Estamos muy lejos del principio

Fernanda Rio
Vestigium
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5 min readMar 10, 2022

El vómito flotaba sobre el agua. Ninguna de las dos lo miraba. Era rosa, tal vez por una combinación entre el alcohol, las pastillas para adelgazar y la rabia. El silencio entre ellas había durado casi media hora, sus piernas empezaban a absorber el frío de los azulejos del baño. Marena lloraba despacio, como si toda la fiesta del otro lado de la puerta pudiera esperar para siempre. Isla había entrado a golpes. Después de darle una mirada a los cristales y las toallas, se sentó junto a Marena, que recién había vaciado el vodka de su estómago en el escusado. Ambas miraban hacia la ventana por la que se extendía una larga bugambilia, en la oscuridad parecía una extremidad monstruosa que se acercaba a ellas.

⎼ Lo hiciste otra vez ⎼ dijo Isla sin dejar de ver la ventana. Hubo otro silencio que dejaba escuchar los susurros de los invitados afuera del baño.

⎼ Te lo merecías ⎼ respondió Marena al fin.

⎼ ¿Merezco que arruines todos mis cumpleaños?. Isla estaba sobria pero algo en su tórax había empezado a apretar sus órganos desde los primeros minutos del día. Todos sabían que odiaba su cumpleaños.

⎼ No te mereces nada, no necesitas nada. No puedo arruinar tu cumpleaños, nadie puede. Para todos ellos eres perfecta, mis papás creen que eres perfecta. Todos te quieren más. Esto, lo que pasó hoy, es lo que estaban esperando. Que hiciera lo que siempre hago, por eso no lo van a recordar. Así como tratan de olvidar todo lo que hago, o no. Es mejor siempre fijarse en ti.

Marena puso sus ojos negros en los de Isla, que no volteó. La presión en su tórax se hacía más aguda, la consumía, como si hubiera un hoyo en medio de sus costillas y su cuerpo se estuviera escurriendo por ahí. Pero seguía ahí, con una mano en el centro de su pecho. Las palabras de Marena habían cavado una zanja entre ellas dentro de los pocos metros del baño.

⎼ Eso no es cierto, nadie esperaba nada. Prometiste, además, que no ibas a beber y que no harías esto. Isla bajó la mirada a donde había puesto su mano y empezó a presionar su esternón con los dedos.

⎼ No te odio, pero… ⎼ Marena empezó a llorar, esta vez las lágrimas rompían sus palabras. A veces sólo quisiera que te alejaras de mí.

Isla puso su sien en la puerta tratando de escuchar los comentarios de sus amigos del otro lado, los imaginaba atentos preguntándose si Marena estaría bien, si pronto empezarían a gritar de nuevo y alguna saldría corriendo de la casa. Nadie entendía su amistad. Las veían como los transeúntes ven esos baches en las calles y los cables caídos: un error que se corregirá con el tiempo y que por el momento sólo tenían que ignorarlo. Pero Isla y Marena se entendían, compartían un lenguaje único, un sistema de símbolos que no podía enseñarse ni aceptar a nadie más. Lo que las unía entre ellas las separaba de los demás, y eso había sido soportable para ambas, hasta ese momento.

⎼ Ya te dije que no lo hice para lastimarte. Pero somos tu y yo, compartimos todo, es normal que quiera lo mismo que tú.

Poco a poco volvió el ruido: los susurros se volvieron pláticas de nuevo y el volumen de la música regresó a su máximo. Los sonidos graves rebotaban en las paredes del baño.

⎼ ¿Por qué sigues tomando esas pastillas? Estás muy delgada, vas a desaparecer. ⎼ dijo Isla dirigiéndose al vómito. Marena no dijo nada.

⎼ Siento que estamos muy lejos del principio — siguió Isla, mirando fijamente al agua rosácea ⎼ Hoy cumplo diecinueve, más años de los que jamás pensé tener. No te conté pero mientras estaba haciendo el ensayo sobre Kafka que nos dejaron en la clase, encontré una parte de sus diarios en donde decía algo sobre cerrar el orificio por el que uno se vierte en el mundo. Ojalá pudiera hacer eso: descumplir años hasta volver a la herida por donde nací y cerrarla. Acercarme cada vez más al principio.

Marena volteó a verla, pero Isla estaba lejos mirando el agua o algún punto intermedio. Le molestaba que Isla hiciera eso, que le contara esas cosas que sabía que no le contaría a nadie más. Además, la fiesta entraba en oleadas por las paredes, ahora todos cantaban y bailaban y a Marena le parecía tan intrusiva como la bugambilia, como todo lo que las rodeaba. Deseaba poder quedarse sentada en ese baño con su mejor amiga toda la noche, antes de que tuvieran que separarse.

⎼ Sé que no lo hiciste para lastimarme, Isla — respondió Marena como si no hubiera escuchado el comentario anterior ⎼ Sé que nunca haces nada para lastimarme, pero lo hiciste. No puedes fingir que no lo hiciste ni tratar de explicármelo o hacer una fiesta y huir. Odias a todas las personas que están ahí afuera, por eso estás aquí. No porque te preocupes por mí. Por eso necesito que te alejes de mí.

Esta vez se miraron por un largo rato. Isla sentía que el hoyo en su tórax se ensanchaba. Le faltaba el aire. Empezó a llorar en silencio, con todo el cuerpo vencido sobre la puerta. Sacó de la bolsa de su pantalón unos aretes.

⎼ Se te cayeron cuando te tiraste al piso ⎼ los soltó suavemente sobre la pierna descubierta de Marena ⎼ Tu mamá te va a matar si los pierdes.

Las dos sonrieron imaginando a la mamá de Marena gritando y buscando sus aretes por toda su inmaculada casa.

⎼ Me quería ver más grande ⎼ dijo Marena mientras los protegía entre sus dos manos como a un pájaro — Más elegante. Se río y volvió a ponerse los aretes en sus orejas blanquísimas.

⎼ Tirarte al piso, insultarme y vomitar en la sala fue lo más elegante de esta fiesta. Lo juro.

Las dos se rieron. Marena se levantó y se lavó la cara. Después de mirarse en el espejo por unos minutos, ya sin maquillaje, abrió la puerta del baño sabiendo que toda la fiesta la estaba esperando. Caminó hacia el centro de la sala y se sirvió un poco más de vodka, esta vez sin jugo, sólo un poco de agua mineral.

Isla se acercó a la taza del baño, miró por última vez las nebulosas rosas y púrpuras que su amiga había expulsado de su cuerpo y jalo la palanca hasta que desaparecieron en un espiral hacia la nada.

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