Panfleto por el ya

Francisco Diaz Heinzen
Utrópica
Published in
3 min readSep 21, 2018

El tiempo aguarda nuestra atención. Nos espera desde hace ya 50 años, cuando Dylan comenzó a avisarnos que los tiempos están a-cambiando. Mucho no le creímos, en verdad. O lo vimos como un proyecto frustrado. No lográbamos entender del todo lo que nos intentaba decir el viento.

El viento no hablaba de “un cambio” en “el tiempo” singular; decía que los tiempos estaban a-cambiando. The Times They Are A-Changin’. Es decir, un no cambio, a-cambiando, un gerundio inmovilizado por el prefijo anulador. Pero ante todo, una multiplicación del tiempo. Los tiempos están acambiando. Después de Dylan, vivimos en un tiempo plural.

¿Qué cambió? ¿O qué no cambió, mejor dicho? ¿Qué fue lo que se deshizo en trizas ante su propia expansión? En otra canción, Dylan nos recuerda que si bien sabemos que hay algo raro sucediendo, no logramos determinar precisamente qué es. ¿No es cierto, señor Jones?

Que los tiempos estén a-cambiando significa un punto final. La máquina nihilista moderna llegó al último fotograma, y volvió al punto cero. Un eterno Ya, un incambiable Ahora, siempre compuesto por un mosaico de imágenes que abarcan la Historia entera de la Humanidad y Más Allá. Brillando y llamándonos desde nuestros bolsillos.

Este es el momento decisivo. Exactamente como todos los demás. En este preciso instante estamos acambiando, sin que haya demasiadas decisiones que podamos tomar al respecto. Este momento ya pasó, y este también. Como un suspiro.

Se fue.

Es Pasado.

El tiempo no es más que una plasticina en este plano dimensional. A veces se expande, a veces se comprime, dependiendo de su posición respecto a los objetos que en él gravitan. Y la diferencia está siempre en ese clic, en esa máquina trituradora de futuros en pasados que se llama presente.

La felicidad eterna no existe, eso es claro. La muerte negra, la Nada vacía tampoco, para los efectos del Ya. Nada pasa y Todo queda. Y en esa angustia por la levedad del tiempo aprendemos acambiar. En momentos de orgasmos o de suspiro final podremos preocuparnos de lo que sea que sucede allá arriba/abajo/adentro, en simultáneo. Pero desde este lado del velo esas promesas infinitas solo se pueden percibir en términos de eras geológicas.

El Universo no necesita de nuestra comprensión, sino que respira a través nuestro, y nos concibe en nuestra propia identidad. Reivindicar el Ya significa reivindicar una emancipación instantánea, efímera, que se puede esconder a la vuelta de la esquina. Todes estamos tratando de entender estes nueves tiempes. Y a cada latido, a cada vuelta al reloj, nos aguarda una nueva cara de ese Presente cubista que nunca deja de maravillarnos.

El mundo está soñando cosas muy raras.

Ya es hora de hacernos cargo del presente en que nos situamos.

Indaguemos en esta realidad concreta y subtropical, esculpiendo utopías en el aire antes del Acto Final.

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