Memorias acalladas

Utrópica
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2 min readMay 20, 2020

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Lunes 18

Las paredes se cierran indefectiblemente sobre mi. A la noche, las sombras me susurran pesadillas inescapables y viscosas, vomitivas. Miro a todos lados, me desconozco. No comprendo este sitio, me desanclo del mapa. Me aíslo, reduzco al mínimo el contacto social. Cada sonrisa falsa en la tempestad del afuera me debilita, me acerca a la cama en penumbras horizontales. De noche siento los pasos del carcelero, marchando amenazante por el pasillo.

Siento que nos hicieron mierda. Que ganaron y se llevaron la pelota. Que nos mutilaron el país y nos forzaron a caminar rengueando, sin mirar por un segundo nuestros pies gangrenados. Hay un umbral que separa el País de las Maravillas con que soñamos, de la Patria del Orden y Progreso a la que aspiran ellos. Con el mismo nombre, no son la misma cosa. Es la misma tierra, pero se contiene para sí en distintas entidades solapadas. Hablamos de caras, manos, bocas y sexos distintos, deseos radicalmente diferentes a los de ellos.

¿Quienes son ellos? Los responsables de mis desvelos y quimeras, de mis noches de encierro jaquecoso intentando recordar viejas vidas. Son memoria. Vidas que nunca fueron vividas, que ellos nos robaron. ¿Dónde están? ¿De donde viene tanto desprecio? ¿Cómo hacen para destilar tanto odio?

Miércoles 20

pareciera
que en el silencio
presente
lo encontré

un atisbo apenas
una pequeña llama
inclaudicable
escondida
en recovecos
de la casa

son portales
que están siempre
desapareciendo.

Viernes 22

Hay noches que despierto a los gritos, acorralada por el murmullo nocturno, regurgitando en las noches mis tormentos. Espero que de algo sirvan estos esfuerzos vanos y efímeros, tenues como la brisa, frágiles como mi cuerpo, que fui de apoco cultivando entre las grietas de mi obsesión. Son presente. Esta siempre es una lucha por la vida.

Es como si hubiera ido sembrando recuerdos que en los momentos más impensados se me aparecen, con sus margaritas desplegadas como sin querer. No entiendo por qué sucede, por qué me voy desajustando de a poco hacia una proyección en movimiento de la memoria desgajada, retaceada y vejada. Que resiste y se hace canción, retumbando por la penillanura. Memoria que fue semilla, y ahora es un campo en flor.

Nada dura, eso es seguro.

Pero algunas cosas duran más.

#marchadelsilencio2020

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Utopías subtropicales para un planeta en llamas.