Entorno y salud mental

MaiteMCΨ
Vestigium
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11 min readJul 9, 2017

Como ya avancé en mi anterior post «Entorno Saludable», el ambiente influye mucho más de lo que creemos en nosotros. Lo que nos rodea nos nutre o, por el contrario, nos perjudica, afectando a nuestro estado de ánimo y definiendo una parte de nuestra personalidad. Los edificios, la arquitectura tanto interior como exterior de nuestra ciudad, la cantidad de espacios verdes que hay, todo influye.

Con el objetivo de sacar el máximo provecho a ello, muchos expertos de varios ámbitos ya están llevando a cabo estudios sobre la influencia del entorno en nuestro bienestar. Un nuevo concepto emerge de la mezcla de arquitectura y psicología: «ciudades de bienestar», que se convierte a la vez en la razón por la cual el diseño urbano y la salud mental deberían ir de la mano.

El arquitecto Luca Brunelli es uno de los profesionales de este sector que aboga por la creación de este nuevo concepto. Con palabras de Brunelli «sería ideal que los especialistas del mundo de la arquitectura y de la salud trabajaran conjuntamente para defender un derecho primordial, la vida sana». Y es que el bienestar y la salud implican no solo el bienestar objetivo (renta, educación, ocio, transporte…) sino también el bienestar subjetivo. Es decir, la experiencia interna de cada uno sobre cómo se siente y su grado de satisfacción con la vida.

Para el arquitecto Ignasi Bardera «es indudable la incidencia del diseño urbano en la salud de las personas. Las ciudades donde vivimos tienen mucho que ver con nuestra salud. La contaminación del aire, la contaminación lumínica y la falta de zonas verdes cercanas a la vivienda nos afectan física y psicológicamente».

Así que, haciendo un repaso rápido de nuestro entorno más cercano, desde la parada donde cogemos el metro hasta nuestro lugar de trabajo ejercen (aunque de manera inconsciente) una notable influencia en nuestro cerebro y por consiguiente en nuestra salud mental.

Por esto se vuelve de vital importancia identificar las características que tendría un entorno saludable y así poder aplicarlas en nuestra cotidianeidad. Desde el campo de los psicólogos esta labor se enmarcaría dentro del ámbito de la psicología positiva, siempre con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas, para prevenir la aparición de trastornos mentales y para mejorar la vida de aquellos que ya padecen alguna patología; y por supuesto teniendo en cuenta que el ambiente estaría ejerciendo una acción promotora y facilitadora de la salud (no de causalidad).

Según Francisca Savall, doctora en psicología por el departamento de Psicobiología de la Facultad de Psicología de Valencia, algunas de las características más importantes para conseguir un ambiente saludable son las siguientes:

La luz

La luz influye positivamente en nuestro estado de ánimo, sobre todo si se trata de la luz natural del sol, aunque hay que tener en cuenta que es importante respetar el ritmo circadiano de 24 horas para que el cerebro no altere la secreción de hormonas que asegura un buen descanso (melatonina y cortisol). «El reloj biológico, o ritmo circadiano, influye en las fluctuaciones en la atención y la conducta, la producción de hormonas, la temperatura corporal, el metabolismo y, lo más evidente, en el ciclo de sueño/vigilia». Afirma la investigadora adjunta del Instituto de investigación en luz, ambiente y visión, Graciela Tonello. Los datos de investigaciones en esta área contribuyen a aliviar, por ejemplo, sintomatologías asociadas al jet lag, trabajos nocturnos o a identificar los horarios más adecuados de ingreso a la escuela y al trabajo.

Es por eso que es importante disponer de entornos luminosos pero evitar a la vez demasiada luz cuando no es necesaria, lo que pasaría a considerarse contaminación lumínica. Como se afirma en el reportaje «El lado oscuro de la luz», «la luz es el principal sincronizador del sistema circadiano y, por tanto, es importante que el día sea día y la noche sea noche, lo que implica exponerse a luz brillante (que no tomar el sol) durante el día y hacer un uso adecuado de la iluminación en el interior de los edificios. En exteriores habría que recomendar aquellas lámparas en cuyo espectro se encuentre reducida la banda del azul (lámparas de sodio a baja presión)».

Por otra parte, la influencia de la luz en el estado de ánimo podría estar explicada por la presencia de serotonina en el cerebro, un neurotransmisor que induce estados de felicidad y satisfacción y que parece aumentar rápidamente sus niveles tras la exposición a una intensa luz solar.

Los colores

Otro factor importante en nuestro entorno que influye en nuestro estado de ánimo es el color. Existen ya numerosos estudios acerca de las emociones que evoca cada gama de colores. De hecho, se considera un campo dentro de la psicología, la psicología del color, el precursor de la cual fue el poeta y científico Johann Wolfgang von Goethe. Este difería de la visión original de Newton (meramente física) y afirmaba que el color comprende un proceso que implica tanto a los mecanismos del sentido de la vista como otros relacionados con la percepción, dándole un matiz más subjetivo.

