La historia de Renata y su agonizante lucha por una educación universitaria
Nativa de Henderson, representa la lucha contra los obstáculos económicos que estudiantes del interior tienen que atravesar.
Renata Solari González, una joven estudiante de Ciencia Política, enfrenta el complejo desafío de vivir en el interior del país y costear una carrera universitaria. Originaria de Henderson, una pequeña localidad bonaerense, su historia refleja los obstáculos económicos y personales que muchos estudiantes del interior conocen bien.
La falta de universidades cercanas, los costos adicionales de trasladarse a centros urbanos para estudiar, las limitadas oportunidades laborales en zonas rurales y la dificultad para acceder a becas son solo algunas de las dificultades que enfrentan los estudiantes del interior. Renata, de 19 años, no es la excepción.
Inició su viaje universitario en 2023, cuando se trasladó a Capital Federal para estudiar Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Como todos los ingresantes, tuvo que completar el Ciclo Básico Común (CBC), un requisito indispensable para acceder a la mayoría de las carreras en la UBA.
Vivió en el departamento de su abuelo junto a su tía y la pareja de esta, lo que le permitió reducir gastos al evitar el pago de alquiler. Sin embargo, esta convivencia, aunque armoniosa, no estuvo exenta de conflictos y ajustes personales.
Renata se mantenía económicamente gracias a una beca otorgada por el centro regional de Henderson, que le permitía cubrir gastos básicos como transporte y fotocopias.
No obstante, los desafíos económicos aumentaron con el tiempo. “Tuve que empezar a pedirles dinero a mis padres; recuerdo que me negaba a hacerlo, pero era una necesidad”, comenta Renata, quien comenzó a necesitar apoyo financiero adicional en la segunda mitad del año.
Después de dos cuatrimestres intensos, Renata regresó a su pueblo natal para las vacaciones de verano.
Fue entonces cuando empezó a cuestionar su elección de carrera. Además de las dificultades económicas, su familia no apoyaba su decisión de estudiar Arquitectura, lo que la llevó a cambiarse a Ciencia Política, una disciplina más acorde a los intereses de sus padres.
En enero, Renata estaba lista para regresar a Buenos Aires y comenzar su nueva carrera. Sin embargo, el cambio de gobierno y la consecuente crisis económica afectaron directamente a su familia. Su padre, quien trabajaba en una constructora, perdió su empleo debido a la paralización de las obras públicas, lo que forzó a la familia a reinventarse económicamente.
“Tuve problemas de salud como la caída de cabello por el estrés, comencé a tener problemas de tiroides, fue muy difícil para mí”, contaba angustiada.
En febrero, abrieron un restaurante llamado “La Chapa” en la cercana localidad de Daireaux, que se convirtió en la principal fuente de ingresos para la familia y un reflejo de su capacidad de adaptación.
Renata tuvo que dedicar la mayor parte de su tiempo a trabajar en el restaurante.
La apertura de “La Chapa” no fue fácil.
La familia tuvo que aprender sobre la marcha cómo gestionar un negocio en el sector gastronómico, desde la compra de insumos hasta la atención al cliente.
Renata, además de sus estudios, se encontró ayudando en la cocina, sirviendo mesas y gestionando las cuentas del restaurante.
A pesar de estos desafíos, su determinación es admirable. Actualmente, está cursando materias de la modalidad virtual a través de UBA 21, una solución que le permite seguir avanzando en su carrera desde su pueblo natal mientras trabaja junto a su familia.
“Estudiar a distancia no es fácil, pero me permite seguir persiguiendo mis sueños sin abandonar a mi familia en un momento tan crítico”, afirma Renata.
La modalidad virtual le ha permitido a Renata organizar su tiempo de manera más flexible, aunque no sin dificultades. Estudiar desde casa implica luchar contra las distracciones y encontrar la motivación diaria para cumplir con las tareas académicas. Además, la falta de interacción cara a cara con profesores y compañeros a veces hace que el aprendizaje sea más solitario y desafiante.
Renata ha encontrado en la biblioteca local un refugio para estudiar. Aunque pequeña, este espacio le proporciona la tranquilidad necesaria para concentrarse en sus estudios y un acceso limitado pero valioso a recursos académicos.
La comunidad de Henderson también ha sido un apoyo fundamental, brindándole ánimos y asistencia siempre que lo necesita.
Los fines de semana, Renata se dedica casi por completo al restaurante, lo que le deja poco tiempo para el ocio. A pesar de la carga de trabajo y el estrés, encuentra momentos de alegría en el éxito del negocio familiar y en los pequeños logros académicos que va alcanzando. “Cada materia aprobada es una victoria”, dice con una sonrisa.
Renata sueña con el día en que pueda regresar a Buenos Aires con más estabilidad económica y emocional para completar su carrera de manera presencial. Mientras tanto, se esfuerza por equilibrar sus responsabilidades familiares y académicas, demostrando una resiliencia admirable.
Su historia es un ejemplo de los sacrificios y la tenacidad que muchos estudiantes del interior del país deben exhibir para alcanzar sus metas.
El apoyo de la comunidad y la familia, aunque fundamental, no sustituye la necesidad de políticas públicas que faciliten el acceso a la educación superior para jóvenes del interior.
Becas más accesibles, programas de alojamiento estudiantil y mejores oportunidades laborales en zonas rurales podrían marcar una gran diferencia en sus vidas.
La historia de Renata no es solo la de una joven que sueña con una educación superior, sino también un testimonio de los sacrificios y la resiliencia que implica estudiar lejos de los centros educativos más prestigiosos.
Su capacidad para adaptarse y seguir adelante a pesar de las adversidades es un ejemplo inspirador para muchos otros estudiantes del interior del país.
