Te sigue toda la vida. Pides que otros lo hagan, pero tú te rehúsas

Adivina lo que es y acéptalo. Será lo mejor para ti

Miguel Álvarez
Vestigium
6 min readMay 20, 2019

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Fuente: pixabay.com /ranjatm

¿Te gustan los desafíos mentales? Pues los acertijos son uno de ellos. Empecemos.

¿Qué palabra te viene a la mente? Tiene seis letras.

  • Le tememos y le huimos como el cristiano al diablo.
  • Es una palabra maldita, en la misma categoría de aborrecimiento que «impuestos» y con la misma certeza de que siempre aparecerá en nuestra vida.
  • Tratamos de ignorarla, pero es peor, porque su impacto crece con el pasar del tiempo y nunca desaparece. Es como no pagar una deuda, y los intereses la hacen peor.
  • En el trabajo nos dicen que para ser líder y buen empleado hay que «abrazarla».
  • En nuestra vida personal los psicólogos nos dicen que hay que «adaptarse».
  • Está en nuestra biología buscarla en la juventud y evitarla en nuestra vejez.
  • Nos hacemos relatos, o nos hacen relatos, para que sea más llevadera.
  • Le pedimos a otros que lo hagan, pero no damos el ejemplo.
  • Es lo que esperamos después de pagar con un billete muy grande.

La palabra es «cambio». Y es una fuente de estrés.

El cambio tiene una intrínseca dualidad que nos pone a pensar. ¿Me conviene o no me conviene? ¿Es bueno o malo? Pero no hay escape, es una constante del hecho de estar vivo. Sin cambio solo hay muerte.

Usamos cambio con una connotación negativa.

«Movieron las oficinas a 20 millas lejos de aquí. Es un cambio de mierda».

Usamos cambio como algo positivo, cuando en vez de ser forzada sobre nosotros, se le busca.

«Estoy harto. Necesito un cambio».

«Yo quiero un cambio». Es la frase sagrada cuando estamos — irónicamente — cansados de tanto cambio, o en su opuesto: cansados de lo mismo.

Al bien, buscarlo. Al cambio, esperarlo.

Es mi versión personal del refrán «Al bien, buscarlo. Al mal, esperarlo».

No es que el cambio sea malo, pero, como ya debes haberte dado cuenta, queramos o no siempre va a aparecer. Así que, cuando llegue, saquemos nuestra bandeja de plata y las mejores golosinas.

Como dijo el filósofo chino Lao-Tze:

La vida es una serie de cambios naturales y espontáneos. No te resistas, eso solo crea tristeza. Que la realidad sea realidad. Deja que las cosas fluyan naturalmente hacia adelante de la forma que quieran.

A los que nos gusta escribir sobre temas humanos nos encanta presentar el cambio como una crisis. Que el cambio crea ansiedad y estrés. Que compres tal libro o leas este artículo para manejarlo efectivamente. Trátalo como si fuera diabetes, una enfermedad crónica que no se cura, solo se maneja. Algunos, con desdén, un encoger de hombros, y un ¡blah! lo ignoran. Para su pesar. Otros se aferran a la filosofía de «la mierda pasa» y a regañadientes y con aceptación lo enfrentan.

Pero el cambio es un continuo, una evolución. Si estamos vivos todavía es porque lo hemos enfrentado y lo hemos manejado.

Entonces, ¿por qué nos duelen los cambios? No lo digo en sentido metafórico, es un sentimiento real. Es simplista, lo sé. El sentir dolor causa huida, rechazo, repudio, negación, y resistencia en nuestro cuerpo y mente. Lo mismo sentimos cuando un cambio no deseado o esperado nos impacta, o somos acuchillados.

¿Por qué nos duelen los cambios?

Pues yo tengo mi teoría. La razón raíz es el equilibrio, la pérdida de. Nuestras células, imperceptibles a nuestros sentidos, conciencia o sentimientos buscan el equilibrio. Las leyes naturales que rigen el universo así lo exigen. Nuestro cuerpo lo demanda, el cerebro lo captura, y la mente nos lo pide: ¡reclamamos el equilibrio en nuestra vida! Cualquier cosa diferente se convierte en motivo de preocupación. Y nos sentimos ansiosos. O sea, nos duele; buscamos un remedio o huimos.

¿Cual es la ley natural del equilibrio humano?

