Sirviendo Desinteresadamente en Medio de la Incertidumbre
Cómo una enfermera jamaiquina se preparó para servir a su país en la lucha contra la pandemia de COVID-19
“Miré a mi jefa y ella me miró directamente mientras me sentaba en la sala de reuniones y pensaba ‘Aquí viene la pregunta’”, dice Antonia Richards Stewart, de 33 años, enfermera titulada en el Hospital Público de Kingston, en Jamaica, y quien es considerada una líder entre sus colegas.
Antonia no era la única persona en la habitación. En 2020, se llamó urgentemente a un grupo de enfermeras para solicitar sus servicios para la sala de COVID-19, recién creada en el hospital.
“Todos mis otros colegas empezaron a hablar en mi nombre, dando excusas por las que no debería trabajar en el área, pero mi jefa seguía mirándome y me preguntó qué tenía que decir. Cuando dije que estaba bien, todos en la sala se volvieron a mirarme como si estuviera loca”, comparte Antonia.
Con Jamaica registrando su primer paciente con COVID-19 en marzo de 2020, el país estaba en alerta máxima con su respuesta a este virus que estaba causando estragos a nivel internacional. Las escuelas se vieron obligadas a cerrar sus aulas presenciales, se instó a las empresas a trabajar a distancia y ciertos sectores de la sociedad se vieron obligados a cerrar, todo en un esfuerzo por minimizar la propagación del virus.
Si bien muchas personas se vieron obligadas a quedarse adentro, Antonia, como todos los demás trabajadores de servicios críticos y de atención médica, fue llamada a salir y servir a los necesitados.
“¡Dios mío, me dan ganas de llorar! Como enfermera, uno está preparado para cualquier enfermedad contagiosa que pueda propagarse. Lo sabemos y estamos capacitados para ello, pero el coronavirus conmocionó a todo el personal del hospital”, explica Antonia.
Fue testigo del temor de sus colegas por su propia salud y la de sus familias. Fue difícil conseguir que el personal trabajara en la sala de aislamiento. La Organización Mundial de la Salud estima que al menos 115,000 trabajadores de la salud han pagado el precio máximo al servicio de los demás durante la pandemia.
Sin embargo, Antonia no se desanimó. “Si todo el mundo va a huir, ¿quién se va a quedar y a quién le importará? Podría ser tu propia familia la que necesite ayuda”, dice.
Con el aumento constante de la propagación de infecciones, Antonia decidió ponerse el traje, decidida a servir a pesar de los altos riesgos. En el punto álgido de la crisis, a veces trabajaba turnos de 16 horas.
Ver a los pacientes respirar por última vez y ser el último rostro que vieron, sin familia que les dijera adiós, no fue fácil. A menudo, Antonia servía como una presencia reconfortante, ya que estos pacientes a menudo no podían ver a sus familiares. La tarea no fue fácil, pero Antonia explicó que esto es parte de su deber y su llamado como enfermera.
Al reconocer la necesidad de apoyar al Gobierno de Jamaica en su lucha contra la pandemia, la USAID proporcionó US $2 millones en asistencia de COVID-19 para reforzar la respuesta de emergencia por COVID-19 del país. Esta financiación ayudó a capacitar y equipar a enfermeras como Antonia para cuidar a los pacientes con COVID-19 y proporcionó equipos de protección personal para ayudar a mantenerlos seguros.
“Cuando nuestros vecinos están en necesidad, la USAID está ahí para ayudar. Estamos haciendo nuestra parte para brindar asistencia por COVID-19 al gobierno y al pueblo de Jamaica. Nuestro apoyo es más que solo fondos: tenemos la intención de proporcionar suministros que salvan vidas, experiencia técnica, capacitación y más para responder a la pandemia y prevenir futuras crisis de salud”, dice Jason Fraser, el representante de país de la Misión de la USAID en Jamaica.
Más de un año después de la pandemia, el país aún continúa luchando contra los desafíos que provocó. Hasta la fecha, Jamaica ha tenido 50,000 infecciones y más de 1,000 muertes relacionadas al coronavirus. Antonia, al igual que los otros valientes trabajadores de atención médica y de primera línea, es parte de la solución.
“Tuve tres pacientes con COVID-19 muy enfermos que me dijeron que estaban decididos a vivir. Juntos, luchamos por su supervivencia, y verlos salir vivos del hospital me dio una gran alegría”, dice Antonia.
Esos mismos pacientes regresaron a la sala y decidieron retribuir donando suministros médicos críticos al hospital. Su generosidad también es parte de la solución.
La USAID continúa ayudando a construir sistemas de salud más resilientes que son fundamentales para la respuesta y la recuperación de esta pandemia mundial. Eso incluye la capacidad de garantizar una atención médica ininterrumpida e instituciones de salud en funcionamiento durante las crisis, y especialmente en el caso de olas de COVID que continúen en todo el mundo.
“He adquirido una gran cantidad de conocimientos de esta pandemia en términos de atención a los pacientes. Pero lo que es fundamental para ganar esta lucha contra la COVID-19 somos nosotros, la gente. Necesitamos levantarnos, ser inteligentes, ver la situación tal como es y trabajar duro para mantener nuestra salud y la salud de los demás” dice Antonia.
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Kimberley Weller es la Especialista en Comunicaciones de la Misión de la USAID en Jamaica.