México: La tercera de López Obrador

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10 min readDec 1, 2017

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A menos de ocho meses para las elecciones presidenciales en México, Andrés Manuel López Obrador consolida su candidatura y la preferencia del electorado. En el PRI se oficializó la designacion de José Antonio Meade como su abanderado, mientras la alianza del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano trabaja a marchas forzadas para ponerle rostro a su candidatura

Por Ernesto Ecarri Hung

Faltan poco más de doscientos días para las elecciones presidenciales en México y aunque el ambiente electoral se muestra efervescente al interior de los partidos, apenas agita a la calle. Todas las encuestas muestran una opción clara de cara a los comicios que se celebrarán el 1 de julio del 2018: Andrés Manuel López Obrador (AMLO) del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) encabeza las preferencias del electorado con 28 a 33% dependiendo de la empresa que emita el estudio de opinión.

Este liderazgo se sostiene en su constante recorrido a lo largo y ancho de México -en su equipo dicen que ha visitado la gran mayoría de los cuatro mil municipios del país al menos tres veces- y en un discurso que ha catalizado el descontento social hacia temas clave como la corrupción y la inseguridad.

No obstante, esta ventaja no parece inalcanzable a juicio de los especialistas. En las próximas semanas los partidos políticos anunciarán sus candidatos, lo que pondrá voz y rostro a las opciones presidenciales y preparará el terreno para una elección que podrá ser tan cerrada como la que vivió este país en 2006.

Pellizcando al rival

En el PRI, actual partido de gobierno, todo se decantó en favor de José Antonio Meade. La tradición en el Partido Revolucionario Institucional señala que queda en manos del jefe del Ejecutivo la selección de su aspirante a sucesor y ya el pasado lunes 27 de noviembre quedó la mesa servida para que sea el ex secretario de Hacienda el abanderado del PRI.

Considerado un tecnócrata con amplia formación en el extranjero, Meade representa la visión técnica del actual gobierno y al mismo tiempo su candidatura resulta un guiño a una amplia representación del Partido de Acción Nacional que no ve con buenos ojos los manejos de la actual dirigencia de esa organización encabezada por Ricardo Anaya.

Haciendo algunos cálculos, se estima dentro del PRI que la candidatura de José Antonio Meade podría atraer incluso a gobernadores del PAN que han tenido buenos contactos con él y no estarían muy dispuestos a trabajar por la opción de Anaya.

En el Frente Ciudadano (alianza opositora compuesta por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano) hay un debate complejo sobre el método para escoger a su candidato ya que de ello dependerá favorecer una u otra opción. Tanto el actual jefe de gobierno en Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, como el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, han insistido en realizar unas elecciones abiertas, mientras que a lo interno del PAN se prefiere una designación por consenso que favorecería al dirigente nacional Ricardo Anaya. También se destaca, entre los argumentos para escoger el método, el cómo se sufragarán los gastos de unas eventuales primarias. Esta situación tiene que resolverse antes del 15 de diciembre pues la alianza debe registrar ante la autoridad electoral el método de escogencia de su candidato.

Por poco

Salvador García Soto, columnista de El Universal de México

Bajo este panorama, analistas consultados por Vértice avizoran unos comicios cerrados. “Desde el PRI contabilizan su voto duro en 14 millones de votos. Hay que sumarle a ello que son la única organización política con una presencia nacional. A partir de allí proyectan sus escenarios electorales. Con esta base, habría que lograr cuatro o cinco millones de votos para ganar las presidenciales. Un candidato bien cobijado por el aparato disminuiría la falta de carisma de los precandidatos que se asoman por allí” destaca el analista y columnista de El Universal de México, Salvador García Soto.

Federico Arreola, periodista

Por su parte, Federico Arreola, empresario y periodista, fundador de los diarios Milenio y Reforma, y actual director y fundador del portal SDPNoticias, también ve una elección muy cerrada, incluso con una diferencia tan corta como un punto porcentual. “Creo que vamos a vivir otro conflicto poselectoral como el de 2006. No veo a Morena ni a López Obrador dispuestos a aceptar una derrota sino es con toda claridad, sin la intervención del aparato de gobierno y alianzas entre el PRI y un sector del PAN”.

Desde el partido de López Obrador ya se empieza a atacar la candidatura de Meade. Arreola vaticina que se verá con muy malos ojos el apoyo, bajo cuerdas, que pudieran dar algunos gobernadores del PAN a la opción de José Antonio Meade. “Allí habría algo que sin ser ilegal puede ser catalogado de ilegítimo. Creo que desde Morena eso no será bien visto y habrá mucha denuncia y posterior conflicto”.

