Disrupción (XI)

Borja Morales
Vestigium
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2 min readNov 25, 2018

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Llegas a la cochera. Al sacar las llaves del Seat se te resbalan por el sudor y caen al suelo. Ves un hilo de sangre en la tierra. Abres el maletero. Se atranca. Lo empujas hacia arriba. Con fuerza. De pronto se abre con un clack. Un sonido de ruptura, un sonido que te duele como si te hubieran partido las piernas. Frente a ti, amordazada y sin ropa está Clara, con la santa reliquia entre sus pechos. La observas durante un rato. Todavía tiene una preciosa piel pálida y blanquecina pero sus ojos abiertos miran a la nada. Coges una lona y la tapas con cuidado de no tocarla. Hay restos de sangre y todo indica que has sido tú. Piensas en tus sueños, en las visiones, en tu accidente. Piensas en los extraños extranjeros y te preguntas cómo has llegado a esta situación. Oyes unos ruidos y cierras con prisa el maletero. Es Pancho, en estado de pánico. Mueve la cola y te mira con terror. Sabe en lo que te has convertido.

Quieres salvar tu alma y decides confesar tus actos al sacerdote Trillo. Él es una persona sabia y sabrá guiarte. Te limpias las manos con la manguera de la corrala. Sales hacia la iglesia de San Benito Abad, adonde Trillo se dirigía después de la ceremonia en el cementerio. Las calles están llenas de gente. A tu paso, dejan de bailar y beber, percibes un repudio inconsciente en sus miradas y escuchas en tu cabeza voces amenazantes. Chocas con una chica que derrama su vaso de cerveza sobre tu camisa. Recuerdas el yogur de la fábrica derramado sobre tu ropa, así fue como comenzó todo. Escapas corriendo, por la calle Carnicería. Y justo antes de llegar a la Plaza Mayor, como si el destino existiera, te encuentras a dos de los rubios saliendo de la casa de la tía Juli. Te ocultas tras una columna. Observas. Visten de naranja y hablan en inglés. Suben a una furgoneta Ford Transit blanca. No termina de arrancar cuando uno de los rubios sale de la furgoneta y vuelve a entrar en la casa. Una mezcla de miedo y excitación recorre tu cuerpo. Esta situación es una oportunidad. Tragas saliva y, sin saber si te dará tiempo, corres a casa en busca de tu coche. Entras en el Seat. Al arrancarlo sientes una nausea por el olor que desprende el cuerpo de Clara. Pones el aire acondicionado al máximo y te pones en dirección a la calle Carnicería. Como si hubieran estado esperándote, la furgoneta arranca al poco de que llegues. Te mantienes quieto un tiempo prudencial y te dispones a seguir su rastro.

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Borja Morales
Vestigium

Me gusta la ciencia ficción, los gráficos por ordenador y los videjuegos. ¡Ah, también me gusta escribir! https://www.borjamorales.com