Negado el canal de ayuda humanitaria: al poder chavista no le importa la vida

oscar medina
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7 min readDec 12, 2017

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El caos de desabastecimiento de alimentos y medicinas originado por la administración de Nicolás Maduro y que es consecuencia de todos estos años de chavismo será cada vez peor. El gobierno no hace nada por solventar el problema y se opone con todo al paliativo de permitir asistencia foránea. A esto que produce víctimas reales en la población responden con argumentos políticos tratando de imponer la tesis de una “invasión” encubierta

Por Oscar Medina |@oscarmedina1

En septiembre pasado se presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos un informe sobre la situación del derecho a la salud en Venezuela durante el periodo 2014 y 2017. Esa breve y concentrada descripción de hechos elaborada por la ONG Provea y la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida, Codevida, debería haber sido suficiente para que quienes tienen en sus manos la posibilidad de aliviar el drama colectivo tomaran algunas decisiones a favor de la gente. A favor de las víctimas. Pero ya sabemos que no ha sido así. Como siempre, el gobierno antepone sus intereses políticos: lo único que cuenta es el poder y la imagen del poder.

Obviamente esos que mandan no necesitan de ese informe para conocer las dimensiones del caos que ellos mismos han originado. Lo saben bien. Lo conocen mejor que los autores del documento pero no les importa. No está en sus prioridades poner fin a la angustia y el sufrimiento de la gente porque eso afecta su poder y sus negocios.

“En el marco de un sistema de políticas de monopolio en distintos planos de la vida económica y social del país, desde hace varias décadas el Estado venezolano usó intensivamente los recursos públicos en importaciones que redujeron las inversiones en el sector salud y exacerbaron la dependencia externa del abastecimiento en materias primas, medicinas, insumos, equipos y repuestos para la industria farmacéutica y el sistema sanitario público y privado, en más del 90%”, dice el informe: “A través de los controles cambiarios, el gobierno se ha reservado durante años las divisas para uso exclusivo de una gran cantidad de programas y sistemas paralelos, empresas públicas de importación y sistemas de distribución fallidos, excluyendo a proveedores, farmacias y clínicas privadas, y dejando acumular enormes déficit financieros del gasto público en salud, el deterioro de la infraestructura sanitaria y de saneamiento, y la paralización de los programas de salud”.

Estas líneas a continuación apuntan a la descripción de un crimen: “En condiciones extremadamente vulnerables, el sistema sanitario fue impactado por la decisión en 2014 de aplicar severos recortes de divisas para salud en más del 60% ante la aguda contracción económica del país, sin las previsiones necesarias para resguardar a la población de estos impactos”.

Y estas a evidenciar la ineficiencia de la administración chavista: “Desde 2016, el gobierno comenzó a dictar decretos de emergencia económica y estado de excepción de forma consecutiva que, en el caso de salud, se usaron para impulsar alianzas nacionales e internacionales con el fin de estimular la producción de medicinas y racionalizar las importaciones. Sin embargo, en la práctica, las medidas sólo han servido para implementar un sistema centralizado de severo racionamiento, prevaleciendo una escasez general y prolongada de medicinas e insumos y el cierre o inhabilitación de la mayoría de los centros de salud públicos, que ha generado una inhumana privatización del acceso a las pocas medicinas y servicios de atención disponibles que la mayoría de la población no puede pagar”.

Sobre estas otras ya ni sabe uno qué decir: “La escasez general y prolongada de medicinas e insumos básicos de salud afecta a toda la población, en particular a unas 3 millones de personas de todas las edades en diversas condiciones de salud crónicas quienes han pasado al menos un año sin acceso a casi ningún tratamiento. Esta grave situación no ha sido reconocida por el Estado ni atendida a través de medidas urgentes, escogiendo en su defecto aplicar medidas de racionamiento a través del retiro arbitrario de medicinas e insumos de las listas de compras públicas y la reducción de cantidades sin criterios epidemiológicos, científicos ni médicos. Es así como, mientras la industria, las farmacias, el personal de salud, los trabajadores del sistema sanitario, las organizaciones de derechos humanos y las personas denuncian más de un 90% de escasez de medicinas e insumos a nivel nacional, el gobierno y las autoridades sanitarias sólo admiten un 15% de fallas”.

Sobre ese panorama angustiante el Gobierno planea con arrogancia, desidia e indolencia.

Víctimas de la situación somos todos, aunque Codevida hace la precisión de que hay al menos 3 millones de venezolanos puntualmente afectados. Por ejemplo: 5.668 mujeres con cáncer de mama, 4.990 personas con hemofilia y diversos trastornos de la coagulación, la gente que ha recibido trasplantes de órganos, quienes tienen problemas cardiovasculares, las 77 mil personas con VIH registradas en el programa de suministro de antiretrovirales, los niños hijos de madres con VIH que no pueden recibir leche materna y requieren de sucedáneos que no se encuentran disponibles. Y si se quieren más ejemplos, baste con pasearse un rato por Twitter para toparse con demasiada frecuencia con el desespero de usuarios buscando medicinas para todo.

