Crédito por definir

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Risas enlatadas

Prosa conjurada

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3 min readNov 8, 2019

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«Entre lobos no hay lealtades» era la frase preferida de A., tiburón de los negocios, capitán de la industria, prohombre, defensor de la moral, ciudadano emérito, desaparecido sin dejar rastro quince años atrás. En su empeño por encontrarlo sucumbieron las fuerzas militares extranjeras, las más brillantes mentes detectivescas, la tecnología de punta y el azar. Incluso su familia, que por años sostuvo la versión de un secuestro a manos de ilegales, no quiso aceptar la fuerza de los hechos hasta último momento, pese a que las evidencias eran crudas, palmarias, irrevocables. Por lo que, ante el féretro de roble, vacío en su interior, congregadas las fuerzas vivas de esta vieja y sucia ciudad, el llanto por su ausencia fue épico, absoluto, trágico. Lo lloró su esposa, casada con él por 50 años, piadosa y magnánima, que había organizado el complot en líneas generales, fastidiada por la prole que golpeaba a su puerta demandando sus derechos; lo elogió su segundo, probo y apocado, hastiado de una carrera de abusos y bajezas, que dispuso una bodega vacía para la ceremonia final; lo ponderó su secretaria, eficaz y terca, juguete roto de afectos y vacilaciones que nunca pudo darle el hijo que buscaba en ella, al organizar la agenda que seguiría estrictamente su bastardo, el ejecutor, sin alcurnia ni apellido, pero que estaba ahí, ante el féretro, ofreciendo unas…

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Vestigium

★ Creado en 2013, este es el blog del Imaginauta, conocido bajo un anterior avatar como Hijo de la máquina★