Pecho Tierra
Hoy mi pecho volvió a sentir el suelo,
mientras mis manos, ilusas y tontas,
tapaban mi cabeza
creyendo que podrían protegerla,
y mi corazón, bastante asustado,
latía con la fuerza de un martillo
clavando un par de clavos en mi panza;
así duele el temor,
y así duelen los momentos de angustia.
Se escuchaba un sonido fuerte, sordo,
como los golpes de un palo a una tabla,
así, sin mucho eco,
pues la bala solo rompe el silencio
por un tiempo muy corto,
pero nos deja rotos para siempre;
el eco de una bala son los gritos de dolor
de una madre que entierra a su hijo,
y es la inquietud de un país entero
que sabe que las armas andan sueltas.
Hay instantes en los que me confundo,
y no sé si el sonido que se escucha a lo lejos
es mi pecho tronando,
deshaciendo mis paredes internas
por sus ganas de escapar a un sitio más tranquilo;
o si son balas surcando los aires
en un sitio cercano.