#Solté

Diario de un Millennial
Vestigium
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2 min readJul 25, 2018
Foto por Everton Vila

El movimiento pendular de su pelo suelto. El patrón de sus pasos al caminar. Sus sandalias gastadas de hace dos eneros, y su sonrisa que no pude ver, pero sí imaginar. Fue un déjà vu de tantos años caminando juntos, pero ya no era el coprotagonista.

De pronto, la escena se tornó en cámara lenta. Necesité de unos minutos y una respiración profunda para ser consciente de que estaba pasando; mientras mi familia me esperaba en un restaurante cercano para cenar. Después de tanto tiempo ya me había hecho a la idea de que podía ser, pero jamás supe como sería.

No fue instantáneo, pero ¿sabes qué? Me puse feliz. Sí, no te voy a mentir, necesité procesar la escena. En realidad, primero sentí frío en el cuerpo, después me temblaron las rodillas y se hizo un nudo en mi garganta. Mis pulsaciones subieron y probablemente mis pupilas se dilataron, pero al final… Al final sonreí. ¿Sabes por qué? Porque me hace feliz saber que es feliz.

No sé si entendí del todo «qué es el amor», mas creo que se trata de libertad, no de posesión; de elegir, no de resignar. Se trata de dar, sin importar cuánto hay de vuelta, aunque sospechemos que algo va a haber. Entonces, ¿qué mejor que elija, de nuevo, lo que le hace bien a su alma? Cuando es de verdad no importa el medio, solo vale el resultado.

De más está decir que tuve mis crisis y que el camino fue cuesta arriba, aunque creo, llegué a la cima. Al principio pensé que no iba a poder seguir y me era imposible concebir un momento así. Cuando menos me lo esperaba, ahí estaba… escribiendo ella un nuevo capítulo. Ya no estaba yo a la par, pero no exploté, no lloré, no sufrí. Procesé, entendí y sonreí. Sí, aunque no me lo creas, sonreí.

¿Por qué fue así? Ya no me lo pregunto. Como pude, aprendí. Cada camino es único y me gustó haber sido parte. Empezar a andar solo de un momento para otro es como cuando mamá te deja la bicicleta sin rueditas; tenés que volver a empezar de cero. Todo lo que creías saber no está más. Te caes. Te lastimas. Hasta que de pronto entendés que es cuestión de mirar el camino que queda por recorrer, subirte de nuevo, tomar impulso y empezar a pedalear. ¿Hasta dónde? Vos dirás. Lo único que espero es que hayas inflado bien las ruedas para que llegues hasta el infinito, y más allá.

Entre tantas publicaciones y reflexiones en torno al hashtag #Soltar, ya puedo conjugarlo en pasado. Entendiste todo mejor que nadie. Al final, sí: «decir adiós, es crecer». Adiós y gracias. Sé feliz para siempre, siempre.

Seguí la historia en Instagram.

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Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.