Agua de plata

Raul Ariel Victoriano
Vestigium
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1 min readMay 16, 2020
Foto por David Dibert en Unsplash

Oí un quejido.
Los tirantes del techo se habían arqueado. Parecía que Dios les había puesto un pie encima. No quise despertarte y salí de la casa. Tomé la escalera y subí, peldaño a peldaño, María. Y la vi. Sobre el tejado de zinc estaba dormida la luna llena.
Era enorme.
Parado sobre el tinglado me sentí poderoso. Me distraje un momento, miré hacia el terreno del fondo y escuché las voces de los grillos entre los juncos. El calor de enero era insoportable.
Me acerqué y toqué la luna. La superficie blanca tenía moretones grises y se me enfriaron los dedos en el agua de plata. En el patio vi un juguete roto, una maceta de lata y una rueda de bicicleta oxidada. Tuve ganas de huir.
El disco de ceniza ascendió.
No quise dejarte, María, y, sin embargo, me aferré y me dejé llevar sin pensar en nada. En un rato, yo y la luna, desaparecimos detrás de las copas de los árboles.
Ahora me siento inmortal en la noche interminable. No sé si esto está bien. Estoy confundido.
Debe ser la pobreza, María.

Este cuento pertenece al libro “Fotos viejas” de Raul Ariel Victoriano

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Raul Ariel Victoriano
Vestigium

Alguien que escribe con el incierto propósito de saber de qué se trata la literatura. https://hastaqueelesplendorsemarchite.blogspot.com/