De esta forma, si conocemos qué emoción transmite cada color podemos usarlo en nuestro beneficio. Según este criterio emoción-color, podemos agrupar estos en dos grupos:

  • Colores cálidos. Serían los rojos, anaranjados, amarillos, algunos verdes y violetas. Estos producen efecto excitatorio, como activación de la respiración y subida de la tensión. Estos animan psicológicamente.
  • Colores fríos. Serían los azules, verdes, grises y algunos amarillos y violetas. Estos son relajantes. Transmiten tranquilidad.

Saber esto puede ser muy útil para adaptar los espacios a nuestras necesidades. Por ejemplo, los colores cálidos se pueden utilizar en lugares de ocio como restaurantes, bares, etc., donde la gente lo que busca es animarse. Por otra parte, los colores fríos serán una buena opción para lugares donde la persona necesite relajarse como hospitales, escuelas o la habitación donde duermes. De hecho, estas medidas ya se empiezan a implantar como herramientas complementarias en salas de espera de hospitales, en plantas de oncología, etc.

El sonido

El sonido, al igual que la luz, tiene una doble cara. Puede ser muy bueno o muy perjudicial para el bienestar de la persona.

La melodía, el ritmo, y la armonía producen los mismos deseos que la comida, el sexo y las drogas, ya que la música tiene la capacidad de crear un estado de excitación el cerebro se enciende de manera auditiva. Además, «las tonalidades mayores podrían estimular más el movimiento eufórico mientras que las menores se relacionan con la tristeza (…) sus reacciones en el cerebro nos ayudan a encontrar un equilibrio emocional» (González, 2015).

Por otra parte, el exceso de ruido también puede generar estrés, sobre todo irritabilidad e incluso problemas cardiovasculares o trastornos del sueño. Por lo que vivir en un ambiente con excesivo y continuo ruido ambiental puede perjudicar gravemente tanto la salud física como mental ya que no permite al organismo descansar lo necesario. De hecho, hay estudios que sugieren que el silencio en sí mismo produce más relax que la música relajante. Los investigadores Kirste y cols. (2015) afirman que, «a pesar de que todos los sonidos tienen efectos en el cerebro a corto plazo, ninguno tiene un efecto tan duradero como el silencio».

Naturaleza

En este caso, al contrario que la luz y el sonido, se podría decir que el hecho de vivir cerca de espacios verdes solo puede aportar cosas buenas.

En el Encuentro de la Universidad Menéndez Pelayo celebrado en Mahón en 2011, los ponentes reunidos bajo el lema «Urbanismo y salud pública. Planificación urbana saludable» resaltaron la necesidad de que las zonas con naturaleza estén al alcance de los ciudadanos: el acceso a zonas verdes, que estén a una distancia a la que se pueda llegar a pie, reduce los niveles de cansancio mental.

Pero no solo en el exterior, también son conocidos los beneficios de tener plantas en el interior de las viviendas. Estas aumentan la concentración de oxígeno-hemoglobina en la corteza prefrontal, una respuesta que se encuentra relacionada con la disminución de la ansiedad y el estrés.

Los beneficios de tener plantas en casa son muy numerosos. Algunos de los principales son: limpian el ambiente absorbiendo humos y gases mediante la fotosíntesis, reducen las radiaciones, las más frondosas son capaces incluso de absorber los ruidos, tienen efectos beneficiosos para la piel e, incluso, hay algún estudio que afirma que estimulan la concentración en el trabajo.

Los olores

Del sentido del olfato podemos sacar mucho provecho, ya que este es uno de los que conecta de manera más directa con las emociones. Esto se traduce en respuestas realmente potentes y además prácticamente inmediatas. Una pequeña esencia puede hacer que el cerebro traiga de vuelta recuerdos, imágenes y sentimientos asociados a ellos, además de evocar otros nuevos.

Determinados estímulos olfativos provocan el incremento de la secreción de ciertas sustancias en el cerebro. La percepción de olores agradables está asociada con la activación de la región medial del córtex orbitofrontal, relacionada con los sentimientos positivos.

Por ejemplo, se sabe que el olor a lavanda o a camomila libera activos relajantes. Los cítricos, al contrario, activan el organismo. También son activadores el eucalipto, la menta y el romero. Lo más útil es usar los quemadores de aceites esenciales, moléculas altamente concentradas y volátiles que atraviesan las mucosas nasales y son capaces de llegar rápidamente al sistema nervioso central, ya que traspasan la barrera hematoencefálica a través del torrente sanguíneo.

Sabiendo esto, sería muy útil disponer de ellos en nuestros hogares para dispersar estas esencias con el objetivo de relajarse o activarse, dependiendo de la necesidad de cada uno en cada momento. Es una forma sencilla y barata.

La arquitectura

Una de las últimas novedades que se están estudiando en relación a este tema de espacios saludables es la influencia del tipo de arquitectura en nuestro estado de ánimo. Profesionales del sector de la arquitectura y de la salud trabajan juntos para determinar los aspectos del entorno construido (no solo del natural) que influyen en el bienestar.

