Venezuela en la OEA: Pacta sunt servanda

@verticenews
VÉRTICE
Published in
6 min readApr 4, 2017

--

La maniobra del gobierno de Bolivia para suspender la reunión del Consejo Permanente tropezó con la decidida voluntad de la mayoría de los países miembros alarmados por la situación de Venezuela. La sesión se llevó a cabo y se acordó exigir al gobierno de Nicolás Maduro el restablecimiento del orden democrático. ¿Y cuál fue su respuesta? Denunciar golpes por televisión

Por Naky Soto | @Naky

Nicolás Maduro amenazó al mundo entero, advirtiendo que ante un intento descocado de meterse en nuestros asuntos, el pueblo venezolano podía convertirse “en el ejército más grande y poderoso del planeta”. Pero, lo pactado obliga, como reza la locución latina del título, el mejor resumen para el espíritu común de la mayoría de los países reunidos el 3 de abril en el Consejo Permanente de la OEA.

El gobierno de Bolivia le debe tanto al de Venezuela, que su embajador ante la OEA, Diego Pary Rodríguez, quien ostenta la presidencia de turno del Consejo Permanente desde el sábado, suspendió unilateralmente la sesión extraordinaria convocada a petición de 20 países, desatando las reacciones de los embajadores, calificando la acción como un abuso, una falta muy grave y un pésimo precedente para el organismo.

After Pary

En la OEA todos los Estados miembros tienen igual peso y existen normas que trascienden la voluntad de un servil aliado. Con el aval del asesor jurídico del organismo, Jean Michel Arrighi, se leyó el reglamento que indica: “En caso de ausencia temporal del presidente lo sustituirá el vicepresidente y en caso de ausencia del vicepresidente, lo sustituirá el representante más antiguo”, que en este caso fue el de Honduras, Leónidas Rosa Bautista.

La razón de la sesión para los países convocantes era una “profunda preocupación por la grave alteración inconstitucional del orden democrático” en Venezuela. Había quórum suficiente y luego de un prolongado receso para notificar a todos los países que no estaban presentes en la sala, arrancó la sesión.

Otro asalto de Moncada

En la primera intervención, otorgada por su rango a la canciller argentina, Susana Malcorra, apareció Diego Pary, que arrancó insultando al representante de Honduras, acusándolo de golpista. Igual criterio tuvo el representante de Venezuela, Samuel Moncada, quien hizo gala de lo que Colombia calificaría como una “facilidad de ocultar su condición de diplomático”, y afirmó: “¡Están dando un golpe de Estado en la OEA!”.

Ignoro quién convenció a la Cancillería venezolana de una tesis tan estúpida como que para sancionar a un Estado miembro que viola principios democráticos este debe estar de acuerdo con la discusión sobre sus violaciones y sobre la sanción. En todo caso, ese fue el eje de las repetidas y enervadas intervenciones de Moncada, quien volvió a insultar a varios embajadores y luego de batir las manos, lanzar hojas y soltar sus lentes contra la mesa, intentó convencer al foro de que las fichas resumen publicadas por el TSJ el sábado, subsanaron toda la ruptura del hilo constitucional.

El tope de su brutalidad lo exhibió al usar el incendio del Congreso paraguayo como un ejemplo de la situación límite necesaria para que lo escucharan. Moncada abandonó la sesión como medida de protesta, junto a Bolivia y Nicaragua.

Reacciones

Pareciera que Venezuela quiere terminar de dinamitar los pocos apoyos que le quedan, pagados con gasolina. Perú reclamó la inconsistencia de haber invocado en 2009 la Carta Democrática y rechazarla ahora por ser un instrumento injerencista y Paraguay describió las características que hacen a su gobierno uno democrático. Es hasta sarcástico que Venezuela reclamara la indignidad de ser tutelados, cuando ese ha sido el rol que hemos jugado frente a la dirección política de Cuba. En fin, Perú dio lectura al documento que habían preparado para la sesión, con el objeto de hacerlo del conocimiento de todos los países miembros.

¿Qué dice el documento?

