Día 4: Pandemia

silvialbuja
Vestigium
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2 min readMar 23, 2020

(Diario de cuarentena)

Ilustración @mindheart.kids

Una amiga me escribe desde México, para preguntarme cómo vivo mi cuarentena. Me cuenta que las autoridades no han decretado ninguna medida en su país. Ella como muchas otras personas, se están auto imponiendo un aislamiento voluntario. Me quedo inquieta frente a lo que dice, especialmente respecto a las múltiples declaraciones de su presidente que asegura que “hay que abrazarse, no pasa nada”.

Todo febrero nos debatimos entre el grupo de las escépticas e incrédulas, yo la primera, que tranquilizaba a las alarmistas, que lo veían venir. Es una “simple” gripe, un constipado, cuanto alboroto. Me basaba en lecturas científicas, con datos numéricos como las recogidas en el Informe del Ministerio de Sanidad español, que dice que para el 2018–2019, murieron 6.300 personas por gripe. A mi argumento también añadía, que el machismo mata cada día un promedio de 137 mujeres alrededor del mundo, y que datos como la muerte por dengue, el ébola no nos llegaban con la volatilidad y vehemencia de estos momentos.

¿Quién gana con todo esto? ¿Quién es el tonto de la mesa? ¿No parece algo extraño que ahora le tengamos que comprar una vacuna a Estados Unidos y/o a China? ¿Y si al final todo esto es un capítulo más de la desgastada teoría de la conspiración? Son muchas interrogantes, que con seguridad ya están resolviendo los ágiles guionistas de Netflix, quienes han empezado a escribir el guion de la serie o película que a corto plazo veremos.

Es marzo y en pocas semanas, he pasado a formar parte del grupo de las alarmistas. Me he subido también en el tren de la incertidumbre y del miedo. He comprado un boleto de ida, al igual que el resto de la humanidad. Tengo a flor de piel activados todos mis TOC’s de limpieza, así también la hipocondría desatada, con taquicardia incorporada.

¿Cuándo fue que me monté en esta aventura? — me pregunto.

Cuando la guadaña de la muerte sin pensarlo mucho, y si le da la gana, puede saltar el charco, llegar a otro continente, atravesar un país y posarse frente a la puerta de los que más quieres.

En este punto de inflexión, habría preferido confiar ciegamente en una estampita salvadora, como el presidente de México; y que al grito de “detente” esto de lo que ahora nos escondemos desaparezca.

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silvialbuja
Vestigium

Acróbata de letras, navegante de la conciencia; contadora de cuentos, escribo lo que siento y veo. Amo lo que soy, haciendo lo que puedo. @meditaryescribir