Somos…

Como ese cigarrillo matutino, somos, sin darnos cuenta,
ligeros y pasajeros, quemándonos poco a poco.

Nos consumimos mutuamente hasta que nos aburrimos, y nos rechazamos,
nos alejamos como ese vicio que logramos extirpar de la vida,
jurando no volver a recaer.

Meses después acá seguimos,
batallando con nuestro interminable vicio,
siendo como ese último cigarrillo que nunca termina.

Nos hemos consumido tanto, yo de ti y tú de mí,
convirtiéndonos en parte del otro,
una adicción sin control,
que daña… Pero que hace sentir bien.