecimiento me obsequiaron esa plata. No es lo que están pensando, nada sexual, todo lo contrario. Fue un acto de amor y de cariño.

¿Usted, querido Nito, le está contando a la gente que trabajando en un barco como artista, un matrimonio así porque si, a cambio de un favor, le dio veinte mil dólares?

-Ellos tenían una hija muy enferma que padecía el síndrome de Treacher Collins, una enfermedad genética que deforma groseramente la cara al punto de no tener pómulos. No se forman los huesos del cráneo ni la mejilla ni la mandíbula. Así que imagínese pobre gente. El problema de la chica no estaba en el cuerpo, sino en la cara. Ellos tenían una ilusión: que su hija Adelina se case con un buen hombre, y como yo además de buen hombre, soy enano, pensaron que podía entender eso de que la gente lo mire a uno por la calle. La condición era que yo nunca iba a conocerla personalmente. Igual me mostraron una foto. Solo tenía que firmar unos papeles y ellos me daban veinte mil dólares. De ese modo ellos mantenían cierta tradición de que su hija se case, dado que también era la ilusión de Adelina. Qué se yo, cada familia tiene su novela. El contrato estipulaba que podía divorciarme a los dos años si antes no pasaba lo peor.

-¿Qué era lo peor?

-Enviudar. Parece que en realidad le quedaba poca vida, ellos lo sabían pero a la vez no querían enterarse. ¿Vio que la vida se trata de esquivarle el bulto a lo que no quiere saberse? Así que acepté, firmé todo y que me quedé con los dólares que vengo guardando desde hace años para llevar a cabo mi pequeño emprendimiento.

-¿Pero no supo más nada de ese matrimonio?

-Si, a los meses me llegó una carta con el certificado de defunción para que pueda hacer todos los trámites, de hecho por eso me pude casar con Helena.

Una historia conmovedora, no se muevan de ahí, ya volvemos con más “La Demanda”.

Mad Men es una serie de televisión situada en los años ´60, que trata sobre los avatares de una agencia de publicidad situada en la Avenida Madison de Nueva York. La frase “Mad Men” era un término del argot acuñado en la década de 1950 por los publicistas que trabajan en Madison para referirse a sí mismos. La serie representa sectores de la sociedad estadounidense y la cultura de la década de ´60 donde abundan el tabaquismo, el machismo, el sexismo, el feminismo, el acoso sexual laboral, el alcoholismo, el adulterio, la homofobia, la misoginia y el racismo. De todo ese guiso salieron las mejores publicidades de la historia. La publicidad es la invención del destino, promete a ciegas y caga más alto de lo que le da el culo. Un publicista es un mago sin cartas, un embaucador que hace necesario lo innecesario. Un perro que maúlla.

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