¿Seguir o no a Stroessner?

Natalia Ortega Matute
Vestigium
Published in
3 min readNov 25, 2019

América Latina tiene un pasado de dictaduras: eso no es novedad. Al fin y al cabo no seríamos lo que somos hoy en día si no fuera por toda nuestra historia, pero como en todo hay cosas que resaltan más que otras, que quedan grabadas en la mente de las personas que lo vivieron y en la de las futuras generaciones. En el marco de este texto, se hablará de una que sobresale por ser una de las dictaduras más violentas: la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay.

Fueron casi 35 años de lo que se conoce como el Stroenato, una época de brutal represión, de escuadrones de la muerte, torturas, desapariciones, elecciones fraudulentas y mucho más. Stroessner conocía bien el juego y modificó todas las reglas para ser siempre el único ganador, pero no lo hizo solo, sus acciones y su discurso anticomunista estaban respaldados por la policía, por su partido, por el ejército e incluso por Estados Unidos. Por lo tanto, una vez modificada la Constitución tuvo el camino libre para hacer y deshacer a su voluntad porque las reglas las ponía él y aquel a quien no le gustara el juego dejaba de ser un jugador — automáticamente se convertía en perdedor, un víctima más.

En algún momento el Secretario Privado del líder de esta dictadura, Mario Abdo Benitez, dijo: «Les traigo tres consejos: seguir a Stroessner, seguir a Stroessner y seguir a Stroessner». He ahí la única opción que tenía la gente, su libertad desapareció por completo y a cambio se instituyó una política a base de miedo y opresión. El pueblo sobrevivía como podía porque durante este gobierno alzar la voz nunca fue una opción, Stroessner no era famoso por su compasión y su misericordia sino por todo lo contrario. El costo social de estos años fue inmenso, fueron 18 mil las personas torturadas, 20 mil las detenidas, alrededor de 500 las desaparecidas, 17 niños nacieron en prisión y 21 mil los exiliados políticos.

Sin embargo, no todos perdieron: el premio se repartió y unos pocos se favorecieron por la situación, ya que la corrupción y el reparto de favores estaban a la orden del día y eran muchos los que estaban dispuestos a vender su lealtad al mejor postor y, dadas las circunstancias, el mejor postor era Stroessner. La riqueza y las tierras se concentraron en las manos de algunos — fue así como Paraguay se convirtió en uno de los países más desiguales del mundo. Desgraciadamente, ese tipo de heridas no sanan de un día para otro, la semilla que se plantó siguió floreciendo aún después de que Stroessner saliera del país. Supuestamente, el objetivo era la exaltación de la identidad paraguaya, pero las consecuencias fueron tan vastas que incluso se propició el ambiente para el contrabando de drogas, alcohol y animales exóticos.

Cuanta diversidad de circunstancias; unos se hacían ricos y compraban animales exóticos, mientras que otros eran perseguidos por su ideología y condenados a múltiples y sangrientas dinámicas de violación de Derechos Humanos, el destino de todos dependía de una sola persona y fueron juzgados como amigos o como enemigos — lo demás ya estaba escrito.

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