Los chicos de la Nickel

Jack Cavre
Vestigium
Published in
4 min readMar 7, 2022

Hacía meses que tenía esta novela en mi librería sin que le hubiera hecho demasiado caso, era una de esas que llegó a mí por su título y por su portada, nada más, desconocía los Pulitzer del autor, desconocía completamente a dicho autor, tampoco sabía como catalogar el texto, ni siquiera había leído la contraportada. Esto viene siendo habitual en mí, pero no lo recomiendo, al final, sin una criba, terminas leyendo mucha historia que no te atrapa pero este no es el caso. Lo primero que tengo que decir es que no había terminado el segundo capítulo y ya estaba buscando información sobre el caso real en el que se basa el libro de Colson Whitehead, la violencia y el abuso que se ejercía en la Escuela Para Chicos Arthur G. Dozier de Florida, un reformatorio que operó durante más de un siglo en Estados Unidos.

La idílica escuela, un infierno.

La vida en la escuela era un infierno, así lo demuestran los hallazgos que, a partir de 2009 empezaron a salir a la luz, cientos de jóvenes muertos y enterrados en el cementerio de la escuela sin más explicaciones que una muerte natural de dudosa certificación y otros muchos enterrados en fosas comunes y en secreto, casi siempre gente negra, que durante años de apartheid oficialista se trató como a animales enjaulados esperando su final.
Para más información, recomiendo leer este artículo del Tampa Bay Times donde algunos de aquellos chicos dejan testimonio de las palizas y las violaciones dentro de aquel centro que pretendía reformarlos. Y que también da fe del horror del apartheid, segregación lo llamaban ellos, que desde el propio inicio de su historia imperó en el país de la democracia y la libertad.

Hablemos entonces del libro publicado en 2020 por Penguin Random House y que le otorgó a su autor el segundo Pulitzer en menos de cinco años, algo inaudito.

The Nickel Boys by Colson Whitehead. Penguin Random House, 2020.

A priori cabría pensar que es un libro duro, al estilo de las historias mil veces contadas de cárceles y campos de concentración pero huye de ese morbo por la violencia y la sangre gratuitas, se podría decir que es más un texto sobre la amistad nacida en el fondo del cubo de la mierda que uno sobre el dolor infringido a un ser humano. Sobre ese tipo de amistad que existe porque ves en los ojos del otro lo que no puedes reconocer en los tuyos propios, al ser deshumanizado y anulado hasta niveles inimaginables. La guerra, la cárcel, el secuestro, ese es su hábitat. Es una relación que no tienes mas remedio que aceptar para no volverte completamente loco.

“cómo podías dormir en un dormitorio con sesenta chicos más y aun así comprender que estabas solo en este mundo” Los chicos de la Nickel. Colson Whitehead.

No puedo imaginar en primera persona cómo sería vivir como un negro en el sur de los Estados Unidos en las primeras décadas del Siglo XX, ese momento en que sabes lo que es la libertad, donde puedes saborearla, pero no está al alcance de tu mano por el simple color de tu piel. En el libro ese concepto está explicado a través de las vivencias colaterales del Dr. King, presente en toda la obra, a través de sus palabras y los hechos que acabaron con su vida. Se vivía el principio de la revolución y cómo en todas las revoluciones, habría daños irreparables. Ésta fue, en general, pacífica y silenciosa, no hubo expiación para los culpables, América tiró tierra sobre aquella barbarie que los enriqueció los dos siglos anteriores y cómo si no hubiera pasado nada, pero los negros seguían siendo ciudadanos de segunda. Las cosas han cambiado, no hay duda, pero no todo está arreglado, el racismo sigue campando a sus anchas.

Photo by Ehimetalor Akhere Unuabona on Unsplash

El ser humano, así lo demuestra la historia, no es precisamente un ejemplo de bondad y empatía, es una especie invasora, con la naturaleza y con sus congéneres, y protegerá sus ideas, equivocadas o no, con sangre. Los grandes conflictos de nuestra historia tienen el denominador común de terminar con los más débiles a través del maltrato más monstruoso. Eran humanos, como yo, como tú, los que, entre risas se meaban encima de los detenidos en Guantánamo después del 11-S, humanos, hombres y mujeres nacidos en libertad, educados en libertad que se convirtieron en verdugos a la mínima de cambio. Es un ejemplo que se puede extrapolar a las grandes guerras mundiales, a las torturas en la guerras sino-japonesas, a la barbarie en el Congo, entonces belga, de Leopoldo II o al estalinismo asesino, entre otras muchas barbaridades a lo largo de nuestra historia.

El autor crea en todo momento un ambiente fresco, pese a lo duro de la historia, gracias a una prosa elástica que deja mucho margen a la imaginación del lector, sin dejar de guiarlo a un final impredecible. Gran libro, un imprescindible de la literatura americana del siglo XX.

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