Un buen líder

Dania Lizbeth Meza Avila
Vestigium
Published in
4 min readMay 28, 2020

Hoy el mundo se descubre débil en su parte política y en una profunda crisis de reposiciónamiento geopolitico. Después de la crisis del COVID 19 ha empezado un gran debate sobre la política debido a la insatisfacción que generaron las respuestas del presidente Donald Trump.

El Gobierno de Estados Unidos culpa a China por no haber impedido la propagación del coronavirus cuyos primeros casos se presentaron a finales de 2019 en la ciudad de Wuhan. Incluso, el presidente Donald Trump ha llegado a afirmar que la pandemia a sido el peor ataque sufrido en Estados Unidos en toda su historia. Ese ataque, asegura Trump, es más grave que Pearl harbor en la segunda Guerra Mundial y que el 11 de septiembre en 2001. Trump está convencido de que china habría podido frenar la pandemia y busca generar un enemigo para culpara.

Durante esta pandemia podemos señalar las virtudes centrales que tiene los gobernadores. Para esto nos podemos remitir a dos figuras centrales en el gobierno estadounidense: John F Kennedy y Abraham Lincoln. Las características que estos dos presidentes compartían para gobernar de una manera eficaz durante momentos de crisis son dos. Estas virtudes se han visto en los niveles más altos del gobierno en Estados Unidos desde George Washington hasta el día de hoy, lo que se busca en todos los presidentes de Estados Unidos es la capacidad de reconocer los hechos y la evidencia para poder aprender de los errores.

El primer paso que todo gobernante debe de tomar es reconocer que los hechos existen y que la evidencia existe, de esta manera se puede aprender de los errores. El primer paso para aprender de los errores y luego rectificar desde la evidencia es contar con la humildad y la inteligencia suficiente como para reconocer que se ha cometido un error.

Durante la presidencia de Kennedy hubo dos episodios críticos. Durante la campaña de 1960, Kennedy atacó duramente al presidente republicano en funciones. En una campaña brutal lo calificó como un representante del pasado, como un representante de la parálisis. Kennedy ganó la elección y después de ganarla Kennedy quiso hacer política exterior al estilo James Bond. Decidió implementar espías y operaciones encubierto. De ahí fue que llegó el primer gran error de su presidencia, la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961.

El fracaso y la vergüenza de aquello fue tan severo que incluso Kennedy reconoció que en un sistema parlamentario quizá haya tenido que renunciar. Kennedy no reaccionó ante su enorme tropiezo buscando pretextos, no culpó a la prensa, no culpó a sus oponentes políticos, no defendió lo indefendible y reconoció su error. Lo que hizo Kennedy fue llamar a Eisenhower, su antecesor al que tanto había criticado y admitió que se había equivocado, le pidió consejo a Eisenhower y él lo respaldó.

Apenas un año después, Kennedy enfrentó su segunda crisis brutal, la crisis de los misiles. En esta crisis, Kennedy tuvo la habilidad de reconocer que no estaba haciendo el trabajo lo suficientemente bien. Reconoció su error y decidió que necesitaba aprender, así que Kennedy tuvo la humildad suficiente para decir que necesitaba hacerlo mejor porque no estaba siendo un buen presidente. Kennedy decidió rodearse de asesores y de gente que le dijera cómo debía hacer las cosas incluido el presidente que le antecedió.

Ese acto de humildad de un hombre como Kennedy, llamarle a su antecesor al que había desechado como representante, que lo había señalado como representante de un sistema paralizado y antiguo. Le pidió consejo y ese acto de humildad lo llevó a ser un extraordinario administrador de la crisis apenas un año después durante la crisis de los misiles.

El segundo presidente estadounidense que se puede retomar es Lincoln. Lincoln no mostraba convicción verdadera de querer acabar con la esclavitud en un inicio. Los hechos y las circunstancias de la guerra civil fue lo que lo hicieron cambiar de parecer. Para septiembre de 1862, se dio cuenta de que se había equivocado militar y moralmente. Un año más tarde fue cuando después de aprender las lecciones de la historia, Lincoln firmaba la proclama de emancipación como una forma de actuar en consecuencia.

El denominador común entre Kennedy y Lincoln es un presidente que tuvo la capacidad de ver lo que estaba haciendo, se dio cuenta a tiempo de lo que estaba haciendo mal y decidió que necesitaba actuar mejor. La importancia de tomar decisiones impopulares y difíciles en tiempos de crisis, incluso aquellas que van contra el proyecto original de quién gobierna o incluso si esas decisiones difíciles arriesgan la popularidad de quien gobierna. La verdadera grandeza de un líder no es cuando el presidente refleja la opinión popular, sino cuando el presidente ofrece su mejor juicio, aunque ese juicio sea impopular.

Los presidentes que conquistan un lugar indeleble en la historia durante los tiempos de crisis, son los que tiene la valentía suficiente como para arriesgar su popularidad y atender el desafío del momento pensando en el bien común.

Los mejores presidentes no son los que siguen de manera obstinada el dictado de su base electoral, sino aquellos que convencen a su base de acercarse a lo que el país realmente necesita, aunque esto vaya contra los principios, anhelos, deseos y voluntades de la propia base electoral. En esa valentía, en esa en esa inteligencia es donde radica el verdadero liderazgo en tiempos de crisis.

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