Sufrir amándote

M. Figuera
Vestigium
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3 min readFeb 27, 2023
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Te recuerdo con frecuencia, la escena grabada en mi mente, repitiéndose una y otra vez.

La piel más blanca del universo, brillando por el reflejo del piso mojado de la ducha. El cabello color azabache, empapado, pegado contra tu nuca. La carne tersa, suave, contraída por el esfuerzo. La humedad de tus labios entreabiertos y el sonido enloquecedor de tus gemidos retumbando contra los azulejos. El agarre firme y sin temor de tus manos a mi piel. El calor delicioso adentrándose en mi interior, la conexión física de dos cuerpos sin nada interpuesto.

Finalmente… Los ojos profundos, del color de la tierra después de la lluvia, tan hermosos, prendidos en fuego, viéndome directo a los míos, derritiendo el témpano que existe en la mitad de mi pecho; la verdadera conexión… Dos almas encontrándose en la mitad de la oscuridad, para por fin poder iluminarse la una a la otra.

¿Pero… Cómo podría yo pedirte que te quedes? ¿Quién, en su sano juicio, podría querer estos huesos cubiertos de carne y piel, reventados de tanto dolor, cansados y desgastados?

Y quiero decirte tantas cosas. Decirte que quiero tenerte cerca, no soltarte jamás y dormir arropada por tu cuerpo cálido. Sentirte en mi interior a cada segundo, que jamás se nos olvide que nos pertenecemos el uno al otro.

Quiero escucharte trasteando en la casa con la que algún día soñamos, que tengamos tazas a juego, que te guste mi comida sin sal, cuidarte cuando te enfermes, ayudarte a enseñarles a gatear y malcriar a los hijos que tengas. Llenarlos de besos y prestarles mi seno para que encuentren un abrigo, aunque sea frío.

Pero sobre todo, escribir. Quiero escribir poemas, sonetos y cuanta cosa cursi exista para ti. Que el universo entero sepa lo maravillosa que es tu realidad. Que de la existencia del color de tu cabello, las arrugas de tu semblante, las cicatrices de tus manos y de tu vientre terso quede registro en este mundo para poder enviarlo al espacio; para que cuando alguna civilización lo encuentre, sepan que en la tierra existían seres hermosos como tú.

Y te siento tanto, en cada fibra de mi ser. Te reconozco a nivel molecular y creo firmemente que fui creada para adorarte… Pero mi vientre está podrido, mis manos vacías y mi corazón congelado. La tristeza me acompaña sobre los hombros y mi cabello se enreda, al igual que mis sentimientos, en el viento gélido de enero.

Sin embargo, en algún momento es necesario impactar contra algo; en este caso: la realidad… La fría y tangible realidad, de que te encuentras lejos, en un lugar al cual no puedo acceder. Existe el miedo, penetrante y paralizador, de saber que nunca funcionará porque no puedo darte lo que mereces, lo que ella si es capaz de hacer. De saber que por mucho que yo me esfuerce, nunca seré suficiente contra nadie más.

Lo más temerario es que decido continuar soñando, decido seguir con esta locura aunque me destruya el ser y esté en contra de todo pensamiento lógico.

Porque es mejor sufrir amándote que vivir un día más sin haberte conocido.

M. Figuera

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M. Figuera
Vestigium

Libro de sangre. Lectora compulsiva, escritora sin talento y enfermera quirúrgica. Venezolana. Narë. https://twitter.com/naremf/