Contra-censura a golpe de «click»

La censura y el efecto «Streisand» en tiempos de redes sociales

Jack Cavre
Vestigium
4 min readAug 12, 2019

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Imagen de Dimitris Vetsikas en Pixabay

Censurar en la Red es pecado, y puede fácilmente magnificar el problema y desencadenar una crisis de reputación online. Es lo que se conoce como efecto Streisand, que hace referencia al incidente que protagonizó la actriz y cantante Barbra Streisand cuando en 2003 pretendió retirar una imagen aérea de su mansión californiana, consiguiendo justamente el efecto contrario: despertar el interés del público.

Alberto Dotras, coordinador y docente en el Postgrado en Community Management y Social Media.

Los políticos y sus fobias, los políticos y sus miedos. Alguien dijo que el siglo XXI se ha convertido en el ecosistema perfecto para los dirigentes idiotas, y visto lo visto, parece ser que no va mal encaminado.

Llevamos semanas escuchando cómo, desde los nuevos Ayuntamientos que se conformaron en España a partir de abril de este año, quieren controlar todo el arte que se financie con dinero público. Quieren arte a medida, y quieren artistas que se acomoden a los ideales del partido que los contrate. Como en tiempos del dictador, donde los cantantes de copla tenían que rendir pleitesía al régimen o morir en el olvido.

Miguel de Molina, censurado, apaleado y exiliado por el régimen franquista. Vía Cáceres al detalle.

Nunca hemos sido menos libres. Yo viví los 70, aún bajo el franquismo, y fuera de la política, la libertad era absoluta. Ahora vivimos entre montones de inquisiciones. Y este puritanismo espantoso. Nunca he sentido mi libertad personal tan amenazada como en los últimos 10 años. La estupidez es una mala compañera de viaje de la libertad. […] El malo es suficientemente inteligente para darte la libertad que sabe que necesitas. El estúpido te las niega todas. Primero nos mandaron los ricos, luego los resentidos y ahora los estúpidos.

Arturo Pérez-Reverte, escritor. (Publicado por ABC)

Ahora, parece que la historia, siempre cíclica, vuelve a repetirse y los gobernantes dan muestras de molestia si aquellos que actúan en las fiestas de su pueblo no piensan como ellos. Al menos ese aspecto tiene lo que ocurre en los casos de Pedro Pastor y su padre Luis Pastor, Rozalén (y 20 artistas más) y, en estos días, C. Tangana. Todos ellos tenían contratos con las administraciones, pero al final, el puritanismo político y la presión de algunos colectivos creo que han ganado la batalla, pues son ellos los que administran los billetes.

Rozalén, una de las artistas canceladas en las fiestas de San Mateo, Oviedo. Vía Flickr. @malopez21

¿Dónde está el miedo? ¿En la propia estupidez? Los gobernantes van jugando con pies de plomo en esto del postureo. En los tiempos que corren, las redes sociales y los nuevos lobbys crean una presión que hace tambalear el puesto ansiado en una nueva era de diversificación del voto. El político tiene miedo a meter la pata y eso, seguro, no es compatible con el arte, disruptivo, polémico y moderno. Así que lo mas fácil es no mancharse las manos y hacer de la cultura pública un páramo de altisonancias y rarezas. Hagamos arte blanco y para todos los públicos, sobre todo para todos los públicos que tengan seguidores en las redes o salgan todos los días en los debates políticos de la pequeña pantalla.

Luis Pastor, el padre, fue uno de los máximos exponentes del movimiento del «No a la guerra», y la derecha nunca se lo perdonó. Así que, en cuanto pudieron, los gobernantes se cobraron la deuda y atacaron donde más duele, en un hijo que busca su camino en el tortuoso mundo de la música. Duele mucho. Me recuerda demasiadas cosas, cosas que ya parecían haberse diluido en el tiempo; me recuerda cuando los hijos de los republicanos nacían con la marca de la vergüenza en un país que los trataba como apestados.

Política de restringir la expresión pública de las ideas, opiniones, concepciones e impulsos que tienen o se piensa que tienen la capacidad de socavar la autoridad de quien gobierna o el orden social y moral que dicha autoridad se considera obligada a proteger.

«Censura», definición. Harold Lasswell en Enciclopedia de Ciencias Sociales (1930).

Censurar no es más que la acción que provoca al gobernante el miedo a que sus gobernados piensen y elijan libremente. Los actuales políticos están siempre en la línea de la equidistancia porque en realidad viven de la profesionalidad de la política. No hay vocación de hacer el bien al pueblo, hay vocación de poder y dinero, y para eso deben esconder sus intenciones y hacerlo mientras dan migas a los que se quejan a su alrededor. Qué pena de políticos. Censurar es un orgasmo de poder. Pero no siempre sale bien. Hoy, la historia de la copla, por ejemplo, no menosprecia a Miguel de Molina; hoy la historia lo ha puesto en su sitio, porque la censura no puede con la memoria si alguien la escribe y la pone a buen recaudo.

La otra cara de la moneda es lo que en estos casos está pasando. La censura en un país europeo libre es difícil de explicar cuando salta la noticia, y más complicado se pone si a esto le sumamos la difusión en las redes. Y he aquí el llamado efecto «Streisand».

Yo no conocía a muchos de los actores implicados en estas últimas polémicas, pero ahora en mi reproductor de música escucho a Pedro y a Los Fesser, (estos últimos se negaron a ocupar el puesto de los censurados Pastor), y estoy encantado con esta circunstancia. Quizá nunca hubiera disfrutado de su arte si no hubiera sido por algún concejal tiquismiquis. No hay mal que por bien no venga.

«Si la música es ruido», Los Fesser. Youtube.

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