Categorías gramaticales: cómo la lingüística nos ayuda a diseñar contenido
Cuando decimos que escribir también es diseñar no solo nos referimos a la estructura mental que se utilizará por medio del lenguaje para que una aplicación cumpla o no con su función según las personas usuarias, sino también a las estructuras gramaticales que le darán sentido a esa experiencia, incluso a nivel visual. ¿Voy bien con la idea? Adelante con el recap, lectores y lectoras.
Diseño, lingüística, realidad y UX Writer
Digamos que el lenguaje determina un modelo de pensamiento que se forma por cuestiones culturales, económicas, políticas, personales y contextuales de cierto grupo de usuarios. El lenguaje es la única capacidad que diferencia a los humanos del resto de los animales.
Esa capacidad comunicativa se encuentra en otras especies, como los delfines y primates. Sin embargo, es bien sabido que la lengua humana se caracteriza por ser creativa. Esto nos permite comunicarnos de forma funcional según las necesidades, épocas y contextos determinados, integrando de manera lenta (a veces), pero constante, el uso de nuevas palabras que permitan reflejar nuestra nueva realidad.
Prueba de ello es la reciente crisis de salud que hemos vivido a nivel mundial. En este caso no solo se integraron nuevas formas léxicas en español mexicano como “covidiotas” o “Susana Distancia” (por decir algo), sino que, seguramente, incrementó el uso de otras unidades léxicas, como enfermedad respiratoria, síntomas, mascarillas, gel antibacterial, informe de salud, entre otras.
Esto también deriva en búsquedas digitales y en conversaciones frecuentes en redes sociales, porque lo digital es una extensión del mundo real. Todo esto lo explico porque, al momento de escribir, diseñas una experiencia que debe cumplir con la realidad de un grupo de usuarios y esta debe ser consistente durante la experiencia. Por eso la importancia de la narrativa en los flujos y la manera en la que los llevas a escanear los pasos que le permiten completar una tarea específica.
Entonces, ¿cómo le hago para diseñar con palabras?
Bueno, imagina que las palabras tienen una forma (visual), seguramente recuerdas que cuando aprendías a escribir y a leer muchos de tus profesores les mostraban algunos “comunes denominadores” de ciertas palabras, por ejemplo que los verbos terminan en “ar, er, ir”, los sustantivos en plural llevan -s al final, etc. ¿ya te acordaste?
A eso me refiero cuando hablo de forma gramatical (u organización lingüística). Esto implica tres niveles de la lengua: la morfología, la sintaxis y la fonética-fonología. Por eso, cuando escribimos para un producto, no solo nos aseguramos de que el usuario lo escanee, sino de darle consistencia visual y funcional (casi imperceptible) dentro de los flujos que estamos trabajando.
Por ejemplo, un uso excesivo de gerundios no solo hará que tenga una sensación sonora en su cabeza, también hace que las acciones que realiza no se vean ni terminadas ni comenzadas, sino en transición. También está la clásica repetición de palabras en un mismo párrafo o terminaciones en -sión, ción-… ¿más o menos ven por donde voy?
Hace poco me encontré con una complicación mientras revisaba unos flujos, resulta que la forma de establecer quick action que ya había determinado se vió afectada al momento en el que fueron surgiendo nuevas necesidades del producto mismo. Esto resultó en una serie de inconsistencias en la forma en las que fueron planteadas. Adelante con los ejemplos:
¿Qué es lo que notas? Sí, estas quick actions (o shortcuts) están formulados diferente, ¿por qué?, porque tienen una inconsistencia gramatical. Esto deriva en una nula homologación narrativa.
En este caso la solución fue recurrir a conocimientos de gramática, como la idea de que las acciones en infinitivo tienen la misma función que un sustantivo en una oración… ¡Pum! Gran remedio. Con eso quedaría algo así:
Donde el primer grupo está en infinitivo, pero pertenecerían al mismo grupo sintáctico en compañía del B.
Otra solución sería definir bajo qué términos agrupamos estas acciones rápidas, puede ser que cuando se requiera la consulta de algún estatus, las etiquetas de estos elementos vayan en frases nominales mientras que las acciones rápidas se formulen en segunda persona para que queden como call to action como en:
Pero ¿porqué es importante? organizar las acciones no solo por semántica sino por categoría gramatical hace que tu producto tenga una mejor consistencia y hace más sencillo escanear e identificar acciones, sería raro que te encontraras con waffles y “tortilla extendida de harina” en lugar de “crepas” un mismo menú de desayunos, ¿no crees?
Quizá los grupos que te muestro arriba no tengan la misma función sintáctica, pero te será más sencillo establecer reglas de nomenclatura considerando los posibles contextos a readaptarlas según las necesidades que vayan surgiendo en el desarrollo.
¿Tú qué herramientas lingüísticas o gramaticales utilizas para definir tu narrativa?, ¿qué otras ideas se te ocurren? Déjame saber qué opinas en los comentarios.