El huésped infinito
La razón es un huésped que irrumpe nuestra niñez sin permiso, nos toma indefensos y asalta la ternura sin clemencia. Quedamos desabrigados ante un mundo ahora hostil e inconcreto.
Prófugo de un universo de quimeras, la razón, nos fagocita íntegros. Seremos rehenes de este misterio por la eternidad en la que dure nuestra esencia, nuestro cuerpo.
Fatigados de tanto acarrear al huésped terminamos por culparlo de nuestras malas decisiones.
Me intriga la ambivalencia sobre la que se mueve el hombre. Habita en nosotros una razón etílica y un inconsciente melancólico. La primera, disfruta desapareciendo en alguna borrachera, el segundo, respira por el corazón, palpitando cada amor como si fuese el último, como los amores de verano, breves pero intensos.
Bebé parásito. Hombre escindido. Anciano yerto sobre la hierba esperando el arribo de nuevos gusanos.
Fin del comienzo.