Los diarios secretos de Ludwig Wittgenstein

Gabriel Arriarán
Vestigium
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5 min readMay 5, 2019

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Un patricio cultivado, hijo de una rica familia austriaca dedicada a la industria del acero y el carbón, por ese entonces estudiante de filosofía en Cambridge, se enrola voluntariamente en el ejército alemán al estallar la Primera Guerra Mundial. Su nombre era Ludwig Wittgenstein y tenía veinticinco años.

La leyenda cuenta que una mañana sir Bertrand Rusell le había abierto la puerta de su despacho a un muchachito desgarbado que, antes que saludarlo, en un inglés con fuerte acento germánico, le preguntó a bocajarro:

— He venido a que me diga usted si soy un tarado o soy un genio.

— My dear, I don’t know — respondió Russell: no lo sé, querido — ¿Por qué me lo preguntas?

— Porque si soy un idiota estudiaré aeronáutica. Pero si soy un genio me dedicaré a la filosofía.

Enseguida, Wittgenstein le entregó las notas con las que había venido siguiendo el trabajo de matemáticos y filósofos del lenguaje como Glottob Frege, George Moore, y el mismo Russell. Russell leería las notas y aunque no le dijo nunca que era un genio («Al principio — escribe Russell en sus memorias — me preguntaba si tenía por delante a un genio o a un tarado, pero muy pronto adopté la primera de las hipótesis»), en aquel momento se lo deja entrever:

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Gabriel Arriarán
Vestigium

Escritor, periodista, antropólogo, no necesariamente en este orden. Tengo problemas con la autoridad.