Vida y muerte en Arkham
La saga de juegos de Arkham ha sido premiada y alabada desde sus inicios, mejorando cada vez más cuando parecía imposible hacerlo. La variedad de gadgets, la personalidad del caballero oscuro, el doblaje, el tono recreado, la jugabilidad… todo encajaba a la perfección y daba una lección de cómo hacer un videojuego de superhéroes.
La manera de introducir a Enygma me conquistó desde el primer juego. Las misiones secundarias aprovechaban bien cada villano, que iban apareciendo según la historia en los momentos oportunos de forma muy bien hilada. Todas las entregas de la saga tenían una buena dosis de archienemigos, pero sin abusar y siempre dejando algunos para el futuro.
La clave del éxito sin embargo creo que estuvo en que parecía un nuevo comic, no se limitaron a hacer una película interactiva, elegir a Paul Dini como guionista fue el gran acierto. Una historia original con gente que respetara el universo que tantos dibujantes y guionistas han ido construyendo desde hace décadas.
Y todo giró alrededor de Arkham, que fue lo que le dio vida a estos videojuegos. Fueron a la base que inspiró a este manicomio, a Lovecraft. De la ciudad ficticia del autor y de sus ambientaciones, Dennis O’Neil creó la cárcel y la mostró en 1974 en el Batman #258.
En la década de los ochenta, Len Wein fue creando la historia de este icónico lugar. Del hospital común pasó a ser la gran mansión victoriana y de ahí ya fue sufriendo las adaptaciones tecnológicas para poder albergar a los criminales más peligrosos.
Devolverle su encanto inicial y su idiosincrasia es lo que le hizo ser juego del año. Reuniendo coleccionables desenterraremos la vida de Amadeus Arkham en la primera aventura, fundador del manicomio y que cayó en la locura también. Tras vengarse de Mad Dog por asesinar a su hija y esposa, acabaría en su propio manicomio y se suicidaría. Y su sobrino, heredero de la cárcel, también estará en nuestra enciclopedia de villanos conforme descubramos más secretos.
Conoceremos a Aaron Cash, el guardia de seguridad de la prisión más conocido, y obtendremos retazos de las historias de Cavendish (antiguo administrador de Arkham), del Dr. Hurt (villano inmortal, antepasado de Thomas Wayne), o de Wolper (psiquiatra de Dos Caras o El Joker). El ambiente jugará con el factor miedo, tan característico en Batman. Por eso escucharemos en cintas la transformación de Harleen Quinzel en Harly Queen mientras trataba al payaso en el pasado.
Dotar de un contexto perfecto, alejar la acción dura y recuperar la esencia del suspense (El Espantapájaros, Hugo Strange, Clayface, Sombrero Loco, Scarface, etc) y… de la muerte de los 80.
Porque todo transporta a “Una muerte en la familia”. Cuando el segundo Robin, Jason Todd, es asesinado por el Joker en 1988. Aquel punto de inflexión que supuso en el mundo cómic me recuerda al que supusieron estos juegos. Recordemos que los fans, llamando por teléfono, pudieron decidir si se salvaba o moría, fue en cierto modo interactivo. Muchas referencias tiene Arkham City a este arco argumental, y precisamente en esta segunda entrega la historia termina con una especie de venganza del murciélago. Sangre por sangre.
La confusión que crea el final, el nuevo dolor de Batman, el DLC en el que manejamos a uno de los Robin por primera vez… nada parece casualidad.