Otra reflexión sobre el amor (propio)

Lau Jordan.
Vestigium
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3 min readOct 6, 2018
Foto por Jon Tyson

Hace un tiempo comencé a leer y seguir en Medium a The Angry Therapist, quien también tiene un podcast en Spotify (entre otras redes). Aborda temas principalmente sobre amor propio y relaciones con el otro de una manera que particularmente me llegan e inspiran profundamente, y quizá sea porque estoy transitando este nuevo camino de quererme primero y más.

En el episodio que escuché hace un rato sobre self-care, menciona cómo en nuestra vida académica específicamente nos enseñan tópicos o temas que raramente llegamos a aplicar en nuestra vida adulta, en vez de enseñarnos sobre amor propio y relaciones interpersonales, y cómo cultivar estos aspectos para que los vínculos sean bellos, productivos y sin toxicidad.

Bien sabemos que aprendemos a «amar» y a relacionarnos con los demás con base en nuestras vivencias domésticas, con nuestros padres, nuestra familia, sin importar la manera en la que está conformada. Ese es el molde, el patrón que determina nuestra conducta y conocimientos sobre lo que es relacionarse con un «otro» (cualquier tipo de relación, pero going deeper, amorosa). Sin embargo, también la sociedad nos inculca que las relaciones tóxicas están bien.

Obvio, uno no se da cuenta de toda la maraña en nuestra psiquis que se requiere para hacernos funcionar de la manera en que lo hacemos (los medios de comunicación tampoco ayudan a que te detengas cinco minutos a pensar en qué estás haciendo), o si la forma de relacionarte con el resto está cargada de un bagaje social lleno de estereotipos — obsoletos en mi opinión. Uno no se da cuenta de si el amor tal como se siente es la única y válida opción, tal como la sociedad te grita que es: sufrido, que conlleva esfuerzo, lágrimas, dolor, celos y posesividad, y que es totalmente normal y aceptable ser así; cuando en la realidad es muy dañino (especialmente para uno mismo) comportarse de esa manera. Lo digo por absoluta propia experiencia ya que me considero una «celosa en recuperación». De verdad estoy trabajando duro para que ese aspecto de mi personalidad desaparezca, y lo estoy haciendo a través de la relación conmigo misma, cuidándola y regándola con amor propio. Quizá suene a cliché, o a palabras de gurú, pero en mi realidad sí funciona.

No quiero irme por las ramas con el tema. A lo que apunto es que NADIE nos prepara para relacionarnos de manera sana (insisto, más allá de nuestro propio comportamiento aprendido), y ni siquiera a tener una mínima noción de lo que es relacionarse de manera no tóxica. Claramente muchos de nosotros no lo sabíamos, o no lo sabemos, hasta que no te queda otra que concientizar tu comportamiento porque el dolor y la miseria de sentirte infeliz todos los días, se te caen encima. Nadie nos enseña a priorizarnos por sobre los demás; y esto no es ser egoísta, sino conocerse, quererse e identificar qué cosas me hacen bien, cuáles no. Es lo mismo con las personas. Nadie te dice que tu propio bienestar emocional es la base del éxito en tus relaciones interpersonales, y de tu vida en general, sino que requiere de que te choques con una pared repetidas veces para darte cuenta; y eso si es que te permitís reconocer(te)lo

Entonces me pregunto: ¿de qué manera podemos cultivar este tipo de relaciones sanas, poderosas y empoderantes si ni siquiera sabemos, ni podemos, cuidar de nuestra salud emocional y mental (mucho menos respetarnos)? Es momento de que cada uno de nosotros se tome cinco minutos todos los días y piense en darle respuesta a esa interrogante.

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Lau Jordan.
Vestigium

Feminista. Tengo una mente inquieta que estoy aprendiendo a calmar.