El Caballito de madera

K. Archila
Vestigium
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2 min readDec 5, 2019
La vez que decidí que hacer amigos era bonito

Había una vez un pequeño violinista, sus años de práctica y esmero en aprender a tocar el violín lo privaron de hacer amistades, muchos creían que debía sentirse muy triste al estar solo, pero el pequeño violinista jamás se sintió así, pues poseía un caballito de madera, para el cual interpretaba las más alegres y hermosas melodías. Y aunque la gente no entendía el porqué, siempre miraban al pequeño violinista muy contento, con su caballito de madera.

Cierto día, mientras el pequeño violinista tocaba para su caballito entre los bosques, el príncipe del reino lo escuchó, y guiado por su alegre melodía fue a su encuentro.

— Así que eres tú quien toca esa música que hace feliz al reino — musitó el pequeño príncipe al violinista. — Dime cuál es tu secreto para componer esta música tan alegre que contagia los corazones de quien las escuche.

— Oh, príncipe, no es ningún secreto el que poseo — replicó el violinista .— Las notas las inspira mi mejor amigo, que es este caballito de madera.

El príncipe no entendía el concepto de la amistad, pues sus padres rara vez le dejaban salir del castillo a convivir con otros niños. Era un niño triste y solitario que nunca había sido realmente feliz, hasta que escuchó las melodías del violinista y deseó ser tan feliz como él. Mal interpretando la situación, el príncipe pidió a sus guardias que tomaran al caballito y lo llevaran al castillo, así él podría ser igual de feliz que el pequeño violinista.

El tiempo pasó, y el violinista no tenia melodías que tocar, pues le habían arrebatado su inspiración. El reino se hundió en una profunda tristeza, y el príncipe no entendía porqué, aun con el caballito de madera en su poder no era feliz. Se interné en el bosque en busca del violinista, para exigirle una explicación.

— ¿Por qué tus melodías se han detenido? ¿Por qué, a pesar de tener el mágico caballito de madera, no puedo ser tan feliz como tú? — preguntó el Príncipe muy enojado.

Desanimado, el Violinista respondió:

— No hay nada de magia en mi caballito, Príncipe, lo único que me hacía feliz era el tenerlo a mi lado, y eso inspiraba a mi corazón para crear melodías hermosas. Pero luego tú te lo llevaste, y mi corazón quedó desolado.

— ¿He sido yo el causante de tanta tristeza? — El príncipe, desconcertado por esta revelación, le devolvió el caballito de madera al violinista y pidió perdón por obrar de esa manera.

El Príncipe y el Violinista forjaron una gran amistad, fruto de esta nacieron las más alegres y hermosas melodías que el reino hubiese escuchado, y vivieron juntos en armonía, junto al mágico caballito de madera.

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K. Archila
Vestigium

Prototipo de escritora. Tratando de evolucionar sin contradecirme.