Recupera tu poder
La flor de loto nace desde el fango, pero no se deja influir por toda la oscuridad y suciedad que tiene que atravesar hasta llegar a la superficie. Ella sabe cuál es su misión vital y se entrega a ella confiada, siguiendo su instinto.
Y sigue creciendo y ascendiendo. Sin prisa. Sin juzgar sus circunstancias.
Hasta que un día llega a la superficie y, a pesar de todo su pasado oscuro, se eleva sobre el agua turbia y se abre, mostrando su elegancia y belleza característica.
Hace tiempo que quiero escribir sobre esta flor. Para mí es símbolo de fortaleza. Me enseña a centrarme en mi camino, seguir lo que me dice el alma y entender que, pase lo que pase alrededor, nada tiene el poder de destruirme si yo no lo considero mala suerte o algo que define mi valía o quien soy. Si tomo distancia y entiendo que las cosas «pasan», no «me pasan».
Sé que compararnos con una flor puede resultar simplista, pero aconsejo conectar a menudo con lo esencial para no perdernos en la complejidad de nuestra mente humana y todo el ruido que a veces hace. Y es que independientemente de la emoción que algo nos genere, la realidad es neutra. Por tanto yo puedo elegir la perspectiva desde la que quiero ver lo que me ocurre y lo que hago al respecto.