Imagen: Valeria Askakova

Apuntes de gastronomía de alguien que casi no cocina

Es muy sabroso comer, y comer bien. Pero hay tantos elementos de creatividad, cultura y personalidad en la comida que es una exquisitez (jeje) profundizar en este mundo

Juan Carlo Rodríguez
Published in
5 min readDec 16, 2018

--

Emigrar te obliga a abrir la mente aún más de lo que crees. En especial en lo concerniente a tu empleo. Cuántos emigrantes debimos poner nuestras carreras y quizá nuestras pasiones en pausa, por aquello de que primero es sobrevivir y luego vivir. En mi caso, asumí un reto que en mi mente resultó en mofas de gente que conoce mi torpeza de primera mano: ser mesonero.

Pero sorprendemente, no solo me he adaptado, sino que he descubierto que es un trabajo que me ha traído no pocas satisfacciones. Una de ella está unido al hecho que ahora comparto mi vida con una maravillosa mujer que además es chef y repostera. He descubierto el mundo de la gastronomía como nunca antes, y lo empiezo a usar como fuente de inspiración.

Siempre he considerado que hay mucho más detrás de una comida que, saben, comida. Si nos vamos directamente a la pirámide de Maslow, es nuestra primerísima necesidad y qué importan los demás sentidos. Si uno está apurado — como es tantas veces el caso en esta sociedad — lanza cualquier combinación de alimentos en un plato y ya tienes comida; estás proveyendo a tu cuerpo de la energía que necesita para subsistir durante las próximas horas. Listo. Supongo que esa es la raison d’être de la comida rápida: cualquier cosa sabrosa que esté listo en poco tiempo por poco dinero, para no esperar mucho para calmar el hambre.

Para el que tiene el tiempo o la dedicación de hacer un plato, es otra historia completamente. Hay cultura, hay elementos de todas las artes, y hay un profundo sentimiento personal. Incluso en algunos elementos de la comida rápida, si me atrevo. Es un mundo que me encanta estar explorando a mayor profundidad por todo lo que descubro.

No creo que tengo que decirles cuánto puede revelar de nuestra personalidad cómo escogemos preparar, condimentar, mezclar o directamente comer nuestros platillos. Todo depende de cómo nos criaron, de qué país, la relación con nuestros padres, o quien quiera haya sido la principal persona que cocinara en nuestra casa. Puede ser incluso un asunto de orgullo nacional .

(Paréntesis: Aprovecho aquí para resolver los debates que han habido en los últimos meses por mi Twitter.

— Fuera el azúcar de mis caraotas.

— Mayonesa NO va en las hallacas.

— Las arepas son venezolanas. Colombia, las podemos compartir, pero son nuestras para empezar. Los quiero. Supérenlo.

Continuemos.)

Admito que me entra un orgullo nacionalista cuando alguno de mis nuevos amigos extranjeros, especialmente estadounidenses, sonríen gustosos cuando comen una arepa, o siquiera cuando se las describo. Hay tanto bagaje cultural en una arepa: un desayuno familiar, una cena con amigos, el final de la rumba, la bienvenida a un vecino. Que alaben una arepa es como alabarlo a uno en su “venezolanidad”.

Esta foto además destaca otro aspecto que he descubierto: tanta importancia que hay en la presentación de un plato. He aprendido en estos meses que hay cursos de fotografía dedicados a capturar la comida de las maneras más atractivas posibles (y bueno, ni digamos los trucos que hay para hacer esos platillos suculentos en los comerciales). Pero además está el propio arte de emplatar: preparar la comida de tal manera que sea visualmente atractiva. Porque todo entra por los ojos, ¿no?

He descubierto que pocos han llevado este concepto tan lejos como el estadounidense Grant Achatz, dueño del restaurant Alinea de Chicago, consistentemente considerado el mejor restaurant de Estados Unidos. En el primer episodio de la segunda temporada de la serie Chef’s Table de Netflix, Achatz explica que envidiaba a los pintores que usan todo un lienzo para sus creaciones. Así que decidió crear una experiencia en su restaurant donde toda la mesa es el plato, una preparación que me recuerda muchísimo a Jackson Pollock.

Source: alifewortheating

Pero algo que siempre hay en la comida es el componente sentimental que uno le pone. Creo que hay pocas cosas que dicen cuánto significa una persona para ti como prepararle la comida, ya sea algo tan sencillo como prepararle la lonchera colegial a un hijo como hacerle la cena a un ser amado. Es una de las mejores formas de demostrar amor, pues te estás preocupando por su bienestar a la vez que quieres que todos sus sentidos sean estimulados positivamente. Es una pregunta que hice en Twitter y recibí respuestas bien conmovedoras.

Hoy en día, esto hace que esta escena de Ratatouille tenga aún mayor significado que antes.

La comida es mucho más que comida, si te tomas el tiempo. Hasta comer un perrocaliente en la calle tiene un componente cultural único para los venezolanos, pues hasta un buen “asquerosito” tiene su arte. Preparar un platillo a alguien o incluso a ti mismo es una caricia para el alma, un placer que nunca debería dejarse de experimentar al menos una vez, porque es estímulo para la vista, gusto, olfato y a veces tacto y oído.

Y si me disculpan ahora, tengo un almuerzo que preparar.

PD: El plato navideño venezolano por excelencia es la hallaca, esa mezcla de ingredientes que nos identifica tanto como cultura. Les comparto una imagen que ha estado circulando por redes para que sepan — o recuerden — cuánto significa una hallaca para nosotros.

Texto de Adriana Bertorelli (Twitter: @adribertorelli)

--

--

Juan Carlo Rodríguez

Periodista venezolano. Lucho por encontrar equilibrio en un mundo desequilibrado. / Venezuelan journalist, struggling to find balance in an unbalanced world.