PILA
Una bombilla de luz incandescente es un emisor de cuerpo negro. Eso lo sabía bien Fede tras diez años en la mayor fábrica de bombillas del país. Fede, antropólogo de ideas brillantes pero tendencias depresivas, no encontró un trabajo de lo suyo y su madre le enchufó en la fábrica. Trabajaba en el turno de noche comprobando la calidad de los filamentos de wolframio para que la durabilidad de las bombillas llegase a las mil horas que determinaba la compañía. Entonces, el trabajo era agradable.
Todo cambió cuando, en plena crisis energética, se prohibieron las luces incandescentes por ser un despilfarro de energía en forma de calor. La fábrica se adaptó a los LED con dificultad y, tras varios EREs, se transformó en una ensambladora. Recibían los circuitos integrados con los LED desde Shenzhen y se dedicaban a poner los conectores y el encapsulado. Todo el proceso lo hacían unas máquinas, también chinas. A Fede no le despidieron y le dejaron como supervisor de aquel ensamblaje automático. Así pasaron días, semanas, meses. Hasta que Fede empezó a tener ensoñaciones. Las primeras veces no fue un acto voluntario. En el box de pruebas, el encendido y apagado rítmico de las bombillas surtía un efecto hipnótico. Era como el parpadeo de los ojos del que cuando uno se percata no puede dejar de pensar. Sus ensoñaciones progresaron de colores simples a complejas estructuras de luz. “Si la oscuridad es la fuente de las pesadillas, la luz es la de mis sueños”, le gustaba pensar. Al sincerarse una noche con los compañeros de trabajo le tomaron por loco. Le avisaron de que si no se andaba con ojo aparecería el primero en el próximo ERE.
Fede hizo caso omiso y siguió estudiando aquel fenómeno. Cuando necesitó un agente externo decidió experimentar con quien tenía más a mano, su madre. La convenció contándole que era parte de un estudio por el cual podrían ascenderle. Comprobó la dilatación de sus pupilas y la habituación de sus ojos al parpadeo de la luz. Al llegar a la saturación fotosensible se durmió con los ojos abiertos. El pánico le invadió a Fede cuando pasó el tiempo y no despertaba. Si llamaba a urgencias podrían meterle en la cárcel y su madre se quedaría sola. Si no llamaba igual se quedaba sin madre. Finalmente, despertó sin recordar nada. Fede contempló su mirada perdida. Supo en ese momento que algo de ella se había perdido para siempre en aquel sueño, pero no tuvo el valor de contarle lo sucedido.
Buscó en Internet. Encontró en foros historias de dudosa respetabilidad donde relataban estados alterados de conciencia ante la exposición de patrones de luz. Fede comenzó a interactuar en esos foros con el nick CliffieGertz y se inventó un acrónimo para agrupar todos aquellos casos: PILA (Patrón de Interferencia Lumínica Anómala). Una de las personas más serias del foro, Kromlatitude, le escribió un día un mensaje privado. Decía tener conocimientos de física y conocer algunas respuestas. Tras varios días de intercambio, KromLatitude le invitó a Fede a un foro underground de la Darknet. En el, CliffieGertz ganó popularidad. Personas de lo más variopinto le escuchaban con atención y absorbían sus teorías antropológicas acerca de los PILA. La mayoría eran paranoicos. Adoraban las teorías sobre organizaciones secretas (en muchas ocasiones alienígenas) que estaban detrás de fenómenos como los PILA y que tenían como objetivo alienar a la sociedad. Fede, sin embargo, pensaba que había un factor endógeno en todo el asunto. En cualquier caso, estaba eufórico al ver que su investigación se convertía en un trabajo que amaba y donde por fin desarrollaba los instintos que le llevaron a estudiar antropología.
Fede fue despedido de la fábrica poco más tarde cuando le descubrieron robando unas muestras experimentales, lo que le dio el tiempo necesario para su investigación. El dinero no fue problema, recibía donaciones de criptomonedas que le ayudaban a complementar la pensión de su madre. Pero, al igual que los LED tomaron prominencia de la noche a la mañana, los PILA pasaron de ser considerados una chaladura de la Darknet a ocurrir con más frecuencia y a hablarse de ellos en Internet. En la revista Wired emergió un artículo que resumía algunas de las notas más destacables de CliffieGertz.
Los PILA eran un proceso optogenético que confirmaban la existencia de una memoria genética universal. Los PILA desvelaban, de algún modo desconocido por entonces, una memoria que residía en cada célula y que nos conectaba a recuerdos ancestrales. Fede estaba contrariado ante una fama que le había pillado por sorpresa pero que no le servía de mucho al estar oculto tras CliffieGertz. Cuando se quiso presentar al mundo como la persona detrás de él, nadie le creyó. Era demasiado tarde. Por entonces ya habían aparecido decenas de individuos afirmando ser el auténtico CliffieGertz. Él era sólo uno mas entre el ruido de la red. Los PILA dieron paso a una nueva ciencia que cambió el mundo de los tratamientos de salud.
Desgraciadamente, no pudieron curar a Fede de su profunda depresión, que le dejó viviendo en casa de su madre por el resto de sus días.