Psico y su lucha invisible,
la sal, la gallina y el agua

Gabriel Garrigue
Vestigium

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Desde el arranque el día comenzaba dubitativo, chaparrones por la mañana y 24 grados por la tarde. Acostumbrado a que el noticiero me mienta, me fui para el gimnasio de la UNR con campera y el mate listo, escuchando Jimi Hendrix, ya que era el día de su aniversario <<un dato random>>.

18 de septiembre, sonaba bien, Psico Básquet hacía su debut en los interfacultades frente a Derecho y ahí estábamos para aguantar los trapos. ¿Qué podría salir mal?

El tricampeón hacía su entrada en calor, luciendo su nuevo conjunto, frente a la mirada atenta de la grada que da a la calle Moreno. El equipo se lucia entre Hook shot y Jump shot <<no crean que se sobre terminología, lo busque en Google. En síntesis, son diferentes maneras de tirar al aro>>. Lo que sí había y en demasía eran rookies, el grupo desplegaba todo un abanico de caras nuevas. Signo de un grupo saludable y con trayectoria, la condición para saber hacer.

Los veteranos, jóvenes mayores, acompañaban a los nuevos, algunos fuera de la cancha y otros dentro. Una escena por lo menos fabulosa. Los viejos, entregando de alguna manera el legado, la responsabilidad y la cuota de fe a esta nueva camada.

–¡Qué importante es caminar acompañados!–

Al comenzar el partido, nos ganaron el salto y Derecho encesto su primer doble.

–no pasa nada, no pasa nada–me repetía.

Desde la tribuna salían cantos de cancha, cancha de fútbol, vale aclarar.

–no sé cómo voy, no sé cómo vengo, lo único que se es que te vengo a alentar!–

Con chongo, un compañero de la facu, no sabíamos de cantos basquetbolísticos, pero el aliento no se negociaba.
Mientras que desde la vereda de enfrente se escuchaba a Derecho gritar entre palmas.

–¡defend! ¡defend! ¡defend!–
<<No voy a acotar nada al respecto>>

La primera mitad de partido fue muy dinámica, Psico no podía tomar la delantera, el primer golpe le había dolido y por mi cabeza sonaba el relato de Walter Nelson.

–¡salí de ahí maravilla!–

La diferencia era poca, pero aun así, ellos también jugaban. Los pibes dejaban todo por la camiseta y su desempeño nos sorprendió. Por momentos parecía que presenciábamos una danza y el teatro era el gimnasio de la UNR. Imposible no ilusionarse, los pibes conectaban pases, corrían la cancha y sus jugadas no eran para nada azarosas. Pero aun así, ellos también jugaban.

Un halo de oscuridad comenzó a envolver el recinto, un fotógrafo ansioso se echaba la culpa y entre ademanes decía que él era el mufa <<con chongo solo lo miramos>>.

Recode haber leído el horóscopo de Tauro <<no sé si sabían, pero Psico es de Tauro como Freud>>.
El oráculo dictaba "Tu indecisión podría llevarte a enfrentar momentos de gran amargura". Y para colmo, cinco minutos antes escuchamos a alguien decir que ellos habían entregado una gallina.

–¿A quién entregaron una gallina?–nos preguntamos.

Y así fue como la paranoia se apoderó de nosotros.

Al comenzar el último cuarto, Psico seguía perdiendo, la diferencia era más corta, pero como si fuera obra de algún embrujo, ellos ahora parecían más altos, más veloces y todo les salía bien.

<<Yo sospecho que además de la gallina a nuestro aro le habían tirado sal y creo también haber escuchado a alguien decirlo>>

Psico luchaba con uñas y dientes, en la mayoría del tiempo fue más que su rival, pero el aro estaba negado, la pelota no entraba, como si una mano invisible la barriera

<<estoy seguro de que era por la sal y la gallina>>.

Una jugada del partido me recordó a space jam, la película donde Jordan y los looney tunes se enfrentaban a unos gigantes del espacio. Estos, cómo no, eran más altos, más veloces y todo les salía bien. Recordé una escena en particular dónde bagsbunny les da a sus compañeros el agua mágica que les aportaría el poder necesario para sacar el partido adelante. Automáticamente, mire a chongo, que para ese entonces ya estaba organizando apuestas ilegales con el público.

–¡Chongo, tenemos que conseguir el agua mágica!– grite.

Fuimos corriendo al vestuario y ninguna canilla funcionó, corrimos al dispenser y solo salía agua hirviendo.

–¡habrán matado más de una gallina, pobres animales!– pensé.

Ya no podíamos hacer más, quedaba poco tiempo. Derecho y su brujería se nos habían adelantado, nuestra agua mágica nunca llegó y los gigantes ganaron esta vez.

Hasta aquí el relato de un supersticioso jugador de fútbol y su acompañante.

Queremos pedir perdón a los chicos, no entendemos mucho el deporte, gritamos gol cuando ustedes embocan, con eso les digo todo. Para nosotros fueron superiores durante todo el partido, pero la pelota no quería entrar.

Nos puso contentos ver la cantidad que eran, el compromiso que tienen, la responsabilidad con los colores y como se van acompañando en este tránsito, ocupando diferentes lugares y roles en esto que es "hacer grupo" y que nadie enseña.

–¡Esto recién empieza y el fútbol da revancha!–
–Perdón, el básquet–

¡Vamos tricampeón! Una más que después pagamos la cuenta. Ustedes jueguen. Y como se dice "¿Jugar bien o jugar mal? Jugar es jugar, que historia ni cuento".

Y no se preocupen por lo metafísico, el próximo partido nosotros nos vamos a encargar de la sal, la gallina y el agua.
Vamos Psico!!!

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Gabriel Garrigue
Vestigium

Dejaré que el cuento se cuente, y que me lleve por sus rumbos. Y como fuego soy, eterno y presente, muero y renazco en una misma danza 🔥