GRIS. Viaje al centro de uno mismo

Alvaro Coll
Vidyalantes
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4 min readSep 22, 2020

Gris es una experiencia única, posiblemente una de las mejores de las que ofrecen ahora mismo las consolas. Contemplar el mundo por el que nos desplazamos, atender a una narrativa tan preciosa como su dibujo, escuchar una BSO tan perfecta que no necesita de diálogo alguno en ningún momento… el equipo hizo una gran obra de arte. Aquí os dejamos un vídeo de la tarde en la que fuimos a verles.

Durante el juego iremos recuperando los colores, pues tras una caída a los infiernos, el entorno estará en blanco y negro. Y ojo, vamos a analizarlo como lo entendimos nosotros, porque puede tener tantas interpretaciones como jugadores lo disfruten.

Alcanzando la mano, que nos tiende una estatua, llegará cada nuevo color. El primero es el ROJO. La travesía por el desierto de este capítulo supone luchar contra la inmensidad, sobreponerse a los contratiempos. Se nos presenta una aventura sencilla pero al mismo tiempo laberíntica. Transmite sensación de infinito, como nuestro mundo interior, con lugares a primera vista inaccesibles. Tendremos que buscar puntos brillantes para que se conecten entre ellos, ante la imposibilidad de la protagonista de comunicarse tendrán que hacerlo los elementos clave.

Nos darán la habilidad de aumentar el peso de nuestro cuerpo, de ser resistentes frente a los vientos que nos quieren tumbar, y usar esta ventaja para destruir los muros que nos imposibilitan salir de nuestro desierto personal nos permitirá obtener un nuevo color.

El segundo es el VERDE. El mundo cambia, el entorno muta, se deshace y rehace todo el tiempo. Saber interpretar la vida en cada instante para aprovechar cada contexto es lo que nos permite avanzar y evitar tropiezos, así que habrá que estar pendiente de las formas que va adaptando el entorno.

Auxiliar, en este caso alimentar, a los que nos siguen es importante, porque supondrá aceptar que necesitamos a los demás, ayudarnos a nosotros mismos y conocernos mejor. Asumir la situación.

Iremos recuperando habilidades, adquiriendo más movimientos, y coordinarnos nos permitirá no estancarnos.

Aquí aparecerán por primera vez las mariposas. Y es que la aventura está cargada de simbología, mientras que las de colores nos impulsan, las negras son la depresión, que nos perseguirán y llegarán a unirse para materializarse en enemigos más grandes y fuertes. Pero hasta nos aprovecharemos de la fuerza negativa de nuestra ansiedad para mejorar y superar todo. Nos sobrepondremos también con la música, enemiga de la soledad, que espantará los males.

El tercero es el AZUL. La lluvia. El agua. Las lágrimas. El color de la tristeza. Supondrá el viaje a nuestras profundidades para entenderlas mejor. Para abrir los ojos frente a nuestros monstruos. De hecho, el último, el AMARILLO, consistirá en iluminar la oscuridad. Durante este proceso, la pantalla se irá oscureciendo y podremos volver a caer muy abajo, pero alumbraremos las veces que hagan falta la situación para superar los obstáculos una vez más.

Siempre se puede salir de las penumbras, ver la senda oculta, y romper las paredes que nos quieren limitar; y eso es lo que haremos, tirar abajo los muros de las estructuras internas de nuestra protagonista, enseñarle por donde puede ir, destrozar las ideas que tenía por reales.

La narrativa fluye con coherencia por los parajes de nuestra mente y nos muestra nuestros miedos con partes más intensas y repentinas, pues a veces la ansiedad llega así. Llegando al final, veremos que nuestro mundo está al revés, sensación habitual cuando padecemos este tipo de enfermedades mentales.

Uno de nuestros aliados, en determinado momento, será una tortuga. Lenta pero segura, nos transportará por nuestro mar de dudas. El camino se hace poco a poco, con perseverancia. Hay que valorar la constancia, cada paso, gesto o detalle, no tener prisa, y la tortuga es el ejemplo perfecto de este trabajo.

Con todas las herramientas (pocas, pero efectivas y adquiridas con tesón) podremos salir de nuestra oscuridad e ir por fin hacia la luz. Bastará con esos cuatro conceptos que tenemos para ver que hay salida. Y todo gracias al viaje -que decidimos emprender en lugar de quedarnos quietos- hacia la negrura y la lucha contra la adversidad.

Recuperaremos la voz, y cantando podremos hacer florecer nuestro interior. Lo veremos plasmado gráfica y musicalmente. Y así llegaremos a la conclusión. En un primer momento interpreté las estatuas del recorrido como representaciones rotas de nosotras, porque al final somos nuestro principal enemigo y para recomponer nuestra imagen hay que aceptar cómo somos, con nuestros defectos. Por eso, el beso final a la figura entendí que simbolizaba el autoperdón, el aprender a quererse, la recuperación de la autoestima.

En una segunda partida recolecté todos los recuerdos opcionales y accedí a una escena secreta, entonces mi interpretación cambió, pero eso ya para otra ocasión.

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Alvaro Coll
Vidyalantes

Historias detrás de la Historia. Sentimientos que se heredan con los relatos.