Atardecer
Las palabras construyeron la luz rojiza del atardecer entrando por la ventana, tejieron tus manos apoyadas en el cristal de la memoria, tus dedos como una extensión incandescente del horizonte, más allá de los límites de la hoja, de los contornos de las letras, de las fronteras difusas de la piel, de la sangre encendida por el sol corriendo por tus venas, del diente de león que sembró sus semillas de luz en tu carne, como palabras que se desprenden del libro de la eternidad para construir la luz rojiza del atardecer, tus manos, la ventana, la memoria, la sangre, tu piel bañada por el sol.