Aunque hablemos ahora del entorno construido, de hecho, lo que se pretende con esta nueva tendencia es precisamente que el espacio edificado sea lo más parecido al natural, que es lo que se ha descubierto que aporta mayor beneficio.

Los pertenecientes al campo de la psicología ambiental reconocen que las personas, a pesar de vivir en espacios urbanizados, en la mayoría de casos albergan un deseo de estar en contacto con la naturaleza. Esto parece estar explicado por la función adaptativa que cumple el estar cerca de entornos naturales ya que aporta numerosos beneficios a la salud.

Es por eso que se empiezan a implantar en muchas empresas, cafeterías y hospitales estas medidas, adaptando el entorno a estas necesidades e introduciendo elementos naturales como plantas, paneles con paisajes naturales, grandes ventanales con vistas al exterior, luminosidad, muebles de madera, etc. Todo con el objetivo de que el interior sea lo más parecido al exterior, utilizando la arquitectura para humanizar.

Algunos ejemplos son las oficinas del National Australia Bank, el Hospital Niño Jesús de Madrid, el Royal Children’s Hospital by Bates Smart en Melbourne, la Cafetería Daily Break del Hospital San Juan de Alicante o el Centro de cáncer y salud en Copenhague.

Cafetería Daily Break del Hospital San Juan de Alicante

Ámbito salud clínica. Trabajando con nuestros pacientes

No puedo dejar de lado la parte que más interesa a los profesionales de mi sector. Esto podría servir de ayuda a todos aquellos que trabajen en un ambiente de clínica, ya sea hospitalario, en un gabinete privado, etc., donde creo que sería muy útil de cara a los beneficios del paciente tener en cuenta todas estas características. Y siempre, como afirma la doctora en psicología Francisca Savall, «enfocando nuestra búsqueda hacia aquellos ambientes que fomenten la felicidad con el fin de favorecer la recuperación (…), para prevenir posibles recaídas y la aparición de nuevas dolencias».

Hospital Niño Jesús de Madrid

Así pues, aplicando todo lo descrito a ambientes clínicos de salud podemos hablar, por ejemplo, de los efectos que tiene la exposición a la luz sobre los analgésicos en aquellos pacientes que acaban de someterse a una operación. Un estudio realizado en la Universidad de Pittsburgh encontró que las personas que durante la estancia estuvieron en un lugar del centro donde recibían más luz natural, tomaban un 22% menos de analgésicos (Walch y cols., 2005).

Como vemos, se trata de una medida complementaria, nunca con el fin de sustituir la medicación por una mera exposición a la luz solar. Simplemente puede ser una medida que ayude y que es bastante aconsejable tener en cuenta en estos entornos.

Además de la luz, parece ser que el uso de madera como material predominante en los espacios interiores influye de manera positiva en la recuperación de los pacientes (Wallenius, M.). Según Wallenius, doctora en psicología, esta aporta efectos reductores del estrés similares a la naturaleza en su conjunto.

En cuanto a la naturaleza exterior, según un estudio realizado por el psicólogo ambiental Roger. S. Ulrich, a los pacientes que tenían vistas a un paisaje se les administraron menos analgésicos y estuvieron menos días ingresados.

En resumen, sería genial introducir estas pequeñas pero importantes medidas como herramientas complementarias. Por ejemplo, habilitar las habitaciones de hospitales con grandes ventanas a través de las cuales pueda entrar gran cantidad de luz natural. También será siempre mejor para el paciente tener unas bonitas vistas a los jardines o, si esto no es posible, introducir cuadros de paisajes, pintar la habitación con colores relajantes, utilizar música, etc. Sería muy útil, por ejemplo, el aislamiento acústico en las habitaciones de los centros hospitalarios que reduciría la contaminación acústica y además permitiría usar posibles terapias con música.

En un entorno de consulta psicológica se pueden aplicar igualmente algunas de estas medidas para mejorar el ambiente y la relación con el paciente. En este caso la música no es recomendable ya que puede distraer durante la sesión en la que tanto terapeuta como paciente deben estar concentrados, pero sí se pueden usar aromas que relajen o activen, se pueden pintar las paredes de colores relajantes y se puede introducir mobiliario de madera, plantas y también cuadros.

Una de las salas del Centro de terapia Gestalt Azulcasirojo en Valencia

Aplicar alguno de estos cambios en el espacio físico donde se trabaja podría causar un gran beneficio en el bienestar de los pacientes, que al fin y al cabo es el objetivo de nuestro trabajo. Teniendo en cuenta, claro está, que estos consejos actuarían como complemento a las herramientas principales; como pueden ser el marco teórico en el que se encuadra el profesional, las técnicas específicas que utiliza, la alianza terapéutica, la profesionalidad, la palabra, etc.

Tan importante es adaptarse al entorno como adaptar el entorno a nosotros en la medida de lo posible.

Los cambios patológicos que provocan la enfermedad y los adaptativos que la combaten determinan si uno sigue enfermo o no. — Solomon, A.

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