Animación como arte vs. animación como consumo

Y6jas
Vestigium
Published in
4 min readMar 3, 2018
«Kubo y las dos cuerdas mágicas»

Hablemos un poco de animación, ya que por estos días me ha tocado ver mucha (niñera modo on). Y específicamente de las producciones norteamericanas, porque estas son las que ocupan el 90% de la cartelera (pequeño detalle).

De las grandes productoras que existen, primero tenemos a Disney (la corporación de entretenimiento más grande del mundo). A nivel de animación tiene dos vertientes; por un lado, la marca Disney como tal, que se dedica a hacer dibujos animados en un sentido clásico (desarrollo, argumento, etc.); por el otro, una filial para productos «más creativos» como lo es Pixar, empresa fundada por Steve Jobs y que fue pionera en el uso de la animación 3D.

Por otro lado está DreamWorks, creada por Steven Spielberg para ser la rival de la poderosa Disney. ¿Cómo DreamWorks atacó a la todopoderosa Disney? Con un producto muy ingenioso que representaba la antítesis de los cuentos de hadas de la productora del ratón Mickey, era el caso de Shrek. Luego DreamWorks le agarró gusto al dinero, quemó a Shrek con secuelas — una más desasentada que otra — , y en la actualidad solo se dedica a realizar películas de animalitos muy infantiles, dejando muy en el recuerdo esa interesante idea de ser una anti-Disney.

Le sigue Illumination, que va en la misma tónica de DreamWorks, aunque incluso un poco más ñoña (por citar un ejemplo: los Minions, una versión moderna de los Teletubbies).

Y por último, tenemos a Laika, productora sobre la cual realmente quiero hablar en esta ocasión. Esta es responsable de obras como Los Boxtrolls, Paranorman y una de mis animaciones favoritas de los últimos años, como es Coraline. Al contrario de las tres productoras anteriores, Laika no trabaja con técnicas de CGI, sino en el stop motion (aunque algunas imágenes están estilizadas con el CGI, pero igual resulta algo fresco y agradable visualmente).

Pero no solo es el tema de la estética, son también sus historias, historias aleccionadoras que dejan algo al espectador. En tal sentido, la narrativa no se cohíbe de que a algunos personajes les pasen sucesos muy malos (como morir) por el hecho de ser producto «en teoría» para niños, porque lo que importa no son las situaciones sino toda la obra en su conjunto y el mensaje que te quiere dejar.

Ahora a Laika le está pasando lo mismo que a estudios Ghibli (que sabemos, anunciaron su cierre el año pasado) y es que, a pesar de ser producciones artesanales de grandísima calidad, la gente no las ve. Su última producción, Kubo y las dos cuerdas mágicas, pasó casi desapercibida en carteleras, y cuando reviso los números veo que solo recuperó un poco más de lo que invirtió. Y peor aún, la tendencia es que las producciones de Laika cada vez sean menos rentables.

Es ahí cuando pierdo la fe en la gente, gente que solo quiere que le den la comida en cucharita, se la soplen y metan en la boca, con productos vacíos y cotuferos, llenos de chistes y canciones pop. La gente no quiere productos que hagan pensar y menos a sus hijos.

Sobre Kubo y las dos cuerdas mágicas, gran cinta animada, la mejor del 2016, por lo menos de las hechas en EUA. Visualmente impecable, gran historia, por momentos oscura, pero necesaria. Su mensaje puede parecer un poco triste para los pequeños, pero no es gratuito, ya que nos habla de aceptar la vida como es, con su pro y contra, e incluso aceptar el final de la misma porque esta forma parte de la vida. El tratamiento que hacen de la cultura nipona me parece interesante: el costumbrismo, los origamis, los ritos fúnebres, la música (nada que ver con el tratamiento Disney que reduce la cultura polinesia a canciones pop en Moana).

Estaré atento a todo lo nuevo que saque Laika, esperando no corra el destino de Ghibli (que espero que tampoco se concrete su cierre) o, lo que es peor, que un estudio más grande lo compre y lo pongan a hacer las mismas animaciones vacías de consumo masivo que vemos en otras productoras.

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