Si hay una historia de esas que merecen ser contadas, es sin duda la vida del Dr. William Marston, psicólogo y teórico de Harvard, quien ayudó a crear el detector de mentiras, desarrolló el modelo teórico DISC y fue creador del famoso personaje de cómic Wonder Woman. Pero el aspecto más polémico en la vida de Marston fue haber mantenido una relación poligámica junto a su esposa y una joven alumna, hecho que no pasó desapercibido y sin consecuencias en la conservadora sociedad de Norteamérica de primera mitad del siglo XX.
Y es precisamente en ese triángulo amoroso entre los personajes principales donde enfoca la lente de su cámara la directora Angela Robinson, ofreciendo un relato cuyo eje argumental será el desafío de estos a los convencionalismos en defensa de su libertad sexual, teniendo como resultado una historia que se vende como biopic, pero que en su estructura resulta un drama románico bastante al uso en su introducción, nudo y desenlace. Solo con una particular variante: de ser tres y no dos los personajes que están en pugna por consumar su relación.
Otro aspecto que resaltar en la cinta es la sexualidad, elemento que nos indican fue clave para Marston en la creación del personaje de Wonder Woman, pues Marston identificaba su modelo teórico DISC (por sus siglas en inglés: Dominación, Inducción, Sumisión y Obediencia) en prácticas de sadomasoquismo como el bondage, y esto lo patentaba en su personaje de cómic, algo que a la postre terminaría ganándole la censura. Mas, el tratamiento que hace del mismo Angela Robinson en la película, si bien no está exento de lo explícito, logra alejarse del porno soft gratuito de cintas como 50 sombras de Grey, al justificar la carga sexual como un elemento clave en el entendimiento de los personajes, sus motivos y sus decisiones.
Mención especial para el buen trabajo de los actores, en especial de Rebecca Hall (a quien recordamos en cintas como The Town o The Prestige) a la cual ya se le aprecia un gran nivel actoral, acompañada de unos muy correctos Luke Evans (Fast & Furious 7, la saga de El Hobbit) y la hermosa Bella Heathcote (The Neon Demon). Amén de un muy evocador diseño de producción y fotografía, aunado a las decisiones técnicas de montaje que incluye la directora como el cross-cutting con el cual logra narrar de forma sincronizada diferentes tiempos de la historia, otorgándole gran dinamismo a la narrativa.
En resumen, una cinta bien ejecutada pero que no se aparta mucho en el desarrollo de otros dramas románticos que hayamos visto antes. Y en particular echo de menos que no nos ofrezca más detalle de las motivaciones de Marston en el desarrollo del cómic de Wonder Woman (queda como un agujero de guion el acercamiento del mismo al mundo de los cómics) o su detector de mentiras, aspectos que se obvian en pro de resaltar más los elementos de romance (y sadomasoquismo) en la historia.