El poder suave y la política exterior de México: ¿Temido o amado?

Natalia Ortega Matute
Vestigium
Published in
4 min readNov 19, 2019

El mundo no funciona igual que antes y es una realidad que en esta nueva etapa, la imagen y la opinión que tienen los demás sobre lo que somos como individuos o como Estado determina en gran medida nuestras posibilidades de desarrollo. En relación a los Estados, mientras que antes era mejor ser temido y tener la mayor capacidad coercitiva, en la actualidad es mejor saber gestionar de forma inteligente la distribución de tus recursos y tu política, tanto en el interior como en el exterior, a través de un equilibrio funcional entre poder suave y poder duro.

Sin embargo, los recursos del poder no pueden juzgarse sin conocer el contexto, ya que el poder depende de este y para usos de este texto se utilizará a México como contexto para describir algunos aspectos de la implementación del poder suave en su política exterior.

Carlos Fuentes (2017) mencionó alguna vez que: “El poder suave es como una caracola de mar que, por un lado, te deja escuchar el interior de sí misma y, por el otro, te permite emitir un sonido potente y firme hacia el exterior”.

Desde una perspectiva cuantitativa, si se analiza el desempeño de México en términos de poder suave, este ocupa uno de los últimos lugares con base en los índices de poder suave. A pesar de los efectos de las relaciones de poder contemporáneas y del aumento de la importancia del poder suave a nivel global, cada país debe crear su propio plan, ya que como ya se mencionó, su éxito depende del nivel de consistencia que tenga con el contexto en el se origina, por lo tanto, México no tiene la misma facilidad para implementar estas dinámicas que Estados Unidos debido a que su capacidad militar y económica le brinda más posibilidades de instrumentar un poder suave, pero tener eso no es un requisito para poder hacerlo y es por eso que este país en momentos determinados ha logrado influir.

Constantemente se relaciona el poder suave con el poder de la atracción y de la seducción, si consideramos los últimos dos como un juego de ajedrez, es claro que en esta partida México ha decidido darle más importancia a su pieza de mayor valor, sin duda nuestro rey es la cultura. México ha abierto las puertas de su interior a través de distintos recursos como becas, intercambios, difusión internacional de eventos como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, entre otros; aun así nuestra capacidad para emitir sonidos hacía el exterior deja mucho que desear.

Somos un país reconocido internacionalmente por nuestra cultura, nuestras tradiciones y costumbres, han sido muchas nuestras contribuciones en esta área, pero desgraciadamente nuestra imagen internacional se ve afectada por el contexto de violencia que se vive y que se exporta más allá de nuestras fronteras. Este no solo es un problema de imagen, es un problema estructural que afecta nuestra capacidad de introducir nuestros intereses nacionales dentro de la agenda internacional, además, es un problema complejo que con el tiempo se ha ido perpetuando.

Una actitud atractiva, vende, sin embargo, la percepción de los consumidores no es lo único que debe tomarse en cuenta, los medios y las circunstancias en las cuales se realizan las acciones importan mucho también. Lo que se busca decir es que México ha influido en el ámbito internacional en múltiples ocasiones, pero no en todas los resultados nos han beneficiado, las inexistentes condiciones de paz y de justicia hacen de nuestra participación y de la aplicación del poder suave algo inestable y moldeable según la interpretación de quien lo analice.

El Penacho de Moctezuma se encuentra en Viena y eso es prueba de un pasado de opresión y explotación, no fue un intercambio que tuviera como objetivo influir en las preferencias o el comportamiento de otro para así alcanzar algún resultado deseado, no obstante, antes de instalarse ahí, la obra formó parte de una campaña nacionalista promovida por el gobierno mexicano, a simple vista si no se considera la historia, esto podría parecer una modalidad de la diplomacia cultural que buscase fomentar el entendimiento y la difusión de nuestro patrimonio, pero el poder suave es complejo y se debe analizar desde distintos ángulos.

Son muchas las vertientes, los factores y lo que está en juego, no obstante, el riesgo más grande México ya lo está librando al reconocer la importancia de los diferentes tipos de poder, en especial, la del poder suave. En el presente, los costos de no tomar en cuenta el poder suave son muchos y podrían significar una gran perdida para los Estados, otro punto que es necesario considerar es el hecho de que un porcentaje significativo de estos aspectos no dependen del gobierno, la sociedad civil trasciende y no se puede negar su influencia.

Después de este breve acercamiento a la aplicación del poder suave en un país como contexto determinado se entiende la incompatibilidad en la actualidad de la afirmación de que es mejor ser temido que amado, lo ideal sería alcanzar un punto medio que satisficiera las necesidades locales y que propiciara las condiciones para su desarrollo. El gobierno mexicano y aquellos con la capacidad para incidir en la toma de decisiones deben buscar los medios para atender las bases de nuestra identidad o mejor dicho, aprovechar los recursos que tenemos, todo en sintonía con nuestro pasado, historia, valores, acciones y cultura.

El país también debe adaptarse causando el menor daño colateral posible e innovar las formas de llevar a cabo su política exterior, como parte de las áreas de oportunidad se encuentra la falta de participación del gobierno en la esfera digital y la presencia en las redes sociales, lo que constituye una brecha entre lo que se está haciendo y lo que se debería de hacer, separándonos de los demás participantes en esta partida de ajedrez, alterando nuestra imagen, la opinión internacional y nuestra capacidad de alcanzar nuestros objetivos e influir en el escenario internacional a nuestro favor.

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