Un reloj para sentir

Diario de un Millennial
Vestigium
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3 min readJul 24, 2018

Nos pasamos la vida, las relaciones y las personas con etiquetas, procedimientos y reglas, olvidando que a fin de cuentas estamos en este mundo por un breve lapso de tiempo.

No es resentimiento, juro que no. Es una mezcla de enojo y decepción. El error es propio por no ver la situación con los ojos correctos y permitir que la influencia de unas cervezas de más y una sonrisa con hoyuelos ganen la pulseada; decepción por ello. El enojo es porque al compartir que la noche nos encontró caminando de las manos luego de una segunda cita, la respuesta fue «estás loco, vas demasiado rápido».

Hay testigos de que el paseo fue natural. No bajo amenazas. No hubo tensiones. Todo fluía como el agua en paralelo por el cordón del boulevard porque, para darle un toque aún más chick-flick, sí, llovía. El refugio de los besos que buscábamos que no terminen nunca fue el techo de una tienda, en una esquina poco transitada. El abrazo del final fue, probablemente, una señal de «me gusta este lugar».

Mientras la oxitocina invadía mi torrente sanguíneo, esas ocho cuadras caminando a casa no se sintieron tan frías a pesar de los 3 ºC que marcaba el termómetro. En estos tiempos modernos la comunicación continuó por mensajes con emojis de corazones, flechas, sonrisas, notas de voz y selfies; al menos, era recíproco.

Pero claro, según los manuales: «fuí demasiado rápido». Los mismos manuales que exigen que la mujer tiene que llegar pura al matrimonio. Los mismos manuales que dicen que el caballero tiene que tener la iniciativa. Los mismos manuales que durante siglos y siglos fueron dando forma y condicionando a gran parte de las sociedades y ahora, resulta que está prohibido sentir. Como si, por arte de magia, existiese la posibilidad de qué, cuándo, cómo y con quién sentir.

No niego que esa velocidad, a la hora de poner los pies sobre la tierra, puede haber jugado una mala pasada. Pero por otro lado ¿Quién está preparado para una relación? ¿Quién está preparado para ser padre? ¿Quién está preparado para que las cosas ocurran fuera de sus planes?

El cambio asusta. El miedo inhibe. Preferimos quedarnos en un lugar cómodo y familiar a dejar que las cosas fluyan y agreguen capítulos a nuestro libro. Como si la vida ya estuviese escrita y simplemente nos dedicamos a ser actores de ese libreto celestial.

¿Entonces? Entonces fue un flash. Pero que el consuelo sea «no estoy preparada», «fuiste muy rápido» o «sos una buena persona» me deja un sabor amargo. Perdón mundo moderno por no saber aggiornarme a tus tiempos, por no reprimir lo que siento, por fantasear con la idea de algún día tener una familia (en una primera o segunda cita) y por no «esperar para mandarle un mensaje» así evito «parecer desesperado».

Perdón por no entender que no hay que responder instantáneamente aunque tengamos el teléfono en la mano, así aparentamos estar «ocupados» y por ende, más «interesantes». Perdón por querer construir algo, cuando es más fácil y emocionalmente menos estresante vivir de alquiler. Perdón por ser todo eso que no querés que sea, aunque lamento informarte que, a costa de pagar el precio, voy a seguir haciéndolo.

A fin de cuentas, la Tierra tiene cuatro mil millones de años, y nuestra esperanza de vida no llega a cien. En un abrir y cerrar de ojos nos convertimos en una anécdota, con suerte. No tengo tiempo para hacer tus «cosas correctas».

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Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.