De la oruga a Pegaso

Tanta belleza que puede surgir del horror. ¿Seguiremos la tendencia? ¿O todo esto será para nada?

Juan Carlo Rodríguez
Vestigium
5 min readJun 13, 2020

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Imagen: Joshua Sortino

Hay que volver a empezar
Hay que volver a soñar
Hay que volver a sentir
Que no se puede vivir
Sin esa poca de sal

Fito Páez, “Salir Al Sol”

Entramos en el mes número cincuenta del año 2020. No me digan que no es así, todos lo hemos sentido de esa manera. ¿Se acuerdan cuando por allá en enero nuestro mayor temor era una guerra con Irán? Que inocentes éramos. (Y ojo, eso no es que se olvide. Lo más probable es que Irán no lo haga.)

Pero ahora… esto. Estamos aún a mitad de una pandemia, pero Estados Unidos y, hasta cierto punto, el mundo está ardiendo, por otra injusticia más cometida contra un miembro de la raza negra (mi opinión al respecto ya la escribí por aquí). No importa que George Floyd no era un santo ni merece ser tratado como un mártir (había consumido metanfetaminas el día de su muerte, y todo empezó porque trató de pagar con un billete falso), pero estaba tratando de recuperar su vida y, al final, fue un hombre negro desarmado que murió a manos de la autoridad que debió protegerlo. Otra vez.

Y eso en el panorama de un país que ha visto más de 110.000 personas morir por un manejo absolutamente terrible de la pandemia. (En comparación, Mongolia, un país con una población de tres millones, frontera con China, sólo ha tenido 186 casos y CERO muertes.) Dos meses de encierro que nos tuvo a todos volviéndonos locos de la incertidumbre y ahora… Puf. Las precauciones quedan aplastadas por la rabia ante injusticias seguidas (y no olvidemos a quién ha afectado más el coronavirus).

En medio de todo esto, hoy tengo que agradecerle a Austin Kleon, una vez más, el pequeño oasis que significa el estrés de estar aquí. En su usual correo de los viernes (un recurso valiosísimo para creativos — no puedo recomendarlo lo suficiente), me dirige hoy a esta columna del New York Times Magazine con el título traducido como “La Verdad Sobre Los Capullos”, de Sam Anderson.

Imagen por Cathy Keifer

Todos hemos aprendido el ciclo de la mariposa. Lo hemos aprendido de maneras simpáticas, alegres, educativas. Pero, como destaca Anderson, es de todo menos.

Cosas terribles pasan (adentro de una crisálida): una campaña de desolación tenebrosa que haría palidecer a la mayoría de las películas de terror. Lo que una oruga está haciendo, en su cuarentena autoimpuesta, es básicamente digerirse a sí misma. Está usando enzimas para reduir su cuerpo a gelatina, convirtiéndose a sí misma en una ex-oruga — una masa casi informe latoemd alrededor de algunos órganos esenciales de sobra (tubos traqueales, intestino).

Ah y no olvidemos que en las mariposas es distinto que en las polillas: mientras las orugas de éstas suelen envolverse en seda endurecida, las orugas de las mariposas se envuelven en una crisálida, una estructura dura que está adentro de la oruga y sale cuando ella se raja su propia piel.

De esta masa informe pero aún viva, hay unos grupos de células con el encantador nombre de discos imaginales. Una vez que la oruga se ha convertido en pura proteína, los discos empiezan a alimentarse de su masa y se van ensamblado en las distintas partes de una mariposa: ojos, patas, boca y alas.

En otras palabras, una mariposa sólo puede surgir de la destrucción de una oruga.

Kleon sigue en su reflexión recordando algo que escribió hace unos meses, citando al escritor Henry David Thoreau, quien en su diario (fecha 16 de junio de 1854) escribió lo que luego sería su discurso en contra de la esclavitud en Massachusetts.

¿Quién puede estar sereno en un país donde tanto los regentes como los regidos están sin principio? El recuerdo de mi país arruina mi caminata. Mis pensamientos son asesinato al Estado, e involuntariamente conspiran en su contra.

Pero luego, Thoreau se mueve hacia la esperanza. Kleon cita a Laura Walls, autora de la biografía Henry David Thoreau: Una Vida (traducción mía).

En un extraordinario giro final, (Thoreau) se obliga a ir hacia la esperanza. “Pero sucedió que el otro día olí un nenúfar blanco, y una temporada que había esperado había llegado. Es el emblema de la pureza”. Puro al ojo, de dulce aroma, y sin embargo anclada en “el limo y lodo de la tierra”, el nenúfar se volvió su emblema para la “pureza y el coraje” que aún podía — que aún debía — nacer de “la pereza y vicio del hombre, la decadencia de la humanidad”. Al ofrecer a su audiencia esta flor de loto americana, el sagrado símbolo budista de la iluminación que había encontrado iluminando su camino en Concord, Thoreau les estaba ofreciendo la esencia de su propio ser y creencia, y la historia de su propia redención.

Dominicus Johannes Bergsma / CC BY-SA (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)

Y por último, yo mismo recordé la historia de Pegaso, el magnífico caballo alado de la mitología griega, quien ayudó al héroe Belerofonte a derrotar a la Quimera, quien cargaba los rayos del dios rey Zeus, quien es símbolo de nobleza y pureza.

Y quien surgió, junto con su hermano Crisaor, de la sangre que manó de la cabeza decapitada de la Medusa, luego que Perseo la mató.

Todo esto viene a raíz de algo que leí por ahí que me dejó pensando.

¿Que tal si este año no es el año catastrófico que todos pensamos (incluyéndome)?

¿Qué tal si este es el año que todos necesitamos?

A lo mejor este es el año que la Humanidad necesitaba, el equivalente a un solo patadón en esas nalgas para que entendiéramos que no estábamos transitando un camino bueno. La cuarentena es nuestro capullo donde estamos disolviendo nuestra antigua humanidad, para surgir como seres superiores. Al menos cambiados, espero que para bien. Que toda la mierda en la que estamos nadando nos ayude a renacer como seres que entendemos mejor el sufrimiento ajeno, que nos volvemos más compasivos, más empáticos, menos egoístas. Al menos espero que la mayoría sea así.

Porque si no, se habrán muerto casi 400.000 personas para nada.

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Juan Carlo Rodríguez
Vestigium

Periodista venezolano. Lucho por encontrar equilibrio en un mundo desequilibrado. / Venezuelan journalist, struggling to find balance in an unbalanced world.