Después de Oliver Sacks, Antonio Damasio puede ser el neurólogo cuyos libros populares han hecho más para informar a los lectores acerca de la maquinaria biológica en nuestras cerebros, cómo se generan pensamientos y emociones.

Damasio nos dice:

La mente y el cerebro influencian el cuerpo total, tanto como el cuerpo influye en el cerebro y la mente. Ellos no son más que dos aspectos de lo mismo.

En su libro El extraño orden de las cosas, Damasio ofrece un enfoque nítido y poco común de los sentimientos y la forma en que su evolución biológica alimentó nuestra prosperidad como especie, estimuló la ciencia y la medicina, la religión y el arte.

La mente no es el resultado de los sistemas nerviosos por sí solos, siendo el cerebro su mayor manifestación. Los sistemas nerviosos están en constante interacción y cooperación con el resto del cuerpo. La razón por la cual existen sistemas nerviosos es para ayudar al resto del organismo a lograr la homeostasis.

Damasio describe la homeostasis como

… la propiedad fundamental de la vida que gobierna todo lo que hacen las células vivas, ya sea las células que viven solas, o células vivas como parte de un tejido u órgano, o un sistema complejo como nosotros mismos.

Y añade

… la homeostasis se mantiene en criaturas complejas como nosotros a través de una interacción constante de placer y dolor.

O como dice una búsqueda en Google:

Homeostasis es la tendencia hacia un equilibrio relativamente estable entre elementos interdependientes, especialmente cuando se mantiene mediante procesos fisiológicos.

El placer y el dolor, la ansiedad y la alegría, la adoración y el rechazo, emociones percibidas por nuestra mente, no son otra cosa que manifestaciones biológicas en cumplimiento de las leyes de termodinámica que rigen el universo. Las cuatro leyes de la termodinámica definen las cantidades físicas (temperatura, energía y entropía) que caracterizan a los sistemas termodinámicos en equilibrio. Como nuestro cuerpo en vida.

En la existencia de vida en la Tierra, todos los organismos han tenido un mecanismo homeostático efectivo y automatizado que opera con el propósito de mantener y continuar la vida.

Y por eso el equilibrio es placer y el cambio dolor. Es nuestro cuerpo, creando señales que nuestro sistema nervioso convierte en emociones que influencian acciones en beneficio al silencioso reclamo vital de mantenerse vivo. Nuestro cuerpo sobrevive porque alcanza un equilibrio energético con el ambiente. Si sentimos frío, nos abrigamos. Si sentimos calor, sudamos. Si tenemos hambre, comemos. Si nos empujan fuera de una rutina, nos duele.

Entonces… ¿somos autómatas regidos por leyes naturales?

No siempre. Hay esperanza.

Somos más adaptativos de lo que pensamos. Cuando hablamos de resistencia al cambio, la mayoría nos referimos a nuestro «cerebro primitivo». Instintivamente evocamos al sistema nervioso que la evolución nos ha dado, según la tesis de Antonio Damasio, que dirige acciones requeridas por procesos homeostáticos.

Luchar o huir. Son reacciones fisiológicas producidas por algo aterrador. El cuerpo se prepara ante una amenaza. Y recuerda, no tiene que ser algo real. Con mente e imaginación puede ser un relato que nos hacen o nos hacemos. El relato del cambio que llega y las repercusiones fatales imaginadas.

El cambio nos saca del equilibrio de las rutinas. Nuestra respuesta inicial es tratar de regresar a como estaban las cosas. Pero, somos mucho más adaptables y resistentes de lo que pensamos. El futuro llegará. Los eventos externos afectarán nuestra estabilidad. Su impacto, y las decisiones que tomemos tendrán consecuencias positivas o negativas en nuestra vida. No podemos alterar el cambio que llega, pero sí cómo reaccionamos a ello. El cambio, sin importar si es positivo o negativo, no mata.

Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo. — Leo Tolstoy

Y como ha dicho Gustavo Razzetti

En lugar de tratar de controlar el cambio permite que sea.

Debemos tener una relación abierta con el futuro. Resistir el cambio no nos permite beneficiarnos de todas las posibilidades que el futuro puede brindar. El crecimiento personal se trata de llegar a ser: aprender, crecer, evolucionar y transformar continuamente.

Si disfrutaste esta lectura o tienes alguna sugerencia, por favor, házmelo saber. Si te entretuvo, ¡aplaude!👏.

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