La producción de los lectores y los escritores mansos

La literatura y el Estado en el mundo de habla hispana vistos por un anarquista

Gabriel Arriarán
Vestigium

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Juan Carlos I de Borbón ordena marqués a Mario Vargas Llosa

«La literatura es fuego», escribió un joven Vargas Llosa cuando con treinta y un años fue a recibir el premio Rómulo Gallegos. Algo de razón tenía.

Por aquella época todavía había escritores que tendían a llevarse muy mal con las dictaduras y el autoritarismo; o que gozaban como exhibicionistas abriéndose paso y abriéndose el gabán para mostrarle la verga a un corro de monjitas.

Que la literatura y la sedición eran hermanas era una verdad como un templo. El problema es que con el tiempo a ese templo se le rompieron los vitrales y se le picaron los capiteles, y lo que otrora fuera una edificación sagrada hoy se nos aparece como una cochambrosa carcasa en ruinas, incapaz de cobijarnos, de darnos seguridad o de servirnos para algo que no sea la evocación de un viejo pasado de gloria. Podría incluso ser peor: de un rancio recorrido turístico.

La sedición y el escándalo con que algunos escritores rodearon a la publicación de su escritura fue perdiendo sentido de forma inversamente proporcional a la expansión de la democracia neoliberal hasta el punto en que hoy, en América Latina y en España, es casi imposible comprender a la literatura sin tomar en…

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Gabriel Arriarán
Vestigium

Escritor, periodista, antropólogo, no necesariamente en este orden. Tengo problemas con la autoridad.