Tú, tu madre, tu hermano, tu hijo, se pueden morir mañana mismo por la ausencia de algo tan básico como una pastilla para la tensión o un antibiótico. Eso no importa. No les importa.

Sobre ese panorama angustiante el Gobierno planea con arrogancia, desidia e indolencia. Voces muy calificadas –tengan o no posiciones políticas activas- insisten en la necesidad evidente de permitir un canal humanitario para que entren medicinas y alimentos al país. Medicinas que desde diversas partes del mundo ya han sido ofrecidas y estarían listas para embarcar. Pero no. El poder no quiere eso. Hacerlo sería reconocer una debilidad, una falla del sistema. Y la revolución es lo que cuenta aquí.

Tú, tu madre, tu hermano, tu hijo, se pueden morir mañana mismo por la ausencia de algo tan básico como una pastilla para la tensión o un antibiótico. Eso no importa. No les importa.

“En el contexto internacional, el gobierno ha negado en varias oportunidades la existencia de una crisis humanitaria en salud, rehusando acudir a los mecanismos de asistencia y cooperación y calificando su ofrecimiento como actos “injerencistas”. Durante las audiencias de Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en abril de 2016, el Estado “reconoció la existencia de un problema de disponibilidad de medicamentos, pero indicó que ello no implicaba una crisis humanitaria”. Durante audiencia de la CIDH celebrada en Chile en junio de ese año, sobre la escasez de medicinas en Venezuela en audiencia solicitada por 9 organizaciones venezolanas dedicadas a la defensa del derecho a la salud, la Ministra de Salud, Luisana Melo, afirmó que el gobierno garantizaba tratamientos a todos los venezolanos y que la escasez era sólo ‘puntual’”, denuncia Codevida.

Y continúa: “El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, con fundamento en el artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana presentó informe publicado en mayo de 2016 ante una Sesión Extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA realizada el 23.06.16, en la que advirtió sobre la grave crisis humanitaria en salud y alimentación. En dicha sesión la Canciller de Venezuela Delcy Rodríguez manifestó: “No hay crisis humanitaria. No la hay. Lo afirmo con toda responsabilidad”. Igual declaración realizó la Canciller ante la Asamblea General de la OEA, celebrada en sesión del 20 de junio de 2017 en México”.

Recientemente hemos visto más de esto. El nuevo ministro de Salud, Luis López, hace parte de la comparsa. El 2 de diciembre aseguró que no permitirá la entrada de ayuda extranjera: “Aquí nadie se arrodilla ante el imperio y mucho menos va a permitir que esta derecha imponga una supuesta ayuda humanitaria cuando nuestro pueblo está siendo atendido por el presidente Nicolás Maduro”.

Cosas como estas se leen en la web oficialista misionverdad: “La promoción de que en Venezuela se vive una ‘crisis humanitaria’ no tiene sustento real, incluso dentro de los parámetros expuestos sobre el tema por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, desde los EEUU se habla continuamente de que esta situación se da en nuestro país y ha recurrido a las naciones tuteladas de Latinoamérica para que apoye la narrativa que conviene al establishment estadounidense para incursionar en una aventura injerencista directa sobre Venezuela”. Allí se refuerza el discurso de que con la ayuda entrará la “garra” imperialista a invadir el próspero y eficiente país que somos.

El ministro de la Defensa también. A propósito del planteamiento del canal humanitario presentado por los negociadores de la oposición en los primeros encuentros de diálogo en República Dominicana, dijo el miércoles 6 de diciembre: “Vemos con mucha preocupación la solicitud de un canal humanitario abierto para Venezuela sobre el supuesto de una crisis humanitaria y todos sabemos aquí, los que estamos vestidos de verde, de patriota, lo que significa y lo que está detrás de una intervención de carácter humanitario: es la intervención desnuda”.

Son muchas las respuestas y calificativos que se podrían dar a esas palabras de Vladimir Padrino López a quien, supone uno, seguramente no le faltan sus medicinas. Pero quizás la que le dio Susana Raffalli, experta en seguridad alimentaria y riesgo de desastres, a través de su cuenta de Twitter sea la más precisa y apropiada: “La asistencia humanitaria salvaría vidas y aliviaría el sufrimiento también si viniera desde Nicaragua, Cuba o Bolivia. No es intervención de países, sino la obligación de recibir cooperación para proteger la vida de los venezolanos a los que se deben”.

Padrino López lo sabe. Todos ellos lo saben. ¿Les interesa? No. Han recibido una orden. Y obedecen a costa de cualquier cosa.

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periodista y papá de los morochos. no te confundas