López Obrador y otros demonios

Andrés Manuel López Obrador es la figura que destaca por encima de cualquier dirigente para los comicios del año que viene.

Tabasqueño, con raíces en Cantabria, España por su abuelo materno, sus inicios en la política estuvieron marcados por su ingreso al PRI donde alcanzó la presidencia del comité ejecutivo estatal en su natal Tabasco en 1983. Ahora iniciará una tercera campaña presidencial consecutiva. En la primera, en 2006, quedó muy cerca de la silla presidencial en unas polémicas elecciones donde finalmente el Tribunal Electoral ratificó la victoria de Felipe Calderón por unos 230 mil votos. López Obrador respondió a esto con un intento de gobierno paralelo y el cierre por varias semanas del Paseo de la Reforma lo que ocasionó no pocos dolores de cabeza al ciudadano de a pie en Ciudad de México y derivó en un desgaste de su propia figura.

Arreola vaticina una demonización de López Obrador como en aquella campaña del 2006. No obstante, “pienso que él tiene ciertos antídotos contra esos venenos. Se acercará más a las clases empresariales. A AMLO lo relacionaron con el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, y no tiene nada que ver con eso. No veo que le quiten votos a López Obrador con estas campañas sucias, tampoco va a sumar más votos de los que se ven ahora en las encuestas. La realidad es que hay gente que no lo quiere. Dependerá de si los otros partidos logran un bloque superior a ese 33%”.

“Desde el PRI se intentará presentar a López Obrador como una amenaza para que en México se repita lo que se vive actualmente en Venezuela”

“Andrés Manuel no es socialista ni mucho menos bolivariano. Chávez buscó muchas veces a López Obrador y no quiso atenderlo. Ese izquierdismo latinoamericano lo tiene sin cuidado. Estamos muy lejos de Suramérica. Todos estos presidentes de Uruguay, Ecuador, Bolivia importan muy poco”, explica Arreola: “Honestamente estamos muy lejos y muy cerca de EEUU. No es arrogancia. Hay gente en Morena que simpatiza con Chávez, pero no López Obrador”.

“No entiendo mucho eso de querer ver en López Obrador a un Chávez o a un Maduro”, insiste: “¿Por qué no preguntan si Anaya, Meade o Margarita Zavala pueden intentar hacer un gobierno como el de Chávez? El único presidente mexicano que intentó hacer algo como lo de Chávez, o lo de Fujimori en Perú, de dar una especie de golpe de Estado institucional, fue Carlos Salinas de Gortari, padre ideológico de panistas y priistas. Quería reelegirse y creó condiciones de inestabilidad que llevaron al asesinato de Luis Dolando Colosio”.

García Soto coincide en que la estrategia del miedo marcará la campaña: “Será clave para López Obrador y su entorno que no repitan errores como en el 2006 donde se daba por descontada la victoria y la soberbia fue su peor consejera. Vamos a ver reeditadas las campañas comparándolo con Chávez y Maduro. Venezuela volverá a convertirse en un referente en las elecciones mexicanas”.

“Desde el PRI se intentará presentar a López Obrador como una amenaza para que en México se repita lo que se vive actualmente en Venezuela”, advierte García Soto: “Hay líneas discursivas que así lo indican desde ahora. Se intentará desgastar así la figura de López Obrador. Eso en la clase media y en un sector del empresariado puede llegar”.

No obstante, estima que AMLO está lejos del radicalismo que se le achaca. “López Obrador muestra su experiencia como jefe de gobierno de la Ciudad de México y realmente no fue un gobernante radical. Tuvo relación con el empresariado, trabajó junto a ellos en proyectos importantes para la ciudad. Tiene una visión muy social de la política con programas de apoyo a los grupos vulnerables. Algunos sectores le cuestionan esa tendencia populista”, puntualiza García Soto.

En un reciente artículo en la revista norteamericana Atlantic titulado “El salvador populista de México puede ser demasiado bueno para ser cierto” su autor J. Weston Phippen destaca de López Obrador “la creencia radical en sí mismo, lo que ha llevado a algunos a llamar. ‘complejo mesiánico’. Donde su máxima promesa es: todo estará bien una vez que esté en el poder- la que los críticos llaman su falla trágica”.

La nota del medio estadounidense recuerda los escándalos de corrupción en los que estuvieron involucrados sus colaboradores cuando fue jefe de gobierno en Ciudad de México, así como su desconocimiento de los resultados electorales en la elección presidencial de 2006: “desde entonces, López Obrador ha aprendido algunas lecciones. Ha tratado de parecer menos el agitador revolucionario y más el candidato con las respuestas”.

