Disney entre magia y realidades contemporáneas

Natalia Ortega Matute
Vestigium
4 min readJun 6, 2022

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Disney es Estados Unidos y Estados Unidos es Disney, esa es la idea que se ha desarrollado y perpetuado por años en el imaginario colectivo. Ambos entes se relación uno con el otro de manera voluntaria e involuntaria como algo inherente, y hasta hace poco los dos actores parecían estar indiscutiblemente orgullosos y satisfechos de que fuera así.

Los parques que conforman el complejo de Disney que se ubica en el Estado de Florida son internacionalmente famosos, a nivel tal que tan solo en el 2020 más de 18.5 millones de personas los visitaron. El peso económico del gigante del entretenimiento no es algo para tomarse a la ligera. Recientemente las palabras de “Florida” y “Disney” inundaron las noticias y las redes sociales, la causa de esto: una ley.

El gobernador de Florida, un republicano de nombre Ron DeSantis, presentó en enero de este año el proyecto de ley HB 1557, poco antes de esto el periodista Rod Dreher publicó una serie de artículos en la revista The American Conservative, en ellos resalta por medio de evidencia el “significativo” nivel de adoctrinamiento de género y queer que Disney “implanta” en su compañía y entorno. Sin embargo, hay que considerar que por años esta compañía ha sido criticada por su conservadurismo y su papel como creador de estereotipos heteronormativos; y que hasta hace muy poco su agenda empezó a teñirse de otros colores.

Directivos de Walt Disney Co. como la productora ejecutiva Latoya Ravenue y la gerente de diversidad e inclusión Vivian Ware ya habían reconocido públicamente sus intenciones de implementar una agenda LGBTQ+ y dedicar recursos a temas de inclusión. Sus testimonios reflejan que desde hace un tiempo, líderes y miembros han sido acogedores con esta agenda y que más personas han confesado su iniciativa de cambiar la ideología tradicional en específico para el público infantil. Este barco ya había zarpado, la compañía ya había implementado medidas como por ejemplo eliminar el referirse como “damas, caballeros, niñas y niños” a cambio de “soñadores de todas las edades”.

No obstante, para muchos esto es nuevo y parte del problema en el que se ha convertido esta ley. Ambas Cámaras del Parlamento de Florida, considerando que son republicanas en su mayoría, votaron para quitarle a Disney su estatus privilegiado, pero ¿qué es este estatus? Es simple, desde 1960, esta compañía ha sido básicamente independiente y autónoma de la gestión local, libre de cumplir con las regulaciones estatales, pero no más, parece ser que los estadounidenses han tenido suficiente.

Ahora bien, ¿qué implica esta ley y porque tanta polémica? La ley que aprobó el Senado de Florida prohíbe a partir del 1 de julio al ámbito educativo desde el preescolar hasta el tercer grado enseñar o adoctrinar en asuntos relacionados con la orientación sexual o identidad de género con el objetivo de los padres tengan mayor poder de decisión sobre lo que sus hijos aprenden y las instituciones de esta índole enseñan. Además, la ley obliga a las escuelas a notificar e incluir a los padres en las decisiones críticas que tengan relación con la salud mental, físico o emocional de los estudiantes.

La ley es causa de polarización, una polarización que en el país se ha exacerbado desde hace unos años y a pesar de esto, el creador de la magia en el mundo optó en un principio por guardar silencio, uno largo, incómodo y doloroso para muchos, luego se justificó y finalmente rectificó su postura. Entre los puntos importantes del comunicado de Bob Chapek, CEO de Walt Disney Co., se menciona la reafirmación de su apoyo total a la agenda LGBTQ+ y su compromiso con la ideología de género, además, se disculpa por no haber sido un aliado más fuerte para el desafío en contra de los derechos humanos básicos que representa la ley también conocida como ley “No digas gay”. Explica además que necesita focalizar su influencia para promover el bien a través de la inclusividad, de la defensa abierta de lo que su causa se merece: visibilidad, protección, oportunidades y derechos. Hoy, la postura de Disney es clara, establece que el proyecto nunca debió haber sido aprobado ni convertido en ley y que como empresa, su objetivo ahora es incrementar la ayuda para lograr que la ley sea derogada.

En el inter, empleados y miembros de la comunidad se han organizado para manifestarse, física y digitalmente, mientras tanto, ¿Qué dice la Casa Blanca? Joe Biden clasificó la ley como “odiosa” y se unió al grupo de los entusiastas de las promesas y se comprometió a proteger a los miembros de la comunidad LGBTQ+. Aunque la línea que divide los bandos no es clara, se dilucida a través del espectro político de izquierda y derecha.

Los riesgos y el miedo son tangibles, existe miedo a pronunciarse, a apoyar u oponerse, a la posibilidad de que se abra un espacio aún mayor para la discriminación, a vulnerabilizar la formación y educación de la niñez. ¿Correcto o incorrecto? ¿Qué tan fuerte es la magia? Muchos creen que el tema es “demasiado pesado” para los estudiantes de esta edad, que se les está desmoralizando, que Disney está abusando de su influencia y poder para esparcir un mal que destruye la nación y el tejido del país. El impacto aún está por verse, pero con esto, ¿quién verdaderamente gana y quién pierde?

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