Mes 1: Colores de otoño
(Diario)
Es cinco de noviembre, estamos en el Parque de El Retiro. Recorrerlo en otoño es apreciar colores que no sabía que existían en la naturaleza. Voy montada en un triciclo en medio de papá y mamá, levanto la mirada al cielo y veo árboles frondosos a contraluz, respiro paz me siento completa, me siento amada.
Con mamá diseñamos un viaje para celebrar su cumpleaños número setenta, su sueño era llegar a España y que yo la acompañara. Me he convertido en su sherpa durante estos veintiún días. Ha sido un mes extenuante.
Estamos los tres sentados sobre una banca de metal, en el aeropuerto. Es el mismo lugar en el que inició esta aventura, que hoy termina. Trato de guardar en mi memoria este momento. Acaricio la textura de sus manos arrugadas por los años, el olor de su piel. Atesoro las palabras, los gestos. Nos damos un abrazo y el corazón se me hace pequeño.
No te preocupes, dicen, estaremos bien. Me siento culpable. Advierto una opresión en el plexo solar. Mis ojos empiezan a humedecerse. Inhalo con la certeza de que el torrente de lágrimas acumuladas no se desborde. Me aguanto valientemente para no sentarme a llorar. Nos prometemos que nos volveremos a ver pronto, calculo que en unos cinco meses estaré de regreso.
Camino con miedo por el pasillo iluminado por los carteles de las aerolíneas, el sonido de las ruedas y maletas se confunden con mi respiración. Es verdad eso que dicen que el corazón se parte, se cae a pedazos. No volteo la mirada y llego al metro.
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