Esperando el final

Bruno Losal
Vestigium
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2 min readFeb 16, 2018
Foto por Krista Mangulsone

Pedro volvió a dejarse caer en el sofá, derrotado, vencido por la realidad que castigaba su ego como un martillo de precisión germánica: constante, preciso, sin estridencias. Un martillo gris, sin alma pero que hacía su trabajo a la perfección: eliminar toda alegría de su vida.

Era consciente desde que se levantaba de que este martilleo le perseguía, sonaba el despertador y antes de que fuera consciente incluso de hacer el gesto de apagarlo, ya estaba ahí, constante, golpeando.

Se sentaba en la cama, encendía la radio, se llevaba un cigarro a la boca, y mezclado con el sueño, las legañas y el recuerdo de un mal sueño recurrente, esa cadencia mortecina seguía golpeando, quitándole las fuerzas que había conseguido recuperar durante la noche.

Pedro ya no perseguía ser feliz, ya no tenía sueños. Pedro solo quería por un día, por solo veinticuatro horas, ser libre de todas las cargas que había acumulado durante su vida. Volver a tener esa sensación de niño de no tener más futuro que el que dibuja tu imaginación y no tener hipotecado el futuro por tus defectos del pasado.

Aplastó el cigarrillo contra el cenicero, exhaló por la nariz y siguió esa rutina que confirmaba que si quieres cambiar algo debes dejar de hacer siempre lo mismo. Pero cambiar le parecía un sueño tan lejano como los que tenía hace veinte años, cuando era todavía una persona con más corazón que cabeza y con más ilusión que ideas.

¿Qué le pudo pasar para convertirse en una sombra? ¿Qué curva del paso lo llevó a bajarse de la vida y renunciar a conducir su propio destino para alimentarse de los recuerdos que el resto de la humanidad le dejaba a su paso?

Le pasó lo que le pasa a tanta juventud que en el viaje a su fin olvida los medios y su fin fue Marta, y el medio fue que Marta siempre lo quiso, pero no como fin sino como medio.

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Bruno Losal
Vestigium

Mi vida esta basada en hechos reales, como lo cuento quizás no tanto.