Ecuador: Caballo que alcanza, ganar quiere

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5 min readMar 28, 2017

Por Jorge Giacobbe | @jorgegiacobbe

Jorge Giacobbe es analista de opinión pública y director de la firma Giacobbe Consultores.

La opinión pública ecuatoriana se encuentra mucho más tranquila que los actores del sistema político. En la sabiduría de la calma, la gente está empujando a los políticos a revelarse, a expresarse, a llevar sus esfuerzos hasta el límite, para exprimirlos todo lo posible hasta la última gota de sudor. Tanto a los dos candidatos, como a los que han quedado afuera de la contienda.

Es evidente que la idea del cambio ha crecido en los ecuatorianos antes de que cualquier opositor pudiera sintetizar este hecho, o antes de que cualquier oficialista pretendiera capitalizarlo. La voluntad de tomar otro rumbo es evidente, así lo demuestra el desgaste de Rafael Correa. Pero los ecuatorianos deben decidir cuál de las herramientas ofertadas está a la altura de las circunstancias para la tarea.

Vaticinar un resultado con estos datos se convierte en un riesgo, porque la pelea es muy reñida. Consultados mil ecuatorianos en todo el país, entre el 17 y 23 de marzo mediante encuestas a dispositivos móviles, con un margen de error de 3,1%, los números parecen indicar que el proceso previsto por nuestra encuesta anterior a las elecciones generales está sólido en términos de tendencia, pero se han modificado algunos valores.

Comencemos a desgranar los números de la siguiente forma: en términos genéricos si bien el número de ecuatorianos que desean que el oficialismo pierda las elecciones retrocedió de 51,7% a 46,6%, sigue siendo superior al 41% que desea que el correísmo las gane. Las líneas del gráfico se han estrechado, elevando la temperatura de la situación.

Aun quedan 4,6% de ecuatorianos a quienes les da lo mismo lo que suceda y otro 7,8% que no contestó la pregunta. La mayor parte de la población tiene una posición firme tomada más allá de la calidad de los candidatos, pero aquellos que dudan serán quienes develen el misterio.

La imagen positiva de Guillermo Lasso creció 11% hasta alcanzar 47%. Sus detractores lo califican como ladrón y corrupto, pero sus seguidores lo ven como la herramienta del cambio y la esperanza. Su imagen está constituida también por conceptos que lo relacionan con el trabajo y la capacidad para la gestión exitosa.

Su rival Lenin Moreno creció 8%, consiguiendo 44.1%. Los ecuatorianos lo ven principalmente como un títere o marioneta de Rafael Correa, el símbolo del continuismo oficialista. Carecer de valor propio y un personaje importante detrás de su sombra no es buena noticia para sus intenciones presidenciales. Sin embargo es visto como un humanista sensible.

El titiritero, Rafael Correa, alcanza una imagen positiva de 43,1%, la más baja de este trinomio. Es percibido como un líder prepotente, corrupto e inteligente, hábil para el poder. Correa es claramente la principal ventaja y el principal problema de Lenin Moreno, pues su figura le otorga un piso alto, pero también un techo bajo para ganar.

Los ecuatorianos irán a votar el 2 de abril sin saber qué sucederá. 46,3% creen que va a ganar Guillermo Lasso, mientras que 45,6% creen que lo hará Lenin Moreno. Otro 8% no tiene una idea clara. Así de apretados están los dientes del sistema político, que se verá obligado a estar con el corazón en la boca hasta el final.

Alarmante es la cantidad de ecuatorianos que perciben posibilidad de fraude para la elección. Entre el 19,2% que está seguro del fraude, y 38,4% que lo estima posible, suman 57,6%. Y son claramente opositores.

Solo el 41,6% está seguro de que no habrá fraude y son los oficialistas. Estos datos deben generar alarma en todos los partidos políticos y fiscales internacionales que, nuevamente, tendrán un día tenso y agotador.

Los resultados de una sola pregunta han cambiado de tendencia respecto a la encuesta anterior a las elecciones generales: ahora, 53,8% cree que Ecuador va por el buen rumbo mientras que 44,3% cree que va por el malo. Estos resultados no hablan solamente del pasado, sino que empiezan a hablar del futuro. Muchos votantes opositores entusiasmados con la probabilidad certera del cambio se han sumado a esa ajustada mayoría.

Estos datos están tomados diez días antes de la elección. En este último tramo pesan los estimulos finales sobre la pequeña parte de la población que decidirá la suerte de cada uno. La desesperación disparará campañas sucias de destrucción sembrando el temor y la incertidumbre.

Esta elección será definida por la presencia o el ausentismo de aquellos votantes que no eligieron a Moreno ni Lasso en la general. Sus tendencias preliminares los mostraban, tal como hemos descrito, claramente opositores. El oficialismo jugará a desalentar el voto, los opositores a estimularlo. Las mujeres en particular tienen el futuro en sus manos. De ellas depende el próximo presidente de Ecuador.

El cambio está sembrado. Pero a diez días de la elección, ningún instrumento está lo suficientemente validado como para representarlo rotunda y holgadamente. Veremos cuán habilidoso es cada candidato en este último tramo.

Los datos específicos de intención de voto no serán retratados en esta encuesta en respeto de la veda electoral. Pero, insisto, son muy ajustados y van en el sentido de las demás tendencias aquí descritas.

Guillermo Lasso arrancó a una distancia grande de Lenin Moreno desde las elecciones generales, pero ha crecido mucho más que él. Mi abuela, una mujer sabia y sencilla, solía decir: “caballo que alcanza, ganar quiere”.

“Defina con una sola palabra”

Al asociar libremente una palabra con una personalidad, el encuestado revela en qué lugar de su mapa mental está posicionado. Esto nos permite construir un test colectivo que ayuda a resolver la pregunta más profunda: ¿cómo perciben los ciudadanos a sus gobernantes, candidatos y personalidades?

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