Su verbo incendiario en 2006, su ataque radical a las instituciones mexicanas de ese tiempo y de ahora; y su liderazgo populista hacen inevitable el recuerdo del fallecido presidente Hugo Chávez.

“Hoy, los mexicanos ven la corrupción virtualmente en todas partes, y aunque hay un amplio reconocimiento de que el sistema actual está roto, los críticos llaman a las recetas de López Obrador demasiado idealistas y simples, y dicen que desestabilizarían la economía y debilitarían la democracia. Pero tal es el nivel de desesperación en México que el mayor atributo de Morena puede ser que aun no ha tenido la oportunidad de fracasar”, destaca J. Weston Phippen.

López Obrador, sin embargo, refuerza su pretensión de abanderado de la lucha contra la corrupción y entre sus primeras referencias a la candidatura de Meade estuvo calificarlo como “títere de la mafia del poder”.

¿Y cómo sería eso?

Arreola considera que un eventual gobierno de López Obrador se caracterizará por la honestidad. “Será un gobierno muy austero. No permitirá el turismo político ni el uso de recursos para llenar restaurantes. Tiene retos en algunas promesas que ha realizado, hasta cierto punto insensatas, como echar para atrás el proyecto del aeropuerto. Eso está muy avanzado y si decide reubicarlo se perderá mucho dinero. Se metería en problemas legales con los empresarios y concesionarios. También si decide echar abajo algunas de las reformas ya iniciadas en la actual legislación,como la reforma educativa o la energética, eso. sería muy malo para el país”.

“Esperaría una reforma fiscal, que le sirvió a Peña Nieto para obtener recursos. No sé si tendrá mayoría en el Congreso, creo que no, lo que supondría la garantía para que no pueda hacer los cambios en las reformas que él propone. Ojalá no impulse desde el Ejecutivo lo del aeropuerto porque mandaría muy malas señales” reitera Arreola.

Mientras todo esto ocurre, en las calles de Ciudad de México pocos hablan de las elecciones presidenciales. El desencanto hacia los políticos y hacia la política es el elemento dominador

En este punto, García Soto expresa más dudas sobre lo que puede ser un gobierno de López Obrador: “Uno de sus puntos débiles tiene que ver con que López Obrador dice lo que quiere hacer pero no cómo lo piensa hacer. Muchas personas empiezan a tener dudas sobre la efectividad y su propuesta de gobierno. Es más un acto de fe que una confianza racional ante un plan claro de gobierno”.

En esta perspectiva, López Obrador presentó recientemente su llamado Proyecto Nación 2018–2024, donde en 415 páginas esboza lo que sería su administración y en la cual la lucha contra la corrupción destaca como uno de los principales puntos. El acto fue su manera de responder a esa falta de un cómo gobernará.

“La corrupción es la causa principal de la desigualdad y de la tragedia nacional que padecemos. Nada ha dañado más a México que la corrupción política. La deshonestidad de los gobernantes y de las élites del poder es lo que más ha deteriorado la vida pública de México, tanto por el mal ejemplo, como por la apropiación de bienes de la colectividad” dice el documento: “Hay suficientes razones y datos contundentes para sostener que erradicar la corrupción en el gobierno nos permitirá ahorrar hasta 10% del Presupuesto Público, es decir, 500 mil millones de pesos”.

“La aplicación de una política de austeridad nos permitirá, junto con el combate a la corrupción, contar con presupuesto suficiente para promover el desarrollo y garantizar el bienestar de todos. Con esta estrategia no habrá necesidad de aumentar impuestos en términos reales ni de crear nuevas contribuciones. Demostraremos que es posible invertir sin recurrir al endeudamiento y se utilizará el presupuesto público como una eficaz palanca para promover la producción, el empleo y el bienestar” se destaca en el Proyecto Nación.

Mientras todo esto ocurre, en las calles de Ciudad de México pocos hablan de las elecciones presidenciales. El desencanto hacia los políticos y hacia la política es el elemento dominador, aunque muchos todavía recuerdan el gobierno que ejerció López Obrador en la ciudad entre 2000 y 2004 donde la asistencia directa a los grupos vulnerables fue su marca distintiva y que contrasta con las dificultades que viven varios sectores tras el terremoto del 19 de septiembre. Ese recuerdo y su promesa anticorrupción serán las principales bazas de López Obrador para salir vencedor en este nuevo intento. ¿A la tercera será la vencida?

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