La revolución

Natalia Ortega Matute
Vestigium
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3 min readNov 28, 2019

Hoy en día, el movimiento feminista está en boca de muchas personas. Sin embargo, para entenderlo es preciso tomar en cuenta las dinámicas, implicaciones y mecanismos; en pocas palabras, la otra cara de la misma moneda, aquella que para muchos es aún territorio desconocido.

Nuestros motivos son claros, no nacimos mujeres para morir por serlo, en muchos países de América Latina y del mundo las mujeres viven violencia de todo tipo y en todos lados por el simple hecho de ser mujeres: acciones y omisiones, todas con sus respectivas consecuencias — peor aún, pensar que se siguen transmitiendo de generación en generación.

Desde pequeños se nos enseñan valores, comportamientos y actitudes que permiten que esto continúe, no los cuestionamos, así como nuestros padres tampoco lo hicieron cuando fue su turno de aprender y de enseñar. Se nos inculcó que las mujeres pertenecemos al ámbito privado mientras que los hombres pertenecen al público porque, a final de cuentas, se cree que el conocimiento es masculino y que las ideas, también; lo peor es que cuando dentro de la estructura patriarcal se hace una excepción y tenemos la oportunidad de demostrar lo contrario, cuestionamos y dudamos de las capacidades y del potencial de la mujer. Nos llaman intrusas como si no perteneciéramos a ningún lugar fuera de la cocina o del hogar, las expectativas son tan grandes que no hay margen de error, se nos olvida que muchos hombres se han equivocado y que tenemos derecho a equivocarnos tanto como ellos. No es algo nuevo que a los hombres se les eduque para conquistar, para salir y comerse el mundo; sin embargo, a las mujeres nos dicen que si queremos conquistar el mundo, que primero conquistemos un hombre.

La vida de las mujeres no ha cambiado del todo, pero poco a poco ellas, su forma de pensar y de ver el mundo empezaron a cambiar, el movimiento ha logrado mucho a pesar de que constantemente la gente se siente amenazada por nuestra causa, la minimizan y tergiversan su verdadero objetivo, la igualdad. La causa de la mujer es causa de toda la humanidad; es por eso que no se va a lograr si seguimos desarrollándonos en un espacio en el que términos como la discriminación, el patriarcado, sexismo, androcentrismo, heteronormatividad y machismo definen nuestra sociedad y estamos tan inmersos en nuestro individualismo que no nos damos que cuenta de que son normalizados e invisibilizados.

La violencia no es solo cuestión de números, pero si se trata de cifras un ejemplo es México, un país en el que por día hay 10 feminicidios y 7 desaparecidas, 1 violación sexual por hora y la brecha salarial es de una quinta parte a las mujeres de lo que reciben los hombres — aún teniendo el mismo nivel educativo.

La revolución es necesaria porque matriarcado nunca, pero patriarcado siempre, es una lucha de hombres y mujeres, tenemos que desaprender, cuestionar, actuar y gritar, lograr ese nuevo ordenamiento social que tanta falta hace, es hora de actuar porque si no lo hacemos nosotros y nosotras, ¿quién? Y si no es ahora, ¿cuándo?

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