Aprobado por consenso de 17 Estados, con las abstenciones de Bahamas, Belice, El Salvador y República Dominicana, el texto reitera los principios de la Carta Democrática, reafirma la promoción y protección de los derechos humanos así como la importancia de la separación e independencia de los poderes públicos y expresa su profunda preocupación por la grave alteración del orden democrático en Venezuela.

En consecuencia declara que las decisiones del TSJ de suspender los poderes de la AN y de arrogárselos a sí mismo son incompatibles con la práctica democrática y constituyen una violación del orden constitucional, por lo que resuelve urgir al gobierno de Venezuela a actuar para garantizar la separación e independencia de los poderes y restaurar la plena autoridad de la Asamblea Nacional.

También plantea seguir ocupándose de la situación en Venezuela y emprender gestiones diplomáticas para fomentar la normalización de la institucionalidad democrática. El texto fue aprobado a pesar de la insistencia de Canadá de dejar la votación para el miércoles con un texto más sólido y habiendo ganado el apoyo de otros Estados miembros.

Así como resultaron profundamente incoherentes los argumentos de El Salvador y República Dominicana para abstenerse, las intervenciones finales de Costa Rica (con datos precisos y bien ordenados) así como las de Paraguay y Chile fueron inspiradoras sobre la preeminencia de la democracia y la responsabilidad de todos por ayudar a pueblos sometidos. Esta vez no hay manera de que el chavismo declare una falsa victoria de su acción diplomática y conste, fue en el golpe de abril de 2002 cuando la OEA aplicó la Carta Democrática por primera vez, a favor de Hugo Chávez.

La demanda de Pary

El diplomático boliviano aseveró que las decisiones tomadas en la sesión de este lunes serán ilegales y arbitrarias y anunció que denunciará el golpe institucional a la presidencia de su país del Consejo Permanente ante todos los organismos internacionales, sin precisar a cuáles se refería. Afirmó que la sesión realizada pese a su cancelación “es grave para las relaciones interamericanas (…) porque ha sido vulnerado en su derecho soberano de asumir la presidencia que por derecho le corresponde”.

Para ser diplomático, es un pésimo vocero. Si a esto le suman el comunicado que redactó la Cancillería venezolana denunciando “un hecho sin precedentes dirigido a la destrucción de la OEA (…) en su obsesión por imponer su ilegal y profundamente injusto plan de usar a Venezuela para cuadrar la reimposición de una nueva hegemonía fascista”, hay que hacer cotufas.

¡Sal de aquí, OEA!

“Un golpe de Estado le dieron a Bolivia y Haití, desesperados rompieron todas las reglas”, dijo Nicolás Maduro la noche del 3 de abril en cadena de radio y televisión, probando su doctorado en nombrar la soga en la casa del ahorcado.

Aunque lo más trascendental de su intervención es que decretó libre para los trabajadores públicos toda la semana próxima “para enfriar el ambiente”, del indignado inicial al cuentacuentos final, el que se enfrió -y mucho- fue él.

La denuncia se transforma en una estupidez cuando no decides lo que debes, cuando dices lo mismo de siempre y sin pruebas, y cuando la mayoría de tus frases de acusación te describen mejor a ti que al enemigo: “La arrogancia y la prepotencia los están hundiendo”; “Es inviable, inconstitucional todo lo que están haciendo”; “No han aprendido a reconocer al otro (…) su único proyecto: sembrar odio, división”. Es tan mal narrador como presidente, pues en plena crisis institucional fue a ver “La bella y la bestia”, no sin asegurar que ya comienza a levantarse la nueva ola de los países progresistas. No le alcanzó el pulso para sacar a Venezuela de la OEA. No importa cuántas veces insulte a Luis Almagro, su desempeño, sustentado en principios, ha sido impecable. Busquen el video de su intervención al cierre de la sesión. Sus palabras merecen un texto aparte.

*Publicado originalmente en http://zaperoqueando.blogspot.com

--

--

@verticenews
VÉRTICE

Buscamos explicar nuevos ángulos de los hechos más importantes, descubrir historias que no han sido contadas, e investigar al poder sin concesiones.